OPINIóN
Massa en China

BRICS: se necesita más que soluciones imaginativas para salir de las urgencias

La Argentina se debe una estrategia inteligente de inserción global en el contexto de la tensión entre Estados Unidos y China que vaya más allá de su crisis financiera.

Sergio Massa se reúne en China con Dilma Rousseff 20230601
Sergio Massa se reúne en China con Dilma Rousseff. | NA

Eduardo Oviedo es uno de los principales estudiosos de la relación de la Argentina con China. Docente de la UNR, en su trabajo Alternación política en Argentina y relaciones económicas con China, Oviedo sostiene que el crecimiento significativo de la influencia china en la Argentina se tradujo en una “dependencia unilateral” a partir de la firma del acuerdo para el establecimiento de relaciones estratégicas integrales, en 2014, durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Para Oviedo, el gobierno de Mauricio Macri ensayó en cambio una reafirmación de la autonomía respecto de China al diluir esa dependencia en lo que llama una “dependencia multilateral” de la Argentina respecto de los mercados internacionales a raíz de la ingente búsqueda de financiamiento.

Sabemos que Oviedo está trabajando en otro estudio sobre la relación con China y los Estados Unidos -si es que no lo ha terminado ya. Pero no es arriesgado decir que el viaje de Sergio Massa al Imperio del Centro reafirma su tesis acerca de las dependencias múltiples, respecto de China, pero también del Brasil de Lula Da Silva y por qué no, de Rusia, India y Sudáfrica, los otros socios del BRICS. Desde luego que esa dependencia se extiende a los Estados Unidos y a los organismos multilaterales de crédito.

Massa regresará al país con la promesa de que la Argentina será miembro del Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS, una vez que sea aceptada formalmente por el board, en agosto próximo. Se afirma que es un hecho y será anunciado oficialmente. Las fuentes son los miembros de la delegación argentina en China, según recogen las crónicas, entre ellas las del enviado de Perfil.

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La novedad, transmitida al ministro por la brasileña Dilma Roussef, la presidenta de la entidad, es auspiciosa pero una vez más se inscribe en un contexto de desesperación de un país resignado desde hace décadas a la irrelevancia. 

En julio de 2022, la Argentina consiguió el respaldo de China para ingresar formalmente a los BRICS y destrabó el último obstáculo. El presidente Fernández había gestionado personalmente el ingreso al grupo de economías emergentes en febrero de 2022, durante su recordado encuentro en Moscú con Vladimir Putin, veinte días antes de la invasión rusa a Ucrania. Quedan asuntos pendientes para lograr la membresía plena, como este ingreso a su banco, logrado ayer además por Arabia Saudita, Egipto y Zimbabwe.

Había habido un primer intento de llegar a los BRICS en 2014, con Cristina Kirchner. La Argentina había iniciado una campaña desesperada de regreso a los mercados internacionales de crédito, que incluyó un acuerdo del entonces ministro Axel Kicillof con el Club de París para el pago de la deuda con los países miembros, con intereses y punitorios y una negociación urgente con los tenedores de deuda argentina en juicio en EE.UU., que se interrumpió abruptamente por decisión de la entonces presidenta (Mauricio Macri pagó esa deuda en 2016, a poco de asumir, también con intereses y punitorios). El objetivo BRICS se inscribía entonces en el mismo propósito de hoy: obtener financiamiento.

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Massa y Fernández habían fallado semanas atrás en su intento de que fuera Brasil, a través de su BNDES, el que asumiera el financiamiento de sus exportaciones a la Argentina. “Te vas sin dinero”, despidió Lula al Presidente con una verdad cruda. La opción fue por la vía de los BRICS, no si antes de que el ministro de Hacienda Fernando Hadad dijera que el banco no ofrecería una garantía para apuntalar las reservas de la Argentina. “No fue posible”, ratificó al día siguiente Lula.

El pedido de auxilio ante la dramática caída en las reservas agudizada por la sequía había sido llevado a Washington a finales de marzo por Alberto Fernández. El Presidente fue allí en busca de un espaldarazo de los Estados Unidos y pidió a Joe Biden que renueve el apoyo a la Argentina en medio de la crisis. Argentina, en efecto, se llevó de Washington el respaldo a sus negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, destinadas a suavizar los compromisos asumidos en el acuerdo por el programa de facilidades extendidas en tiempos de Martín Guzmán. 

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Biden, según la versión que dio entonces la parte argentina, también acompañará las gestiones del Gobierno para acelerar préstamos acordados con otros organismos multilaterales y por la apertura de nuevas líneas de crédito: líneas de pequeños desembolsos rápidos del BID destinadas, además de al financiamiento de iniciativas vinculadas al cambio climático y a la transición energética, al dar “respaldo presupuestario” a la Argentina. Debe leerse como un crédito para fortalecer las reservas del Banco Central. Aún no se ha materializado en cambio una ayuda extraordinaria del FMI, como era la pretensión de Massa. 

Volviendo a los BRICS, en el Gobierno se sostiene que la gestión en los BRICS potencia las relaciones sur-sur que siempre seducen a la izquierda peronista -y también a la derecha- además de abrir, como al parecer ocurrirá, posibilidades de financiamiento para la Argentina. 

Ampliar los escenarios de participación internacional siempre es positivo. Pero los viajes al exterior suelen dar lugar a pérdidas de escala, quien sea que gobierne. La Argentina aún se debe una estrategia de inserción inteligente en un contexto global dominado por una aceleración de la tensión hegemónica entre EEUU y China. Se necesita algo más que fórmulas imaginativas para sortear las urgencias.