El cambio climático es algo difícil de percibir, es invisible. Se disfraza de tormentas, sequías, inundaciones y aumentos de enfermedades. Pero ¿cómo distinguirlo del curso real de esos eventos? Siempre hubo lluvias, siempre hubo sequías. Para quienes estudiamos y divulgamos estos fenómenos siempre ha sido complejo abordar estas temáticas.
Por características de cómo funciona la ciencia, es muy difícil asegurar en tiempo real que algo sucede con el 100% de seguridad. Si una tormenta fuerte o un huracán es producto del cambio climático, no es algo que se pueda asegurar en el momento, sin embargo, si es algo que podemos estudiar en tendencias y ver que cada vez hay más tormentas más intensas, y más huracanes donde antes no los había.
Pero para asegurar que son producto del cambio climático hay que analizar la variación de los datos y la historia climática del lugar. Esto lamentablemente lleva mucho tiempo y trabajo. Así las cosas, el costo de no atribuírselo al cambio climático por omisión, quizás sea demasiado alto. Sobre todo, porque a esta altura, parece más un fetiche metodológico que un escenario posible. Y un nuevo estudio de la revista científica más prestigiosa del tema, Nature, aporta evidencias en este sentido.
Un equipo de investigadores utilizó “machine learning” para analizar más de 100.000 estudios de eventos meteorológicos y encontraron que cuatro quintas partes de la superficie terrestre del planeta ha sufrido impactos relacionados con el calentamiento global. Si bien esto es algo que los ambientólogos intuíamos por las tendencias de romper récord tras récord de temperatura, este nuevo estudio certifica que prácticamente cualquier evento climático, hoy, está influenciado por los efectos del cambio climático. Estimaron que el 80% del área del planeta está mediada por este proceso y que el 85% de la población los sufre.
Un ejemplo es la lluvia intensa y sequía descomunal como la que estamos viendo en el Paraná. Tiene un alto grado de certeza científica de estar vinculada al cambio climático, más allá de las variaciones particulares de cada región, que también son un factor a tener en cuenta.
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Más desastres serán cada vez más frecuentes. Las consecuencias las sufrirán las poblaciones más vulnerables que tienen menos capacidad de respuesta y menos infraestructura para afrontar este tipo de emergencias. Pero también sus consecuencias ya se empiezan a ver en la economía de una manera directa. Inundaciones que arruinan cosechas, sequías que imposibilitan cultivos.
Todo en un combo que, además, pierde cada vez más posibilidad de resistir, dado el intenso cambio de uso del suelo que estamos atravesando, juntamente con el cambio climático. Los amortiguadores de esta tormenta que ya llegó son los bosques, los humedales y los pastizales naturales que, tienen capacidades de brindar servicios ecosistémicos capaces de resguardarnos un poco de esos eventos extremos, y que estamos quemando y talando con tasas realmente alarmantes.
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Lo intuíamos, pero ahora lo sabemos con certeza. El cambio climático ya llegó y cada vez serán peores sus efectos. Hay que actuar en el presente para tener futuro.
*Inti Bonomo. Director de la carrera de Gestión Ambiental de UADE.