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"Lo sigo esperando": el duro relato de la novia del neuquino apuñalado en Bolivia

En un desgarrador testimonio, Florencia Morales Papeix cuenta que su novio llegó al hospital con signos vitales y asegura que "todo lo que se hizo esa noche" estuvo mal.

Matías Rosales.
Matías Rosales. | Redes sociales

Una semana después del apuñalamiento del argentino Walter Matías Rosales en Bolivia y su posterior fallecimiento a la vera de un hospital de ese país, su novia Florencia Morales Papeix señaló que aún esta desconcertada por la situación. “Todavía no caigo, lo sigo esperando”, comentó.

"Otro día más igual al anterior y al anterior. Pasó una semana pero con la intensidad de meses. Todavía no caigo en lo que pasó. Lo sigo esperando. Me dijo: 'Ya vengo, voy a comprar una gaseosa, esperame'. Sí, mi amor, te estoy esperando, por favor volvé", asegura Florencia.

En diálogo con Clarín, desde la habitación de su hotel en Oruro (costada por el consulado argentino) luego de días de trámites, averiguaciones y reuniones, comenta: "Quiero agradecer la compañía y la contención de las autoridades diplomáticas hacia Carina, la mamá de Walter, y hacia mí. Fue muy importante la ayuda que nos brindaron después de la terrible situación que me tocó atravesar, en la que sentí el destrato, la insensibilidad y la indiferencia de la gente de Bolivia con mi novio herido gravemente en la calle".

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“Lo sigo esperando”: el duro relato de la novia del neuquino apuñalado en Bolivia

El lunes por la noche, se conocieron finalmente los resultados de la autopsia de Rosales: "Después de la lesión que sufrió, tuvo un shock hipovolémico", señala Carina Cheuquepan, madre de Rosales, que también está en Oruro.

"Lo que llama la atención es que dice que la hora de la muerte de mi hijo fue a las 23, cuando Florencia llamó a emergencias a las 23.02 y todavía no lo habían llevado en ambulancia. Y por lo que comentan los testigos Walter estuvo con los ojos abiertos al menos 8 minutos más y luego estuvo desvanecido pero con signos vitales. Entonces, ¿por qué la autopsia dice que murió a las 23?", señaló.

Con estos resultados, Carina consultó a distintos médicos de la Argentina para que le expliquen y opinen sobre lo ocurrido. "Ellos estiman que la muerte pudo haberse producido entre las 23.30 y las 23.40 con lo cual se pudo haber hecho algo más. Y nadie hizo nada, ni en la ambulancia, donde se pudieron dar los primeros auxilios, ni en el hospital”, asegura.

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Y agrega: “Mi hijo subió a la ambulancia con vida pero los paramédicos lo dejaron en la parte de atrás y ellos se sentaron adelante. Walter falleció en la puerta del hospital sin haber recibido ninguna asistencia médica".

Por su parte, Florencia aclara: "Es muy raro que hayan puesto ese horario. Yo te puedo mostrar mi celular con la llamada a emergencias que sale a las 23.02. Y después de eso pasaron muchos minutos, como unos 20 hasta llegar al hospital. ¿Cómo la autopsia va a decir que mi novio murió a las once de la noche? Está claro que dice una hora equivocada, como todo lo que se hizo esa noche. Todo estuvo equivocado".

En cuanto al asesino, no hay novedades y el único dato que se conoce es que es colombiano. "Lo están buscando en la frontera norte de Bolivia y están confeccionando un identikit, pero no hay novedades, nos dijo la policía", apunta la madre de la víctima. "Lamentablemente empezaron a trabajar un día más tarde y eso le dio tiempo para escapar. Si hubieran tomado nota de la descripción que Florencia hizo del homicida, hubieran dado con el paradero", agrega.

El noviazgo con Matías

En medio de la charla, le consultaron a Florencia sobre su relación amorosa con Rosales: "Perdón, no quiero seguir recordando, me hace muy mal. Empezó con una hermosa amistad y siguió con un noviazgo mágico".

Se conocieron en Catriel, Río Negro, a principios de 2022, y desde ahí no se separaron más. "Sintonizamos a partir las coincidencias y los gustos, que luego derivaron en un viaje y la amistad cambió por una historia de amor que tenía mucho por delante y que me sigo preguntando qué pasó. No encuentro explicaciones y eso me mata".

La pareja viajaba desde fines de mayo y con un plan, "muy armado en el día a día, era quedarnos unos días más en Bolivia para luego ir a Chile y Perú. Y si nos daba el presupuesto quedarnos hasta fin de año y rumbear para Traslasierra, en Córdoba, y hacer la temporada allí".

