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Liliana Favaloro: “A René le habían dicho en EE.UU. que para esto necesitaba un mecenas”

A cincuenta años de la primera operación de by-pass coronario en la Fundación Favaloro, la sobrina del inventor de la técnica que revolucionó la medicina y salvó millones de vidas en todo el mundo habla sobre el legado que dejó René Favaloro, la situación actual de la institución y la importancia del desarrollo de la investigación científica.

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Liliana Favaloro, en la entrevista con Jorge Fontevecchia | MARCELO DUBINI

—¿Si René Favaloro se hubiera quedado en Estados Unidos, hubiera obtenido el Premio Nobel de Medicina, y no lo obtuvo por venirse a la Argentina?

—El doctor (Ricardo) Pichel, que fue rector de la universidad y uno de los primeros investigadores que trabajaron con René, le había hecho un escrito para presentarlo como posible Premio Nobel. Quizás, el regreso a la Argentina y no sé si es un tema de... 

—Entrevisté también con motivo de esta entrevista previamente al cardiólogo, al doctor Robert Lefkowitz, que es Premio Nobel de Química 2012. Gran parte de los remedios que hoy en día se consumen parten de la idea del sistema de comunicación hormonal. Aun así, un millon de by-pass por año en todo el mundo, hay alrededor de 50 millones de vidas salvadas en poco más de medio siglo. Lefkowitz vive en Estados Unidos, trabaja en las universidades más importantes de Estados Unidos y probablemente con la misma red de contactos, si René se hubiese quedado allí, hubiera sido Premio Nobel de Medicina. 

—Lo que ha hecho René es el proceso científico en cuanto a la técnica de by-pass, porque previamente se hacían by-pass periféricos, pero en la parte de las arterias coronarias no. O sea en el territorio de las arterias coronarias. Aparte, es un método, como vos decís, no es chiquito, es un método que se ha podido replicar y se sigue replicando como hace 55 años, no cambió. Puede haber cambiado el hilo de sutura, mejores lupas para ver mejor la luminaria del campo quirúrgico. La magnitud en salvar vidas, evitar muertes súbitas, evitar insuficiencias cardíacas, infartos, tiene un impacto muy importante en la población. 

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LA FUNDACIÓN. “Realmente nosotros estamos en una situación económica compleja, donde hay un déficit anual muy importante, de 1.100 millones de pesos, entonces eso no se puede sostener en el tiempo”. (FOTO MARCELO DUBINI)

—No tuvo el Premio Nobel, pero dejó el legado de una fundación que si él no hubiera venido, no existiría. 

—No, él, si bien yo era chica y él se vino en el 70, 71 a la Argentina, no se hubiese quedado allá. O sea, él fue para una etapa de transición, de formación, y se hizo la conjunción con Mason Sones, que fue el creador de la cinecoronariografía accidentalmente. Y realmente creo que ahí, como vulgarmente puede decirse, se alinearon los astros, se juntaron las dos personas que realmente pudieron desarrollar y hacer un proyecto de investigación que resultó positivo para toda la comunidad. 

—Y si hoy René Favaloro volviera a la vida y viera la longevidad de su fundación, ¿qué creés que pensaría?

—Era un soñador que siempre tenía proyectos y, de hecho, la fundación, si bien se llamó Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, después se le agregó trasplante y él siempre estaba un paso adelante de lo que soñaba como diseño y desarrollo. De hecho, él soportó toda la investigación básica cuando en el país investigación básica, que es la que se hace en laboratorios, no es con pacientes sino con animales. En el año 80, crea su Instituto de Ciencias Básicas e Investigación, lo soportó él económicamente porque creía que sin investigación no podíamos brindar al paciente asistencia médica adecuada. O sea, la ciencia cambió mucho de esa época a hoy. Hoy hay laboratorios de investigación, el Conicet soporta todo lo que es la investigación. Pero en ese momento había pocos lugares y realmente fue pionero, por eso René siempre estaba con una visión más adelantada de llegar a cierto cometido. Nosotros trabajamos en un proyecto de investigación después del año 2000, donde René nos lo trajo antes, que se hizo básico primero, o sea en animales, y luego se hizo en humanos una fase uno de investigación, que no es fácil en la Argentina llegar a hacer eso, para generar vasos a nivel cardíaco. Cuando se producía un infarto, o cuando había isquemia, dolor de pecho, inyectar y generar celulitas nuevas para no tener dolor de pecho cuando ya no podías hacer ni un by-pass, ni angioplastia, ningún tratamiento, el paciente está invalidado por el dolor de pecho, técnicamente no se puede. René vino con eso desde Italia, con ese proyecto para hacerlo en Argentina, en el año 95, 96 lo había visto a nivel periférico. Eran inyecciones de células que tenían información para producir vasitos capilares, y él dice: esto hay que hacerlo, es genial para el corazón. Y lo llevamos a cabo. Después no hubo inversores para magnificar estas cosas, pero pudimos hacer una fase uno, que es de seguridad para el paciente y eficacia. No es fácil eso porque no tenés un doble ciego, al paciente que le inyectás un placebo. No, acá es la primera fase para brindar seguridad al paciente de que no le está provocando otro daño y que el efecto que le querés buscar lo lográs, y lo llegamos a hacer. Realmente él nos transmitió, y nos sigue transmitiendo, es el alma máter de la ciencia básica a la medicina traslacional, o sea, trasladarla al paciente, porque si nos quedamos en lo básico no sirve. 

