Empresas de todo el mundo optaron por sortear con deuda la brecha que la pandemia abrió en la actividad económica mundial. La intención era que este endeudamiento fuese temporal y así fue, como lo demuestra la atención prestada a reducir la deuda a corto plazo en el último año.
Cuando las economías se reabrieron de forma progresiva en 2021/22, se liberó la demanda que estaba reprimida y los beneficios repuntaron con tanta fuerza que los balances volvieron a gozar de un aspecto realmente saludable. Por otra parte, el auge de las fusiones y adquisiciones tras la pandemia se desvaneció con la escalada de la inflación y las tensiones geopolíticas, dejando a las empresas con un excedente de capital.
La evolución de los acontecimientos en determinados sectores también ha desempeñado un papel muy importante, como la extraordinaria subida de los precios del petróleo y las materias primas, o la dinámica de la industria automovilística, donde los volúmenes de venta han disminuido pero los márgenes han aumentado, lo que ha provocado una menor necesidad de financiación por parte del consumidor. Todos estos factores han ejercido una mayor presión bajista en el endeudamiento de las empresas de lo que parecía probable hace un año.
Esperamos que la tendencia descendente continúe. El sector energético genera ahora mismo muchísimo efectivo, por lo que puede seguir reduciendo este año su endeudamiento neto de 729.000 millones de dólares. Entretanto, la ralentización del crecimiento económico mundial, con recesiones en algunas partes del mundo, está invitando a las empresas a ser más prudentes.
Los consumidores están sintiendo el efecto porque el encarecimiento de toda la canasta básica está mermando su poder adquisitivo, una fuerza desinflacionaria en sí misma y particularmente dañina para las empresas que dependen del consumo discrecional. Al mismo tiempo, los tipos de interés están subiendo con fuerza, lo que encarece la deuda de las empresas.
Los bancos centrales de la mayoría de las principales economías están endureciendo su política simultáneamente, lo que probablemente potenciará el enfriamiento de la actividad económica. Calculamos que todos estos factores recortarán el endeudamiento neto en 270.000 millones de dólares a tipos de cambio constantes, hasta situarse en los 7,9 billones de dólares el año que viene.
Bonos, inversiones y obstáculos
Puede que el crecimiento se ralentice o incluso revierta la tendencia, pero las empresas parten de una posición muy rentable, tienen un saludable flujo de efectivo y pueden cubrir con facilidad los gastos por intereses.
En los mercados de renta fija, los rendimientos han subido considerablemente en los últimos meses (cuando estos suben, los precios bajan). A diferencia de los bonos con grado de inversión, la evolución de los bonos de alto rendimiento es similar a la de los mercados de renta variable porque conllevan un mayor riesgo y tienen más correlación con el crecimiento económico mundial.
Por eso sus rendimientos son los que más han subido, porque ha aumentado la aversión al riesgo a escala internacional y se han rebajado las expectativas de crecimiento.
Una muy buena forma de ganar dinero cuando se invierte en bonos de alto rendimiento es mediante la búsqueda de empresas cuya calificación crediticia esté a punto de mejorar. El precio de los bonos de las estrellas ascendentes repunta cuando las agencias de calificación crediticia revisan los riesgos. Sin embargo, en las actuales condiciones del mercado, este proceso será más lento, ya que las agencias querrán estar seguras de que las empresas pueden operar con éxito a través de la desaceleración, manteniendo su calificación mejorada.
En este momento, la mayoría de sectores tienen obstáculos por delante, por lo que preferimos opciones de menor riesgo en sectores más defensivos. Sin embargo, es muy importante ser selectivo porque cada empresa se enfrenta a retos diferentes. Hasta empresas tradicionalmente seguras como las de suministros públicos son ahora opciones menos obvias para el inversor en bonos, ya que sus márgenes están bajo presión y las necesidades de inversión son elevadas.
Valoramos a las empresas que tienen una buena capacidad para fijar precios, incluso en medio de un deterioro económico, o que atraigan a aquellos consumidores que buscan economizar.
No cabe duda de que un mercado bajista es un lugar incómodo para los inversores, pero para el capital fresco que busca bonos corporativos, los rendimientos son mucho más atractivos que en los últimos años. En todo caso, es prácticamente seguro que los ahorros en efectivo se devaluarán en términos reales en un entorno de elevada inflación.
Además, el auge de los mercados bursátiles ha propiciado una gran sobreponderación de la renta variable en la cartera de los inversores, por lo que un reequilibrio en favor de la renta fija podría ser beneficioso para muchos. La actual desaceleración llegará a su fin y la apertura de más oportunidades para la selección de acciones hará que se mantengan ciertos argumentos de peso para invertir en bonos corporativos.
*Gestores de Carteras de Janus Henderson