“Lo sigo esperando”: el duro relato de la novia del neuquino apuñalado en Bolivia

Los novios habían llegado a Oruro el domingo 10 de septiembre. "Se dijo que habíamos llegado a Bolivia para ver el partido y nada que ver... No teníamos idea que jugaba el seleccionado, somos cero fútbol", señala. Sin poder seguir, Florencia se quiebra y comenta: "Me dijo unas palabras hermosas que me las guardo para mí. Fue lo último que me susurró en el oído y se descompensó".

El día del asesinato, Florencia y Walter llegaron al hostal donde se hospedaban después de trabajar en artesanías. "Estábamos con un hombre colombiano con el que habíamos pasado parte del día y con el que Walter había pegado buena onda. Ellos charlaban en la puerta del hostel y estaban a plena risa y yo hablaba con la recepcionista, que me decía que a las once de la noche teníamos que entrar porque la puerta ya quedaría cerrada", asegura. "Había sido un buen día de trabajo, habíamos vendido y teníamos margen para pagar la habitación y la comida del otro día", agrega.

En un momento, ella le comentó a su novio que en diez minutos había que entrar a la habitación. "Dale, esperame que voy a comprar una gaseosa acá a la vuelta. ¿Tenés plata?'. Y yo le di 10 bolivianos". Se fue Walter y atrás lo siguió el colombiano. Florencia, tranquila, se quedó al cuidado de las mochilas.

"No pasaron cinco minutos y lo veo venir corriendo a Walter con una botella de naranja en una mano y la otra agarrándose el pecho. 'Me apuñaló el colombiano, llamá a una ambulancia. Fue el colombiano'. Y se sentó en la puerta de una farmacia, justo al lado del hostel. Yo estaba desconcertada, no entendía nada, el mundo se me venía abajo... Le levanté la remera y pude ver el puntazo que tenía en el pecho, había sangre".

A partir de allí, Florencia describe a lo que siguió como "un caos, una locura absoluta". "Es una zona de mucho movimiento, la gente pasaba caminando y seguía de largo. En el hotel me negaron el teléfono. Yo intenté llamar desde el mío pero no tenía crédito. Y mientras le rogaba a Walter que no cerrara los ojos, que no se quedara dormido. Él asentía mirándome fijo".

En el momento de shock y desesperación, Florencia le suplicaba a Walter que aguantara. "'El colombiano me apuñaló', me repetía. 'Mirame, hablame, no cierres los ojos', le decía mientras le movía la cara. Y él me dijo algo que me guardo para mí, fueron sus últimas palabras... Nosotros nos hemos bancado muchas situaciones difíciles y yo pensé que ésta era un jodida pero que iba a salir adelante... Y ahí se desvaneció".

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Minutos más tarde una pareja llegó a ayudarlos: "Una señora y su marido fueron los únicos que tuvieron un gesto de humanidad, el resto nos trató peor que un perro, como si fuéramos una cosa. La señora me preguntó qué había pasado y le pedí que llamara a emergencias. Lo hizo y al ratito llegó una ambulancia de bomberos, sin ningún médico”

Y agregó: “Lo subieron a la parte de atrás, yo estaba sola con Walter, desesperada porque los minutos pasaban y no había ningún tipo de atención médica. Pero yo sentía que vivía, hice el curso de primeros auxilios y RCP, tengo algo de conocimiento ".

Una vez que llegaron al Hospital Corea, Florencia bajó corriendo hacia la guardia y salieron dos enfermeras "que me ayudaron a bajarlo y lo pusieron en una camilla en la vereda, frente al hospital. Las enfermeras me preguntaron qué había pasado, pero no hicieron nada y minutos después apareció un médico sin ningún botiquín ni nada... Le miró las pupilas a Walter y luego me miró a mí y como si nada me dijo 'Está muerto'".

"Yo le insistí suplicándole que lo atendiera, que intentara algo, yo le había sentido los signos vitales y todavía estaba vivo. El médico entró al hospital y volvió con un estetoscopio y con un desgano increíble. Y se metieron de nuevo en el hospital y no aparecieron más, ¿¡vos te creés que alguien me ofreció un vaso de agua!?", se queja.

"Lo cuento y no lo puedo creer. Hasta a mí me aparece increíble la actitud de toda la gente, pero lo que pasó en el hospital es incomprensible. Les pedía una reacción, un intento de algo, pero el destrato fue demoledor. Yo tuve que taparlo a Walter con mi campera que le había puesto para presionar la herida... Pasó un rato largo, como una hora y seguíamos en la vereda... Hasta que me dijo gente del hospital que lo iban a llevar a la morgue".

 

BR/LT