—La fundación coincide con la cantidad de años de decadencia de la Argentina, 1974 fue el último año de la Argentina, cuando había 4% de pobres, cuando el crecimiento del Producto Bruto per cápita acompañaba en la Argentina al promedio de Canadá y Australia, o sea, todavía hasta 1974 Argentina no era un país en decadencia, como viene siendo a lo largo de los últimos cincuenta años, lo que hace mucho más difícil iniciar una obra con viento en contra que con viento a favor. De hecho, René toma la decisión del suicido en el momento crítico de la Argentina, cuando la Argentina confirma, podríamos decir, su fracaso, en la crisis de 2001, 2002. ¿Después de haberse suicidado, le sorprendería la longevidad de su fundación? 

—Pasamos por etapas que fueron muy duras, de reducir personal, que él no lo podía hacer. Nos tocó sin saber hacerlo, pero tuvimos que hacer maniobras, achicarnos por ejemplo, no en la calidad de atención, sino en los espacios físicos, como pasó con la pandemia y con lo que pasó en 2000, cuando sí teníamos costos importantes, como era el centro de día, que si bien el edificio era nuestro, era muy costoso sostener toda la rehabilitación cardiovascular. De ahí la trajimos a la fundación, al hospital, y un ala del hospital la convertimos. Y esta cosa de hacer economía, como puede hacer uno en la casa, René eso no lo hubiese tolerado. Yo nunca hice la gestión con él, de lo que podíamos hablar era de medicina o de educación, y transmitir conocimiento. Pero pienso que no sé si todo este cambio...

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AYER Y HOY. Liliana Favaloro en la redacción de Editorial Perfil y en una imagen del álbum familiar junto a su tío René, un emblema de la Argentina que parecíamos ser y ya no somos.

—Vos estuviste con él ocho años. 

—Trabajando juntos, sí. 

—Siempre hablando de medicina, en tu caso. 

—De medicina, no de gestión hospitalaria. Porque René tenía su equipo, el doctor (Guillermo) Masnata... 

—Debe ser una de las organizaciones más difíciles de administrar, un hospital, una clínica, porque las decisiones que estás tomando tienen consecuencias y es muy difícil asignar prioridades y elegir. 

—Es muy difícil elegir.

“René lo dejaba bien claro, la conducción política sería la responsable”

—Peor es no elegir. 

—Peor es no elegir y quedarte congelado o paralizado. Pero eso es porque tenés una contención de un equipo, porque generalmente son decisiones de un equipo también, no son de una persona sola. René no tuvo esa contención y por ahí eso hizo que pudiera decir: fracasé con mi proyecto. Si bien el proyecto fue enorme, la piedra fundamental del año 79 al 92, imaginate todo lo que llevó la trayectoria de construir los nueve pisos y con mucho apoyo de la Sociedad de Distribuidores de Diarios y Revistas.

—Que está ahí al lado, el edificio está exactamente al lado.

—Está al lado, la parte que da sobre Solís, ese edificio ya lo dieron en el 80 para la parte de investigaciones de ciencias básicas y ahí está, es un centro de investigación de ciencias básicas. Y sorteó tantos obstáculos, porque la verdad es que la vida en la Argentina es ser resiliente, y pienso que en cierto punto vio que no podía soportarlo más. Es una situación muy, no sé si del fracaso, no llamaría fracaso, sino que...

—Por eso digo, hoy si lo viera en retrospectiva, vería el éxito.

