OPINIóN
ECONOMISTA DE LA SEMANA

¿Qué pasa con el blue?

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Dólar blue | Freepick

Massa gritó bomba en un avión y disparó el pánico en los mercados. La devaluación del 22% no hizo más que evidenciar el agotamiento de una política, totalmente, insostenible. Mantener un tipo de cambio atrasado por fines electorales fue su gran talón de Aquiles.

Cabe remarcar que el dólar es como cualquier otro bien. El dólar tiene su oferta y demanda. El precio del dólar sube cuando hay más demanda que oferta. Para entender por qué su demanda sube, es necesario analizar la contracara: el mercado del peso.

El dólar sirve como una especie de sustituto del peso. Esto es porque en un contexto inflacionario, el peso empieza a perder funciones básicas. En nuestro caso, ya no cumple su función de reserva de valor, es decir, con la misma cantidad de billetes de un mes a otro no es posible acceder a la misma cantidad de bienes y servicios. De esa forma, la economía, de manera espontánea, comienza a buscar sustitutos. Dada su historia, la Argentina se refugia, constantemente, en el dólar.

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Por lo que, más demanda de dólares no es más que menos demanda de pesos. En términos sencillos, si el peso pierde valor, se vuelve caro mantenerlo en los bolsillos, por lo que me deshago de esos pesos o consumiendo más o demandando más dólares. Ambos fenómenos se dan en nuestro país. El consumo ha repuntado desde que se aceleró fuerte la inflación y cada vez demandamos más dólares.

Es un mercado pequeño, pero en una economía bimonetaria los precios le responden, y no lo hacen con el oficial

Obviamente, la suba del tipo de cambio tiene consecuencias en la economía, ya que incrementa los costos de las empresas. La devaluación se termina por trasladar a precio final y pierde el consumidor porque todo le sale más caro. Es decir, con un mismo salario se accede a una menor cantidad de bienes o servicios. Políticamente, también tiene un costo enorme, porque una caída de los salarios reales es sinónimo de menos votos para las próximas elecciones al final del día.

Es por este motivo que los gobiernos intentan evitar dicho escenario y recurren, desesperadamente, a intervenir, diariamente, el mercado cambiario. Para eso necesita, constantemente de dólares, que no entran del frente externo porque, justamente, un tipo de cambio bajo desincentiva la liquidación del sector agroexportador. Por tal motivo, recurren a endeudarse con China, el FMI o lo que venga.

Cuando el BCRA vende dólares ocurren dos efectos: caen las reservas internacionales y el circulante en poder del público. Este tipo de políticas podría morigerar el alza de precios si es que la autoridad de política monetaria no estuviese inyectando, nuevamente, liquidez a la economía. No obstante, para cubrir el déficit recurre a la máquina de impresión de papeles de colores. Por otro lado, la caída de reservas, único respaldo físico del peso, no hace más que agudizar la crisis de confianza de la economía presionando sobre la demanda del peso. Este tipo de políticas es sostenible, en el sentido de evitar una corrida contra el peso, en tanto y en cuanto haya dólares en el BCRA. Cuando estos se agotan, será inevitable una corrección.

Otra de las opciones es tratar de desincentivar la demanda de dólares. Y con esto es prohibir que el argentino promedio compre dólares o aplicar un impuesto a importaciones, como sucede hoy en día.

Recordemos que existen tres demandantes de dólares: turistas (viajan al exterior, necesitan de dólares), importadores (compran insumos del exterior para llevar adelante su actividad local) y personas que compran activos externos (público en general).

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El dólar. Fotos: Télam

Hoy los que más demandan dólares son los importadores para comprar insumos de afuera y público en general para cubrirse frente a la pérdida del valor del peso. Como mencionamos anteriormente, el Gobierno trata de frenar que la gente compre dólares. El problema nace cuando el mercado empieza a volcarse a lo que es el dólar blue, que nace de las propias restricciones del Gobierno.

Es cierto que el blue es un mercado pequeño, pero cuando estás en las antípodas de una hiperinflación, y con una economía bimonetaria, los precios de la economía empiezan a responder al blue, no al oficial. Es decir, desde el almacenero hasta el proveedor de insumos industriales locales remarcan sus precios sobre la base de las variaciones del tipo de cambio paralelo.

Y esto último es un gran problema, porque no solo está fuera de las manos del BCRA, sino que es un termómetro de inestabilidad para toda la macroeconomía del país. Cada vez que sube el blue, los argentinos saben que algo está andando mal. Efectivamente, están en lo cierto.

