OPINIóN
Pronóstico

El país libertario de Javier Milei: ¿qué sucederá cuando desaparezca el Estado?

La reducción de la Argentina actual a su mínima expresión es en realidad la supresión de la ciudadanía y de su pertenencia a la vida pública. Cómo sería valerse por uno mismo en el sentido económico, social y cultural.

Argentina's Economy Caps Strong Second Half With December Rebound
Argentina's Economy Caps Strong Second Half With December Rebound | Bloomberg

En el proceso electoral de próximo desenlace irrumpió tempranamente un movimiento invocando entre sus enunciados más nítidos, un cambio radical ya no solo institucional sino en el modo de vida que caracteriza nuestra sociedad, y ese nuevo actor pareció ganar rápidamente acogida como reacción a la profunda crisis económica, social y política en que nos hallamos. 

Frente a esa movilización denominada libertaria se presenta una alternativa que invoca la bandera de la democracia y la promesa de un gobierno de unidad nacional, pero con la dificultad que emerge de un gobierno que acarrea el descontento generalizado por la profunda crisis, el curso de una economía con crecimiento decreciente, inflación y la consiguiente pobreza que sume en la sobrevivencia elemental a buena parte de los argentinos y que afecta los planes de vida de la gran mayoría. 

Esa crisis consiste asimismo en el deterioro de la vida en común desgastada por el incremento de la inseguridad por obra de la criminalidad organizada y del narcotráfico, pero también de esa delictividad juvenil o unipersonal que arrebata por necesidad y falta de alternativas y genera por cierto descontento pero que también nos apena.

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Pero la defensa de la democracia parece perder inteligibilidad también por el profundo desapego que reina en la ciudadanía con el mundo de la política.

El divorcio generalizado con las dirigencias políticas – que algunos califican de clase política por su solapamiento corporativo- deriva de la ineficiencia en los planes de desarrollo y el estancamiento de la economía. 

Este desasosiego se refuerza por la percepción de los beneficios y privilegios de la cúspide partidaria, ya sea como inherentes a la función y otros provenientes de la corrupción. 

El modo de habilitar la obra pública con licitaciones espúreas o por arbitrio y más en general de asociación ilícita de gobernantes con grandes empresarios para provecho indebido de unos y otros, de autorizar las importaciones en montos inflados a moneda de cambio preferencial, las planillas de funcionarios públicos fraguadas que asignan ingresos a personas que no tienen una actividad comprobable, son algunas de las variedades de la corrupción en las elites del poder. 

El intenso y fundado descontento con el statu quo - una decadencia de décadas- ha favorecido la expansión de un movimiento libertario que compite ahora por el acceso a la presidencia. Se ha expandido enarbolando la bandera del cambio, denunciando a la casta política y proclamando el advenimiento de la libertad como principio que sintetizaría las transformaciones a emprender. 

El nuevo líder es portador de una doctrina de tinte revolucionario que promete una Argentina que estaría privada de las instituciones y la sociabilidad que la caracterizan, a ello se suma el activismo de su socia en la fórmula presidencial que promueve una revisión histórica de lo juzgado por la justicia -y por la gran mayoría de los ciudadanos -sobre la dictadura militar, cuya acción emblemática aunque encubierta fue la “desaparición de personas”.

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La doctrina de Javier Milei como líder de poder concentrado y de los libertarios tiene su inspiración más lejana en Adam Smith (La riqueza de las naciones, 1776), quien postula el liberalismo económico, sosteniendo que el mercado por sí mismo corrige y modera la sociedad, operando como una suerte de “mano invisible¨; dotarse de ese orden natural ofrecería a los individuos “leyes” objetivas permitiendo prescindir de la política, es decir de los conflictos de intereses entre los ciudadanos y de las decisiones de representantes políticos y gobernantes.

