Desde adolescente a Gastón se le daban bien la tecnología y las redes sociales. Un día lo allanan y le retiran sus computadoras y su celular. ¿La acusación? “Distribución de imágenes pornográficas de menores de 18 años”. De adulto, a Gastón también se le da bien el Grooming.
El acoso de niños, niñas, o adolescentes a través de Internet y tecnologías afines para propósitos sexuales (Grooming) es un problema creciente a nivel mundial que pone a un sinnúmero de menores de edad en riesgo de abuso y explotación sexual.
Se trata de un proceso por medio del cual un adulto establece una relación con un niño, niña, o adolescente a través del uso de redes sociales para hacer posible un contacto sexual, ya sea por Internet o fuera de Internet.
Diferentes formas. El acoso por Internet puede estar vinculado con una variedad de formas diferentes de explotación sexual infantil, como la creación de material sobre abuso y violencia sexual infantil. La mayor parte de los groomers utiliza las imágenes de sus víctimas, logradas a través de la coacción, para consumo propio y para su comercialización en sitios de internet a los que sólo se accede mediante un navegador especializado. Es la llamada “Dark Web”. Esta internet profunda se utiliza para mantener el anonimato en aplicaciones tanto legales como ilegales. Es claro que el anonimato resulta un factor crucial para las acciones de nuestro sujeto de perfilación.
Según Jean-Yves Hayez, el abuso sexual puede ir desde “un comentario sexual sutil a la violación con lesiones graves”. Esta definición prevé cualquier tipo de comportamiento de implicancia sexual, aunque sea verbal, en lo que personalmente incluyo un gesto, una mirada lasciva, una mueca o cualquier actitud de insinuación sexual. Recuerdo particularmente el caso de un padre que abusaba consuetudinariamente de una de sus tres hijas. Se encierra con ellas en una habitación al saber que su esposa se había dirigido a realizar la denuncia por el abuso de la mayor de las niñas. En ese dormitorio, él miraba a la segunda de sus hijas y mientras lo hacía, se relamía. Atemorizada y paralizada, anticipando catastróficamente un futuro de sometimiento similar al que había padecido su hermana mayor, interpretó “yo soy la que sigue…”. La niña desarrolló sintomatología traumática a partir de esa experiencia. El grooming cumple con estas características. Sin siquiera tocarlo, el acosador virtual aborda y viola la intimidad del cuerpo del niño/a o adolescente, en tanto atraviesa la pantalla e invade la privacidad de la víctima.
Características. Ahora bien, introduciéndonos de lleno en la personalidad fascinante del groomer, y digo fascinante por su capacidad de desarrollar estrategias complejas para captar y sostener la atención de su víctima, para seducirla y luego para controlarla, podemos plantear varias características de no menor importancia.
El groomer es un cazador. Al groomer le fascina la caza y la adrenalina de salir a cazar víctimas. La anticipación de la búsqueda, el proceso de localización y de captación de la presa lo alientan y lo activa. Lo mantiene entusiasmado y animado. Pero no siempre tiene éxito en su búsqueda, porque a veces las potenciales víctimas no se interesan por sus intentos y maniobras de captación, por lo que debe desarrollar paciencia; otra de las características de estos sujetos. El groomer se ha hecho de una gran paciencia, tanto para encontrar a la víctima perfecta que muerda el anzuelo como para lograr que quede atrapada en sus redes. Para ello debe desarrollar una estrategia de seducción que cursa de manera detallada, paulatina, progresiva e invasiva como una enredadera que se sumerge en los intersticios que abre la propia presa deseosa de atención, de ser mirada, de ser comprendida y de recibir contención.
La seducción del groomer, la impostación de ser un “amigo” comprensivo que comparte secretos, gustos, problemas, deseos, sueños, tiene por consecuencia que su presa baje sus defensas y así queda expuesta y vulnerable a las maniobras del groomer. Para ello, este impostor ha sido creativo, muy creativo, adaptándose como un camaleón a las necesidades y pareceres de la víctima, tratando de seguirla como a su sombra en cuanto a sus deseos, gustos y temores. Esta creatividad no es menor para posibilitar el desarrollo de este proceso y plantea una gran capacidad de flexibilidad cognitiva.
Control. Una vez logrado ello, este ajedrecista ha conseguido el control. Llegar a esta instancia provoca cierto goce en nuestro sujeto de análisis, porque le permite sentir que ha logrado poder y preeminencia sobre su presa. La tiene en sus manos y ya puede comenzar con la segunda etapa del proceso. Entonces comienza a proponerle, muchas veces desde el “juego”, fotos sugerentes y más tarde, otras producciones más osadas, a veces hasta un punto en que la víctima se resiste. Esta reticencia es respondida con acciones del groomer que culpabilizan a la niña, niño o adolescente de ingratitud por “todo” lo que este “amigo” ha hecho por ellos. Así, se incorpora el chantaje emocional, instalando en la dinámica de la relación un estilo de manipulación caracterizado por la utilización de la culpa y de la obligación de lealtad como intercambio forzado entre victimario-víctima. Frases como “si no fuera por mí, vos estarías sola”. “yo soy tu único amigo”, son frecuentes en esta dinámica instalada por el groomer. Si esta negativa de la víctima permanece, comienza la coacción y la extorsión sobre la publicación del material que ya tiene: “voy a subir las fotos a Facebook y a Instagram para que todos vean quien sos en realidad”. De esta manera se hace de nuevas imágenes que luego usa para consumo propio, para subir a la web profunda y para comercializarlas. Por supuesto para este sujeto, su víctima es sólo un objeto y por tanto es desechable; así puede continuar obteniendo material de la misma presa o quizás ya puede pasar a la próxima.
Como advertimos, el groomer es un ajedrecista y como tal acepta el desafío de un rival/víctima cada vez que tiene la oportunidad.
*Psicóloga Forense.
Perito Oficial del Poder Judicial de Córdoba. Docente de la Carrera de Especial en Psicología Jurídica de la UNC.