—Es la resiliencia que hace que vamos para acá, vamos para allá, hacemos esto, y así, pero siempre manteniendo la calidad de atención, eso es el alma máter nuestra, porque nunca caímos, mirá que en el país hay problemas de importaciones, que falta un catéter, pero siempre pudimos sortear esos obstáculos. 

—Ahora en determinadas áreas también son más grandes que hace veinte años. Se han desarrollado, no es simplemente achicar. 

—No, tuvimos que expandirnos en muchas cosas. 

—O desarrollar otras actividades. 

—Este es un centro modelo de trasplante multiorgánico, no hay en la Argentina otro centro así. O sea, acá se trasplantan todos los órganos, siempre digo, menos las córneas, desde órganos sólidos, esa parte es muy importante, muy fuerte en la institución de alta complejidad, hasta médula ósea, que no es un órgano sólido. Y realmente sostener eso hace que esa población de pacientes trasplantados, toda esa gama de pacientes, que llevamos más de 3 mil trasplantes, que son una población más frágil, expuesta a infecciones, a tumores, a otro tipo de cuidado de los pacientes respecto a los que somos inmunocompetentes, que tenemos nuestras defensas, requiere un cuidado muy especial con otras especialidades, y ahí es que generamos las otras especialidades, gastroenterología, otorrinolaringología. 

“Pasamos por etapas que fueron muy duras, de reducir personal, que él no podía hacer”

—O sea, el trasplante lo llevó a tener especialidad en diferentes órganos.

—Clínica médica, o sea de tener toda una formación más integral o multidisciplinaria para poder mejorar la supervivencia de esos pacientes, porque para eso se trasplantaron y hubo un donante que filantrópicamente la familia donó. Entonces tenés que darle la mejor expectativa de vida, pero para eso hay que cuidar al paciente. La responsabilidad del lugar donde no puede perderse ese hilo conductor. No cualquier centro puede seguir controlando un trasplante. 

—Vuelvo con lo anterior, si él volviera, hoy diría: uy, mirá lo que hicieron.

—Creo que estaría contento, mirá lo que hicieron, pudieron con todos estos altibajos, que finalmente son todos económicos, y están las publicaciones, la formación, la universidad. 

—Pero hay por ahí un mensaje allí en la resiliencia y en el soñar imprescindibles. Porque el sueño sin resiliencia se acaba, y la sola resiliencia sin sueño no se mueve, que me parece interesante explorar justo este 20 de junio, hace cincuenta años del primer by-pass hecho en la Fundación Favaloro. Si yo no entiendo mal, tu padre murió joven y de alguna manera cumplió un papel, no sé si de pater seraphicus. 

—Ellos eran dos hermanos, los dos estudiaron Medicina en un medio familiar donde era una clase media, como todo inmigrante, hijo de inmigrantes, y llegar a ser médico era brindar una profesión...

“René estimulaba mucho la formación afuera de ciertas técnicas y luego las traía al hospital para replicarlas y así traer innovación”

—Mi hijo el doctor. Ahora creo que en tu familia también había médicos. 

—Tenemos varias generaciones de médicos dentro de la gama, yo tengo de los dos lados pero de la Favaloro, de la camada de René, hay tres de su generación. Después dos más, de la generación siguiente, y luego viene la más joven, que es mi sobrina, que está como directora administrativa en la gestión de la Fundación. 

—Y por el lado materno, si no entiendo mal, también hay. 

—También. Y ha sido médico rural también el hermano de mi madre, no tan lejos como Jacinto Arauz, pero ahí nomás de la ciudad de La Plata, en General Mansilla Bavio. De hecho, el jardín de infantes de la escuela se llama Dr. Carlos A. Barouille, mi tío. Tengo el recuerdo de la casa de mi tío de parte de mi madre, era la sala de parto y mi tía, que era maestra de la escuela, atendía a las parturientas hasta volverse al campo. Estábamos a 40 kilómetros de la ciudad de La Plata. 

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LA RELACIÓN CON SU TÍO. “René testimonió todo, un poco era el legado que había dejado, que se debería continuar”. En las fotos, Favaloro en la construcción de la Fundación.

—Que en ese momento era puro campo. 

—Era puro campo, y esas cosas uno las vive mucho, y las valoriza. Son cosas que se perciben, se va creciendo en ese ambiente. 

—¿Y esa idea de René Favaloro, de alguna manera, padre de su sobrinos? 

