OPINIóN
Investigación

Avivar la llama del conocimiento y desarrollo

Somos demasiado pobres para seguir insistiendo en dejarle al azar la construcción de las causalidades necesarias que contribuyan a que el conocimiento colabore en el desarrollo de nuestras regiones.

Conocimiento
Conocimiento y estudio. | Pixabay

Los procesos de generación, aplicación y gestión del conocimiento como motores del desarrollo se han implementado en diferentes realidades internacionales con éxito. Sin embargo, en el mundo del subdesarrollo son menos frecuentes, tropiezan con mayores dificultades, a menudo resultan «abortados» y, aun cuando fructifican, permanecen en no pocos casos «encapsulados» –lo que significa que la apropiación del conocimiento no impacta en el desarrollo de la sociedad que lo sustenta. 

Precisamente en nuestro país proliferan procesos truncos de apropiación de los beneficios del conocimiento por la comunidad toda. Esto es así porque el conocimiento no produce derrame en forma automática y para que suceda y perdure es necesario “avivar la llama”.

Varias regiones de nuestro país y por lo tanto la Argentina toda cuenta con las capacidades en investigación, desarrollo e innovación y esta es una condición necesaria, pero no suficiente, para que ese proceso suceda. 

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Si el objetivo es colaborar en la toma de conciencia para que el desarrollo basado en el conocimiento suceda, son necesarios acuerdos sociales que exceden al sistema de ciencia y técnica. 

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El conocimiento es un insumo que se sustenta en las personas. por lo tanto, es necesario identificar los actores, las instituciones, la planificación, los recursos, las responsabilidades, los roles y el esquema de poder que “en” y “entre” ellos se sustenta. 

Esto hecho hace que la identidad cultural, el sentido de pertenencia, las problemáticas, los entramados institucionales y la proximidad geográfica de una misma comunidad, sean los potentes factores que permiten fomentar los intercambios socioculturales y económicos que conducen a la generación, gestión y aplicación del conocimiento que podrían conducir al desarrollo de esa comunidad.

Esta afirmación sigue siendo cierta aún luego de haber experimentado tan intensamente la “proximidad” de la interacción virtual. Cuando hablamos solo de generación de conocimiento es claro que la geografía podría no ser la determinante. De hecho, la comunidad científica internacional avanza e interactúa virtualmente mucho antes de la pandemia generando proyectos con actores de las más diversas realidades. Sin embargo, en la “gestión del conocimiento”, que incluye el proceso de desarrollo de capital humano, la proximidad geográfica y la interconexión institucional siguen siendo imprescindibles. El médico puede diagnosticar una apendicitis por teléfono, pero si no interviene en el cuerpo del paciente éste puede morirse. Este hecho es aún más cierto cuando la base de las economías de muchas regiones está vinculada con los recursos naturales y su sustentabilidad.

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Insistimos, cuando el insumo clave es el conocimiento, las regiones tienen un rol imprescindible y esto no es una discusión ideológica, ni es revivir las batallas de Caseros o Pavón; es una evidencia metodológica, asociada a procesos fuertemente endógenos que, para que se concreten, exigen contemplar requerimientos específicos. 

Esto es así porque es un proceso de aprendizaje donde es imprescindible que participe la comunidad toda, tal es así que aún donde se cuenta con generadores de conocimiento, estos por sí solos no conducirán al desarrollo de la comunidad que los sustenta, serán enclaves posiblemente útiles para otros grupos, pero pueden no impactar en las necesidades de sus vecinos más próximos. Es necesario fortalecer y alentar estos procesos reconociendo las habilidades, las necesidades y los aportes del otro. Esto hace indispensable alentar y construir, desde las más cotidianas interacciones de vecinos hasta las más altas esferas del poder, relaciones que promuevan “sistemas sustentables” donde todas las personas, con derechos y obligaciones, sean reconocidas integralmente como actores imprescindibles por el solo y virtuoso hecho de ser ciudadanos de la comunidad.

Como consecuencia de la necesidad de articular sistemas con las características específicas de cada región, deben analizarse qué tipo de estructuras, de organizaciones, de relaciones jerárquicas son imprescindibles construir para que se sustancien. Básicamente, porque no cualquier forma de organización logra que los sistemas se construyan y las regiones se potencien. Aquellas sociedades que no logran sistematizar y respetar los acuerdos mínimos traducidos en leyes y normas, que les garantizan no rediscutir continuamente las bases que las sustentan, quedan enredadas en procesos interminables que no les permiten avanzar participando a todos de los beneficios. 

Esto es particularmente destructivo cuando el objetivo es la incorporación del conocimiento porque la promoción de comportamientos sistémicos, tan necesarios para producir su aplicación y provocar la innovación, empieza con saber quién es quién, cuáles son las responsabilidades de cada uno y cuáles son los objetivos para trabajar en conjunto.

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En general la falta de definición de identidades, funciones y roles hace muy difícil la elaboración de programas de trabajo y genera una sobre simplificación en el análisis de las problemáticas. La no definición de las propias identidades, ni de los valores a respetar en conjunto, genera miedos e inseguridades en las relaciones con el otro. Pero sobre todo genera una gravísima dificultad de reconocer los éxitos del otro, de valorarlos y de potenciarlos

Esto nos hace perder libertades, tiempo y oportunidades esenciales para motivar la creatividad que permite la resolución de los nuevos problemas y la ampliación y complejización de la matriz productiva.

Seguimos buscando defender los propios fuegos cuando hace falta que nos dispongamos a compartir el gozo del calor de la fogata construida en conjunto.

Somos demasiado pobres para seguir dejando al azar estos procesos, los tiempos de las casualidades han pasado, y el desafío es logar que como resultado de acuerdos colectivos se establezcan las causalidades necesarias para logar la construcción de un desarrollo sustentable y equilibrado basado en la apropiación del conocimiento.

*María Luz Martiarena es doctora en Física, investigadora del CONICET y directora de Innovación del Instituto Balseiro.