Javier Milei es un doctrinario muy afirmado en la visión anti política descalificando la deliberación sobre la distribución de bienes, la justicia social, pues en el mundo por él proyectado cada quien se valdría por sí mismo. “Si los fines, los medios y los recursos no están dados, sino que continuamente están creándose por la acción empresarial del ser humano, resulta claro que el  planteamiento ético fundamental deja de ser cómo distribuir equitativamente lo existente, y pasa a concebirse como la manera de fomentar la creatividad conforme a la naturaleza humana” (en Javier Milei,  El camino del libertario).

Milei presume una naturaleza humana que destina las personas al emprendimiento individualista, el egoísmo, que se valdría por sí mismo. “Actuando en el interés propio se proveería el mayor provecho posible para todos…La sociedad liberal prueba que el hombre ve en los demás solo medios para la realización de sus propósitos… En ese sentido, podemos aceptar que el egoísmo es la ley fundamental de la sociedad” (en Javier Milei, ibid. ).

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El candidato presidencial se considera Anarcocapitalista aunque también en la vida real minarquista, pues admite la implementación por el Estado exclusivamente de las instituciones policiales y militares.

De las numerosas promesas electorales que ha formulado, las que concentran mayor atención son la de supresión del Banco Central y la de dolarización de la economía, las que han sido criticadas como impracticables y aun contraproducentes por los economistas más destacados e incluso relativizadas por los de su entorno.

Pese a la vocación antipolítica, las relaciones comerciales internacionales, que forzosamente dependen de visado de las operaciones de cada Estado nacional, estarían afectadas por la prometida ruptura de relaciones diplomáticas con Brasil y con China por razones ideológicas; inserto esto de modo incoherente en sus premisas conceptuales.

Otros postulados como la liberalización de la venta de armas, y las relativas a la mercantilización de las personas (venta de órganos, cesión o venta de los niños), han sido motivo de escándalo por los riesgos del incremento de la delictividad en uno, y la transformación de las personas y fragmentos de su organismos en mercancías comercializables en los otros. 

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Sin embargo, el vector central de arrasamiento sobre lo existente que propone el candidato Milei es la desaparición del espacio público, en el sentido económico, social y cultural. 

Áreas de la vida en común que según el reconocimiento público requieren grandes reformas como la educación (en todos sus niveles), la salud, la seguridad, las jubilaciones  -predominantemente públicas- estarían destinadas a su privatización. 

 Es el mayor emprendimiento previsto para quebrar el sedimento de una comunidad política que sostiene las instituciones que proveen formación y protegen a los ciudadanos a lo largo de su vida.

La reducción del Estado a su mínima expresión es en realidad la supresión de la ciudadanía y de su pertenencia a la vida pública. Un ejemplo ilustrativo. El rechazo manifestado por el líder libertario a los “precios justos” en los alimentos envasados seguramente sería extensivo al etiquetado frontal en los productos alimenticios, este último permite a las personas saber la composición en nutrientes de lo que adquiere y orientar su consumo.  

La nación como un conglomerado de productores autónomos autosuficientes es una ficción enunciada en el plano teórico, pero que podría acarrear, si Javier Milei accede a la presidencia, prontos comienzos de destructividad y de daño a nuestra maltrecha democracia.


Los principios enunciados por las revoluciones democráticas en particular la francesa son libertad, igualdad y fraternidad; es así que los derechos a la vida, a la circulación y a la información por partes de las personas que devienen ciudadanos son consustanciales a los orígenes y se han ampliado en la medida del progreso en conocimiento, en riqueza y en la experiencia crítica de la vida en común. 

Este es el espacio público ciudadano que connota la sociabilidad en los intercambios de toda naturaleza culturales, deportivos, artísticos y también comerciales, y fomenta la pacífica convivencia que proveen las costumbres en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana.

Las instituciones del Estado intervienen y son parte del espacio público regulado favoreciendo su expansión supliendo la espontanea asociatividad en aquellos territorios carenciados o sectores de la población poco integrados a la dinámica social por impedimentos orgánicos o neurológicos.

