OPINIóN

Arquitectura de la elección

Elegir es enfrentar el “sesgo de statu quo”, es decir nuestra preferencia a no hacer algo diferente a lo que ya hacemos por temor o comodidad, dejando que las cosas continúen como están. Cómo funciona en relación a las políticas públicas.

Filosofía
Filosofía | Morhamedufmg / Pixabay

Elegir es enfrentar el “sesgo de statu quo”, es decir nuestra preferencia a no hacer algo diferente a lo que ya hacemos por temor o comodidad, dejando que las cosas continúen como están. Cómo funciona en relación a las políticas públicas.

Intentar introducir ciertos cambios en el comportamiento observado de las personas, constituye una acción necesaria al evaluar las circunstancias contemporáneas que atraviesa la sociedad humana (nuevas guerras, gobiernos autocráticos, crisis ecológica, pandemias, déficits de atención sanitaria, etc.)

Dentro de ese contexto generalizado, la Argentina enfrenta apremiantes y autóctonamente creados problemas socioeconómicos, sanitarios e institucionales (poderes públicos, justicia, delincuencia extendida y quizás lo que resulta aún más grave… destrucción de su capital social). En este marco, la necesidad de cambio de comportamientos se transforma en absolutamente indispensable si pretendemos sobrevivir abordando las acuciantes circunstancias que la actualidad hoy nos impone.

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Datos y políticas públicas

Mejorar la arquitectura de la elección 

Mejorar la arquitectura de la elección y comportamiento implica la introducción de fuertes “incentivos” (según los economistas) o “empujones” (según los psicólogos del comportamiento) con el objetivo de estimular comportamientos “más deseables”; esto se debe desarrollar a través del diseño de adecuados marcos de elección, sin por ello cercenar las libertades individuales. 

Recordando a Rawls debemos pensar sí condicionarlas según la noción de que cada persona posee igual derecho al sistema más extenso de libertades básicas compatible con un sistema similar de libertad para todos. En un lenguaje con menos prosapia, nuestra libertad empieza y culmina donde se ubica la del prójimo.

Para proponer cambios se deben enfrentar los sesgos cognitivos que nos condicionan, los cuales se describen como estructuras que -con la intención de ahorrar recursos mentales- constituyen atajos en la toma de decisiones, pero condicionan y distorsionan, la racionalidad con la que estas decisiones son efectivamente tomadas. 

Elecciones: ¿Voto emocional o racional?

Derivados de la Economía y Psicología del comportamiento, estos sesgos cognitivos identificados nos arriesgan a la manipulación, generando fragilidades conceptuales ante reinterpretaciones ficcionales de la realidad (relatos), interesadas políticas de marketing, sobreexposición a redes sociales y las nuevas herramientas de inteligencia artificial.

El epistemólogo Fernando Broncano señala que “la producción social de ignorancia explota nuestras fragilidades convirtiendo nuestras reacciones inmediatas, en productos sistémicos multitudinarios de diverso carácter: polarización, pánico moral y conspiracionismo”. 

Según el laureado Thaler las herramientas de la “arquitectura de la elección” proponen enfrentar el “sesgo de statu quo”, es decir nuestra preferencia a no hacer algo diferente a lo que ya hacemos por temor o comodidad, dejando que las cosas continúen como están. De modo similar se define “procrastinación”, como la postergación o posposición al retrasar cuestiones que debieran atenderse perentoriamente, reemplazándolas -dado el miedo a afrontarlas -por otras irrelevantes o inconsecuentes.

Sesgo cognitivo
Procrastinación, la postergación de cuestiones que debieran atenderse perentoriamente.

Sesgos de la información

Frente a una generalizada “producción social de ignorancia” resulta importante entender también otros sesgos cognitivos que condicionan el modo que nosotros procesamos la información. 

El sesgo de confirmación, por ejemplo, aparece al encontrar nueva información que contradice algo que conocíamos previamente y frente a ello, nuestra primera reacción es rechazarla y defender lo que creíamos saber; esto naturalmente nos lleva a una interpretación ficticia de la realidad. Complementariamente a esto puede ocurrir la confirmación sesgada, es decir la completa distorsión del contenido de esa nueva información para que simplemente “confirme lo que ya sabíamos”.

Los sesgos cognitivos

El sesgo de desinformación aparece al intentar recordar fielmente un evento y el recuerdo no resulta del evento en sí, sino del modo que procesamos y asimilamos los sucesos después del evento, comprometiendo en consecuencia la precisión del recuerdo y nuestra memoria.

El sesgo actor/espectador implica el uso de criterios distintos al juzgar acciones propias o de otros. En general al analizar nuestros actos o circunstancias, tendemos a justificarlos como consecuencias directas de  influencias externas: nuestras fallas se deben a factores externos (una patológica externalización de la culpa) mientras que las de los demás, suelen ser el resultado de causas internas, tales como sus propias decisiones, incapacidad, etc.

Información verificable, estructura y difusión en las políticas publicas

Ante los incumplimientos de políticas públicas, se ha demostrado que aquellos programas que logran cambiar valores predeterminados e impropios, logran impactos importantes en una amplia gama de decisiones y cambios de comportamientos.

Construir herramientas que proponen enfrentar esta “producción social de ignorancia” implica entonces el desarrollo de incentivos con tres mecanismos sinérgicos: información verificable, estructura o marco y compromiso de partes. 

La información como obsesión

El primer mecanismo propone intervenciones cuyo objetivo es producir información confiable y accesible para las personas, incentivándolos a verificar toda información recibida y finalmente, ilustrando con datos contrastables la toma de decisiones. 

Con el segundo, se debe considerar el denominado “efecto marco” reconociendo que muchas de nuestras decisiones, están profundamente sesgadas por la manera o el contexto en que se presenta la información. Un famoso estudio de Tverski y Kahneman, demostró la propensión a asumir los riesgos de una intervención quirúrgica, cuando la opción es presentada en términos de probabilidad de mejora y un importante rechazo, cuando la opción es presentada con datos equivalentes que indiquen la probabilidad de muerte.

En tercer lugar, se debe considerar que los “incentivos o empujones” son herramientas muy poderosas y deben implicar un uso prudente y diferentes compromisos. 

Noticias falsas y desinformación

El dato no mata al relato

En el caso de los emisores de información, un compromiso a no engañar (al menos intencionalmente) y transparentar fuentes y datos; en el caso de los receptores, el compromiso a revisar críticamente toda información impulsando consecuentes cambios de comportamiento cuando esto se desprendecomo consecuencia de la información recibida. 

En los países serios con procesos democráticos y transparentes, los responsables políticos no solo son juzgados y sancionados legalmente cuando se demuestran delitos de corrupción y tráfico de influencias sino también resultan objeto de críticas públicas y sanciones morales (quitándoles el voto) cuando declaman falsedades y continuas contradicciones con cambios de discurso según soplan los vientos de conveniencia.

Resulta obvio que la manipulación de todos estos instrumentos, constituye una pieza esencial de todo populismo disfrazado con ropaje de propuesta política de izquierda o derecha; por ello y consistentemente con lo propuesto en esta columna, sepan los lectores analizar críticamente toda la información que aquí es presentada.