Si los chinos pagaron la igualdad del comunismo de la mano de Mao con pobreza, el precio del ulterior formidable desarrollo económico de la mano de Deng Xiaoping fue un regreso a la desigualdad. Ciertamente, no fue la desigualdad brutal anterior a la revolución socialista, pero la disparidad entre la zona este del país y la zona oeste condenaba a los habitantes de esta última como pobres o ciudadanos de segunda categoría, o los obligaba a migrar hacia las zonas costeras del este. Se calcula que, en 2017, 500 millones de chinos, que vivían casi todos en ciudades, eran migrantes internos, la mayoría llegados del oeste (entre 1978 y 1985 la población urbana había crecido de 172 a 251 millones de personas).
La zona oeste, donde la población es básicamente rural, está conformada por las provincias de Gansu, Guizhou, Qinghai, Shaanxi, Sichuan y Yunnan, y las regiones autónomas de Guangxi, Mongolia Interior, Ningxia, Tíbet y Xinjiang, a la que se suma el municipio de Chongqing. Ocupa el 71,4% de toda la superficie de China y apenas tiene el 28% de su población.
Planificación. Cuando Deng lanzó el trepidante desarrollo a principio de los años 1980, la brecha entre el oeste y el este perjudicó al primero, por ejemplo, manteniendo un costo del 33% para la radicación de inversiones extranjeras, mientras en las zonas especiales, que empezaron en las provincias costeras de Guangdong y Fujian, y se extendieron a 14 ciudades, era del 15%. Por otra parte, la autonomía para flexibilizar las normas que existía en las ciudades costeras para inversiones no era permitida en el oeste.
La desigualdad entre el este y el oeste no fue sorpresiva, ni siquiera fue una consecuencia no buscada, sino que fue planificada. Deng Xiaoping sabía que el desarrollo implicaría, por lo menos en una primera etapa, que una parte se desarrollaría más que el resto, como si fuera una locomotora. Si se quiere, la riqueza en China se ha estado distribuyendo con la lógica del derrame; ahora bien, si el derrame no funciona en el capitalismo, China trata de hacerlo funcionar controlándolo, forzando que aquello que rebasa vaya a los niveles inferiores y no se quede arriba.
En el primer año de este siglo China lanzó el Plan de Desarrollo del oeste, basado en una portentosa activación de la infraestructura, la promoción de la inversión extranjera, la retención de la población y el repoblamiento a través de la urbanización y los programas focales para terminar con la pobreza. Todo esto, asociado a un empeño ecológico, que tiene un carácter reparador, desde que el oeste se extiende sobre desiertos eternos o zonas extenuadas por la incesante agricultura que se hunde en la noche de los tiempos. Una estrategia central de la preservación ambiental ha sido la conversión de tierras agrícolas en bosques, cuya velocidad ha sido reconocido por organismos internacionales.
Entre 2000 y 2016, con inversiones en su zona oeste de cerca de 914.000 millones de dólares y el desarrollo de más de 300 grandes proyectos, China consiguió que participación de la región en el PBI creciera del 17% al 21%. El desequilibrio comienza a aliviarse.
Compensación. El desarrollo del oeste que se ha planteado a principios de este siglo y que va a cobrando aceleración busca volver a la igualdad que instaló Mao, y también atiende los problemas fronterizos y los conflictos con las minorías étnicas que están todos en esa China postergada. Asimismo, allí están las mayores reservas de energía.
Por otro lado, cuando se empiezan a avizorar problemas económicos relacionados con el superdesarrollo de China, esos problemas están todos radicados en el este. El desarrollo del oeste puede significar el establecimiento de indispensables mecanismos de compensación a las dificultades del este.
El Global Times indica que “las empresas exportadoras en las regiones orientales de China han estado sufriendo las consecuencias de la pandemia, mientras que las provincias y regiones occidentales, por el contrario, han mostrado una fuerte resistencia y han informado de un crecimiento del PIB superior al nivel nacional en el primer trimestre”.