Massa venía con un ritmo de devaluación mensual del oficial de entre 7-8%. Ya desde antes de las elecciones, después del acuerdo con el FMI, comenzó a acelerar hacia el 9-10%. Eso empezó a intranquilizar a los mercados, que comenzaban a sospechar que el plan de seguir manteniendo atrasado el tipo de cambio llegaba a su fin. En los últimos días previos a las elecciones, las presiones al alza del blue no hacían más que crecer. Esto es porque sin reservas, cada mínimo cambio abrupto en política monetaria no te hace más que caer en una dinámica inestable en la que el mercado no sabe dónde está el nuevo equilibrio. En este escenario es muy probable que sobrerreaccione el mercado. Como desde la política del BCRA no hay un horizonte y los números están en rojo, el mercado no sabe hacia adónde apuntar. Es peligroso porque podés terminar en un dólar blue a cualquier valor.

Pero Massa no solo hizo eso, sino que devaluó un 22%. Una devaluación a lo Fábrega.

En enero de 2014, los por entonces ministros de Economía, Axel Kicillof, y presidente del Banco Central, Carlos Fábrega, devaluaron la moneda en un 23% de forma abrupta y sorpresiva. El tipo de cambio se encontraba atrasado, lo que impactaba negativamente sobre las exportaciones y ya venías con una devaluación del 6% mensual para finales de 2013.

El contexto puede parecer similar, sin embargo, dista enormemente de realmente serlo. Esas diferencias son las que impiden llevar adelante este tipo de medidas:

Las reservas de rápida disponibilidad, que reflejan el verdadero poder de fuego del BCRA para hacer frente a una corrida cambiaria, superaban los US$ 10 mil millones. Hoy se encuentran en rojo en -US$ 14 mil millones.

La brecha entre el tipo de cambio formal y el blue era del 52,3% en 2014. Hoy es el doble, del 100%.

Las restricciones para acceder al tipo de cambio oficial eran muchísimas menores que las de ahora.

El déficit fiscal primario era del 0,7% del PBI para ese entonces, en tanto, hoy estamos sufriendo para que cierre en un 2,0%.

El nivel de desempleo se ubicaba en el 6,4%, hoy está en el 6,9%, y dibujado.

El nivel de vida de un trabajador del sector privado se ha deteriorado en un 46,3% desde diciembre de 2013 hasta nuestros días.

dólares

Sin embargo, tampoco es que en ese entonces significó el mayor de los éxitos esa devaluación, ya que la brecha continuó en un 53,4%, el informal pasó de los $ 9,6 a los $ 13,1; la inflación anual pasó del 26,6% al 38,0%; y las reservas tocaron un mínimo cuatro meses después de la devaluación de enero de 2014. El desempleo se incrementó en 1,0 pp. y el nivel de vida de los trabajadores se deterioró en más de 20 pp. El veranito llegó por un acuerdo de la presidenta Cristina Fernández con China a tres años de unos US$ 11 mil millones. Ese mayor respaldo es lo que terminó por estabilizar los mercados hasta el traspaso de poder.

Por otra parte, llevar el oficial por encima de los $ 350, cuando el blue superó los $ 700 hace unos días, tampoco garantiza la liquidación del agro. Por el contrario, las exportaciones cayeron en 2014 respecto a 2013, porque la brecha seguía siendo alta. La pregunta es por qué liquidaría el sector agroexportador al oficial si lo ve un “dólar barato”. No sucedió en 2014, no sucederá ahora. La lógica es esperar vender a un dólar más alto.

Cabe remarcar que tampoco posee cintura para mantener un dólar oficial a un determinado valor. Una vez que se cambia el rumbo de política monetaria de forma tan tibia, sumado a la falta de credibilidad de la actual gestión, puede que se caiga en una espiral en la que cualquier valor del dólar resulte bajo. Lo que podría forzar con el nivel de pass thorugh actual, la brecha cambiaria y una economía bimonetaria a una aceleración de la inflación fenomenal.

Es lo que, justamente, estamos padeciendo ahora. Una devaluación a lo Fábrega no hizo más que empujar a la economía a una dinámica inestable en la que solo nos anticipa un panorama de más inflación, caída de salarios reales y nivel de vida.

* Lic. Economía UBA, Maestrando en Economía UBA y Dir. de NM consultora.