—La responsabilidad de dejar a cuatro sobrinos, generarles un estudio. Mi madre siempre estuvo de ama de casa cuidando los hijos, cuando quiso trabajar en Jacinto Arauz, de maestra, porque ella era maestra, mi padre dice: no, acá tenés que trabajar gratis porque es la esposa del doctor. Ese concepto. Ella no quería trabajar gratis, entonces no trabajó y se dedicó a la crianza nuestra. René, su situación económica, no tenía hijos y toda esa responsabilidad cosanguínea... 

“René sorteó tantos obstáculos, porque la vida en la Argentina es ser resiliente, y pienso que en cierto punto vio que no podía soportarlo más”

—Ahí iba, ¿al no tener hijos colocaba toda la libido en el trabajo? 

—A la familia en general. Él no quería que la familia tuviera un mal pasar económico, esta cosa italiana. 

—¿Por que creés que no se casó y no tenía hijos? 

—No, él se casó. Tener hijos no ha podido. Es un tema que antes no se hablaba, no pudieron, no quisieron. Yo pienso que no han tenido porque no pudieron. Y en esa época no había manera más que la adopción. Yo era chica, era la sobrina. 

—¿Hay algo en él, que él colocaba toda su energía y toda su libido en su obra y que su obra eran sus hijos al mismo tiempo?

—Sí, yo creo que sí. Ponía la misma fortaleza en los dos lados, y la institución fue para el país, no era para René Favaloro, sino ese compromiso social, atender a todos por igual, que no hubiera diferencia, que la atención fuera buena. 

—De hecho, si no entiendo mal, el primer by-pass fue a una persona sin recursos. 

—El primer by-pass sí, el hombre escuchó en un programa que había abierto las puertas de la fundación en la calle Belgrano y el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, y que iba a atender a todos por igual, y esta persona se apersonó en la guardia, el paciente. 

—Contanos esa historia. 

—La cuenta muy bien nuestro director del Instituto de Cardiología, el doctor Oscar Mendiz, que es jefe de Hemodinamia también, porque a él le tocó como residente recibir al paciente. Y René dijo que sí, que había que operarlo.

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René Favaloro

—Contanos un poco del paciente, ¿qué profesión tenía?, ¿a qué se dedicaba? 

—La verdad es que tanto detalle no tengo, te digo la verdad. 

—Pero era una persona sin recursos, sin medicina privada u obra social.

—Una gente sin recursos, no tenía ningún sistema social. Y vino porque él sabía que tenía un problema coronario, estaba con dolor de pecho. Una persona instruida, por lo menos en su salud, se daba cuenta de que estaba afectado y de hecho se acerca a la guardia, a la emergencia, para decir que había escuchado al doctor que decía que acá se iba a operar a todo el mundo, sin recursos y con recursos económicos.

—Una operación que en Estados Unidos podría costar centenas de miles de dólares.

—Totalmente. O sea, René en ese momento hacía toda la cirugía en el Güemes, donde operaban de 10 a 12 pacientes por día, de cirugía de by-pass o valvulares. Pero tenía todo el engranaje del funcionamiento. Acá estaba la gente, pero no sabía, era como... 

—Empezar de cero. 

—Empezar de cero en un lugar nuevo, que todo estuviera funcionando. Al paciente le fue muy bien y me imagino, yo no estaba en ese momento porque empecé en agosto de ese año, pero los nervios de todos los médicos, y René era muy fogoso cuando algo salía mal, ojo, bien italiano. Pero no, salió todo muy bien y el paciente salió muy bien. Durante años la fundación estaba dentro del Presupuesto Nacional en el Congreso, el subsidio para atender a este tipo de pacientes y para sostener todo el soporte de educación. 

—Incluso era la obra social del Congreso, si no recuerdo mal. 

—No, no era la obra social del Congreso, sino que era un subsidio que salía del Presupuesto Nacional, un porcentaje iba a la fundación, porque esto, como bien sabemos, es de interés nacional, y todo eso soportaba la atención hasta el año 95, ahí se corta el subsidio y... 

—Cavallo. 

—Cavallo, y ahí, dentro de los convenios que teníamos, que René firmó en el 94, estaba la atención también de los pacientes sin cobertura, con el Ministerio de Salud de la Nación, y generalmente se brindaba atención sin cobrar honorarios ni nada, sino que se pagaba el insumo, una prótesis, todo lo que se requiere para una cirugía. Estos pacientes aparte eran muy complejos porque eran del interior del país, no hablando mal del interior, sino que no tenían cuidado de su salud porque no tenían acceso a la salud. Eran pacientes muy complejos, se les cambiaba por fiebre reumática dos o tres válvulas cardíacas, más by-pass, eran pacientes que no tenían acceso a la salud, llegaban en situaciones muy avanzadas, y el hospital les brindaba la estadía, todo gratuito, hasta el honorario médico, y se los atendía igual que aquel que tenía una cobertura médica, o sea, no iba a un área diferente. 