Finalmente, el medio evalúa que “la campaña de desarrollo occidental, a corto plazo, puede ofrecer un punto de apoyo favorable para los esfuerzos actuales de China de estabilizar el empleo y el mercado del país, entre otras. A largo plazo, también ofrece un nuevo punto de crecimiento para la economía de China en medio del complejo entorno económico mundial tras el brote de Covid19.”
Finalmente, está la BRI, la Iniciativa de la Franja y la Ruta. La dirección física de este proyecto participa sobre todo al oeste. No es si no por y desde el oeste que China se conectará con la Rusia que está al norte, Asia central y Europa que están al oeste, los países de Asia Menor, los países que conforma la Asean y, futuro del futuro, con la India. Si la reforma y apertura fue un segundo momento de la historia del socialismo de China, el desarrollo del este puede significar un movimiento de expansión interna, que a través de la BRI se proyecte hacia la comunidad internacional.
Argentina. Entre los argentinos que parecen estar más al tanto de esta situación, desde hace algunos años en la teoría y en este momento en el terreno, figura el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, que en estos días habló sobre la inserción de Argentina en el desarrollo del oeste chino en el programa “Diálogos” del canal en español de la red china de televisión CGTN.
Vaca Narvaja explica que en el año que lleva de gestión, ha recorrido 16 provincias poniendo foco en la zona oeste. “Me ha impactado su rica diversidad cultural, en los alimentos, las idiosincrasias, las lenguas”, y explicó que China ha sabido integrar esa riqueza. También destacó la importancia de la ecología en la región, puntualizando el énfasis que pone China en la tecnología para su manejo del medio ambiente.
El embajador habló de la posibilidad de que Argentina instale un consulado en la ciudad de Chengdu, capital de la provincia de Sichuan, que de algún modo es el centro de toda la región del oeste.
“Lo instalaríamos acompañando la estrategia china de hacer foco en el oeste, explicó. Y no seríamos los únicos: hay 14 consulados abiertos de diferentes países, incluido Chile en Chengdu”, así como en la vecina ciudad de Chongqing hay un consulado de Uruguay”.
Agregó el embajador que “por otra parte, la provincia de Sichuan está hermanada con la provincia de Buenos Aires, de manera que viabilizaríamos la relación entre las dos provincias. Además, Chengdu está inserta es un punto clave de la Ruta de la Seda y ofrece perspectivas para el turismo, el intercambio universitario y es un hub logístico. Nuestra intención es que en la visita presidencial que hará Alberto Fernández el año que viene a China, inaugure el consulado en Chengu”.
Exportaciones. Vaca Narvaja destacó la importancia de Chengdu como hub logístico para las posibilidades exportadoras de las empresas argentinas. El consulado facilitaría la participación en ferias regionales, lo cual va ganando relevancia en la medida en que “China está cambiando sus pautas de consumo, demandando productos no tradicionales que nosotros podemos producir muy bien y en gran escala, como café, lácteos, carnes y otros”, un horizonte que plantea la necesidad de “desarrollar con las provincias una búsqueda inteligente, en el nivel subnacional, de diferentes perfiles de complementariedad”.
También mencionó que “es clave desarrollar una línea aérea directa entre Argentina y China, para lo cual podemos empezar con códigos compartidos. La pandemia nos dejó como experiencia los vuelos directos, entre Buenos Aires, Beijing y Shanghái, con escala en Nueva Zelanda. Chengu entraría en esa ruta como uno de los destinos. Se trata de un trabajo integral, no sólo en el aspecto del tráfico. Podríamos recibir mucho más turismo chino en Argentina y tendríamos un incremento importante en el comercio bilateral.”
Finalmente, Vaca Narvaja recordó que, ante la BRI (Iniciativa de la Franja y la Ruta), la Argentina “ya tomó la decisión de ingresar a esta iniciativa”, a la que calificó como “el plan de infraestructura más grande de la humanidad” y del cual destacó como características la cooperación mutua, la propuesta de un mundo multipolar y el hecho de que ampliará nuestra capacidad exportadora, potenciando así el desarrollo económico.
* Editor de la revista DangDai