Los principios democráticos son el principal objeto de conflicto y argumentación confrontativa entre los actores políticos y los movimientos sociales, aún ahora que las calificaciones de izquierda y derecha parecen insuficientes, y hasta perimidas. Pero quienes lidian políticamente no reniegan de esos fundamentos y bordes de la comunidad política que reconoce el ámbito público como habitado por semejantes, aspirando a modalidades de libertad e igualdad en evolución y en debate. Es cierto que en algunas sociedades han emergido extremas derechas, pero que salvo excepciones no alcanzan a ignorar los principios democráticos.

Y los nuevos derechos también se abren paso. Porque se inscriben en la secuencia de los principios de origen. La revolución feminista, los derechos de género y la consciencia creciente del riesgo para nuestro hábitat en el planeta si no se contiene el calentamiento global, son denegados por el líder libertario, quizás porque no tienen cabida en su estrecha concepción de la naturaleza humana.

Para entender el alcance del riesgo que correría la democracia, es oportuno aclarar a que nos referimos.

La democracia es un régimen político, lo que supone que el gobierno es expresión de la voluntad popular, que el poder tiene escenas, el ejecutivo, y el parlamento generalmente diverso que sanciona leyes, y una instancia de validación o inhibición de leyes según un criterio de admisibilidad constitucionalidad, que es ejercido por la Corte Suprema. 

Qué pasó en "Free Town Proyect", el experimento libertario de Grafton (New Hampshire, EE.UU), en donde los discípulos de Ayn Rand llegaron al poder en 2003.

A la hora de afrontar un movimiento y eventual gobierno revolucionario, bajo el emblema libertario, es importante destacar la vocación de conformidad con los orígenes que supone un órgano judicial que no inhibe la voluntad popular circunstancial, pero que la limita.

Pero, sobre todo, la democracia es una forma de sociedad. Es un modo de convivencia y conflictividad que caracteriza la vida pública. Por ello la educación pública, la salud pública, la seguridad pública ( quiénes llevan armas y quienes no, entre otra cosas) son el sustento de la sociabilidad pública (en primer lugar la escuela) ámbitos de iguales por excelencia y de aprendizaje de las diferencias y la fraternidad; y un espacio público en que nos informamos, deliberamos, nos asociamos para expresarnos ante los asuntos públicos así mismo para actuar políticamente o sindicalmente.

Javier Milei, lo reconocemos, es un doctrinario imbuido por sus creencias, y podría avanzar en su tarea destructiva ilustrada por la motosierra, promoviendo una revolución que quiere construir un mundo imaginario sobre las ruinas del existente.

Desde los comienzos del proceso electoral, el movimiento libertario ha experimentado cambios, en particular luego de las elecciones generales en las que no cumplió la expectativa de ganar, sino que quedó segundo. Sorpresivamente líderes del PRO (parte de la coalición Juntos por el cambio, que también inesperadamente quedó tercera) se reunieron con Milei y le manifestaron su apoyo para el balotaje. 

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Fue un anuncio de una recomposición de la escena política porque la mayoría de los otros socios de Juntos por el cambio se demarcaron de la iniciativa de Mauricio Macri y a la vez algunos candidatos electos de  LLA manifestaron su descontento con la quasi alianza gestada con un sector de la casta.

Sin embargo, las perspectivas de Milei de llegar a la presidencia se incrementaron. El candidato libertario abandonó todo lo que pudo su actuación estridente de los meses precedentes y evitó dar precisiones sobre sus planes de gobierno e intentó sobrellevar promesas y desmentidos.

Vale como ejemplo de las incertezas sobre la actuación futura del líder libertario un diálogo con Jorge Fontevecchia en septiembre 2021: (A propósito de los condicionamientos que tuvo Macri durante su presidencia) “Preferìs no ser Presidente, pero mantener la pureza de tus ideas?, le preguntó el periodista.  “Exactamente”, respondió entonces Javier Milei.

*Investigador principal del CONICET, contratado; Profesor consulto de Teoría política contemporánea, UBA