OPINIóN
Educación

Nada es gratis

Jubilaciones, entretenimiento, educación y salud son servicios que el Estado administra, pero que no son iguales entre sí. Las subvenciones y administración deberían jerarquizarse de los prescindibles a los más imprescindibles. No hace falta maestría para distinguirlos.

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INCAA | CEDOC

En lo que hace a servicios prestados por el Estado, el enunciado es tan simple como verdadero, deberíamos acostumbrarnos a cambiar la palabra “gratis” por “subvencionado”. No suena igual, ¿no?

Deberíamos acostumbrarnos a decir que, en Argentina, la educación es libre, pública y subvencionada. Eso sería lo correcto. Cuando alguien dice estar a favor de la educación gratuita, se presta a confusión y a un potencial tratamiento demagógico del tema.

Las discusiones son vitales en un proceso democrático. Pero las discusiones que se presentan como tales y no las argucias contaminadas, sucias, tergiversadas por intereses políticos sesgados que se desvían en falacias y no tratan sobre el tema que deberían tratar.

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Por dar un ejemplo, se acusa de estar en contra de la “cultura” cuando lo que se está intentando es detener el dispendio arbitrario de gastos en espectáculos de entretenimiento.  Así como “gratis” y “subvencionado” no son lo mismo, “cultura” y “entretenimiento” tampoco lo son. 

Educación es rebeldía

La “cultura” es algo mucho más profundo y no depende de una supuesta “ayuda” económica estatal, y estaría mal que en 2024 así lo fuera. Acá fíjense que sucede lo mismo, la palabra “ayuda” no es la correcta, sino “administración de bienes ajenos”.

El gobierno de Milei, en una mezcla casi indisociable entre sus ideas y lo urgido por la emergencia económica se lanzó a realizar severos ajustes y recortes en el gasto público.

Los servicios de jubilaciones, entretenimiento, educación y salud que el estado administra no tienen un mismo nivel de importancia. Los ámbitos de subvención y administración deben primero jerarquizarse de los prescindibles a los más imprescindibles. No hace falta maestría para distinguirlos.

Una película financiada por el INCAA o el recital de un artista, no tienen la misma importancia que un suero en un hospital. Sobre todos esos ámbitos se puede discutir si el Estado debe prestar esos servicios o no, y si el dinero debe venir de los contribuyentes o no.

Un trabajador del ámbito artístico que recibe un subsidio por un trabajo no es un delincuente por hacerlo, pero sí se esperaría que se reconsideren ciertas prácticas a la luz de un contexto de crisis como el actual y no que se escondan detrás de una premisa falsa como la supuesta persecución a la “cultura”.

“Defender la universidad es defender nuestra bandera”

Dada la emergencia que transitamos hoy lo más importante es primero jerarquizar por inminencia e importancia. Se sobreentendería que en un contexto de pobreza e inflación los servicios no imprescindibles deben mantenerse en un gasto estatal mínimo, cuando no, nulo.

Ahora, corriéndonos del escenario de emergencia actual, respecto a si se debe financiar con el Estado la educación o el entretenimiento, los que deben decidirlo no son agrupaciones políticas, ni gremiales, sino los verdaderos protagonistas de la historia: los contribuyentes.

Un plebiscito pondría claridad al respecto de la opinión mayoritaria. Esto es así por una simple razón: no es gratis y la plata es de ellos. Es decir, de nosotros.