—Piso distinto o comida distinta.

—Nada, que René en eso era... Y que nosotros seguimos con esa filosofía. Cuando en 2000 hubo un cambio importante del dólar, los insumos aumentaron muchísimo y era el monto que se decía por las cien cirugías anuales que teníamos. Y ahí empezó un desfasaje económico impresionante, porque el insumo lo poníamos nosotros, lo teníamos que reponer, y el contrato, el convenio, no contemplaba ese ajuste, y lamentablemente en 2007 tuvimos que dejar de operar, de intervenir a este tipo de pacientes con tanta necesidad que había, porque venían de centros nacionales que a veces no tenían la capacidad o el entrenamiento para este tipo de pacientes, una cirugía muy compleja. 

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René Favaloro

—Si tuvieras que hablar de tu experiencia en la fundación, años 90, primera década, segunda, y estamos entrando en la tercera de este siglo, ¿cómo fue cambiando la medicina en la Argentina, a la par de las crisis económicas? 

—La medicina, la ciencia, sigue avanzando. Por un lado, la expectativa de vida ha aumentado, también las disparidades en distintas partes del planeta, pero digamos que, en general, la población ha aumentado la expectativa de vida gracias al avance de la medicina. La medicina se intenta hacer menos compleja, menos invasiva, menos traumática, para que el ser humano se reincorpore y se recupere inmediatamente a sus tareas habituales. Todo eso lleva a que la tecnología tenga un costo, que hace que alguien lo tenga que pagar, que son los servicios de salud, una prepaga, etc. Y la debacle económica, que a cualquier persona le pasó en todos estos años, donde hay una inflación que hace que el ingreso sea menor, mucha gente se ha bajado de las prepagas y no ha tenido el beneficio, no ha podido sostener su sistema de salud y cayó en un sistema de salud que es más burocrático. Con esto no quiero criticar, pero son diferentes las atenciones desde lo ágil que puede ser un sistema provincial, de una prepaga, como prestadores para el usuario, y aparte el costo, la diferencia la hacen los costos, y eso hace que la gente haya tenido que achicar su bolsillo, como así por ahí podía pagar un sistema de cable o lo que fuere y se ha achicado, se achica en la salud, que a mí me parece un recurso... 

—Y que tendría que ser inelástico. 

—Inelástico. Todos tendríamos que tener un soporte de salud, porque el costo de la salud es cada vez más alto por la tecnología, por lo que tenés que pagar de insumos que son importados, aumentaron muchísimo en todos estos años, no es en las tres décadas diferente. 

—Mientras la Argentina se venía cayendo, en los últimos cincuenta años la inversión en medicina o en salud, en relación con el Producto Bruto ha crecido en todas partes del mundo por la tecnología. Creo que en países como Estados Unidos llega al 17% del Producto Bruto, cuando hace cincuenta años era menos de la mitad, o sea, cada vez requiere más costo, y en la Argentina cada vez había menos recursos. 

—Tal cual. 

—¿Y cómo hicieron, cuando René se suicida, vos con tu hermano para seguir?

—Fue muy difícil, hubo recursos humanos que desgraciadamente tuvimos que achicar, fue terrible, nosotros no sabíamos hacer eso, pero era como la supervivencia, o se hundía todo el barco, o quedaba con una tripulación más pequeña, todos vivos. Realmente fue un momento muy duro todo ese año de transición, luego puede haber habido una meseta entre 2011, meseta quiero decir de cierta tranquilidad, hasta 2015, pero después empezó la debacle económica. Cuando hablo de debacle económica, es que empieza a haber un desfasaje entre los costos de lo que es la salud, lo que se paga y lo que es la inflación del país, con los aumentos y el incremento de 50% por año, 60%. Entonces hay un desfasaje tan grande realmente en estos tres años, los ajustes hacia los que financian, porque digo siempre nosotros financiamos la salud. 

“Él siempre estaba un paso adelante de lo que soñaba como diseño y desarrollo”

—Los financiadores serían las obras sociales.

—Las obras sociales.

—Y la prepagas.

—Y las prepagas. Un 35% en el año, un 14% en el año. 

—La mitad de la inflación. 

—La mitad de la inflación. ¿Y cómo hacemos? Vamos ajustando, de hecho muchas veces no ajustamos salarios que hay que ajustar, es real, a los salarios más altos les pedimos en algún momento, hasta hemos dicho que la gente de salarios profesionales, médicos, algún mes donara un 20% del salario. Hemos llegado a eso. 

—Y los médicos lo han hecho. 

—Y colaboran, sí. Eso realmente es el ser humano que tenemos, la calidad que tenemos. Han donado sus sueldos, han sacrificado sus ingresos para seguir con su fuente de trabajo. 

—A veces las dificultades motivan la creatividad y no fue solo reducir, sino crecer: el tema de la internación de día.

—En principio, nosotros como estructura tenemos un equipamiento que se pone obsoleto por la alta tasa de uso, no están parados y se usan a pleno. Entonces hay que avanzar en la tecnología, hay que renovar equipamiento, ya sea porque está en su etapa de uso útil. 

—Porque se amortizó. 

—Se amortizó y hay que renovarlo. Pasa tanto desde las camas hasta los angiógrafos, ecógrafos. La verdad es que eso es una constante, y con este desfasaje de costos y lo que se paga en salud, es difícil poder hacer un ahorro para ese tipo de...

—O sea poder invertir. 

—Invertir en la tasa de uso del equipamiento. Por el otro lado, nosotros hace años tenemos un edificio muy antiguo que se encuentra entre el anexo, que es el edificio de Belgrano 1782, y el hospital, que es todo lo ambulatorio. Es una casa muy vieja, que era la casa famosa de las lámparas de la Ciudad de Buenos Aires, que ya no existe más. Adquirimos ese inmueble con la idea siempre de fusionar los tres edificios y poder hacer algo útil, tratar de tener más camas en el hospital de lo que es internación más prolongada, como son los trasplantes de alta complejidad, crecer en esas áreas, y todo lo que es hospital de día, que son todas prácticas médicas, ya sea traumatológicas, de columna, cardiológicas mismas, un stent, infundir medicación. 

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EL LEGADO. “Tenemos siempre un sueño por crear, mejorando, porque nuestro legado es atención igualitaria a todo el mundo, con humanismo médico, tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico”. (FOTO MARCELO DUBINI)

—Un stent y que salga en el mismo día, que no se quede a dormir. 

—Que no se quede a dormir, por eso se llama hospital de día. Tenés un déficit de hierro, estás 15 minutos internado con una infusión de hierro, te vas a tu casa. Antes tenías que internarte, todo un proceso que no tenía sentido. Hoy la medicina en eso ha avanzado mucho, para mejorarle la calidad de vida al paciente y no tener que internarlo cuando se llena, de insuficiencia cardíaca, de líquido, se le programa un hospital de día para ponerle el diurético endovenoso y se programa, se interna unas horas, media hora, y se va. Eso requiere un espacio importante de camas. Actualmente lo tenemos en el 4º piso, pero eso está creciendo en volumen, por suerte, porque las prácticas tienden a ser más ágiles para el paciente y el retorno a su casa. Tenemos todo un proyecto, ya está el anteproyecto, son tres pisos o cuatro de hospital de día, donde eso permitiría...

—En donde era la casa de las lámparas. 

—En la casa de las lámparas, donde esto permitiría tener más camas en el hospital, porque sacaríamos lo que ahora es hospital de día, que son pocas camas, a ese centro. Contar con quirófanos para poder hacer cosas simples como son fístulas en los pacientes que están en diálisis, cosas sencillas de la práctica cotidiana que te permitan hacerlo en el día.

—Al final, veo que estás hablando otra vez de crecer, o sea, como Favaloro, finalmente el gen de Favaloro emerge. 

—Nosotros siempre avanzamos, tratamos de soñar al final de cuentas. Por eso la fundación tiene esa cosa, porque tenemos muchas semillas en lo que es la facultad, en Ingeniería, o sea, la universidad tiene tres carreras, la Facultad de Humanidades, Medicina e Ingeniería, con tres carreras que son Ingeniería Biomédica, Física y Biología, y es un semillero, porque esos alumnos aparte comparten mucho el hospital. 

—La universidad, ¿cuando se fundó? 

—La funda en 1998. 

—Otro sueño de René. 

—Otro sueño, porque eran las tres patas: la asistencia, la docencia y la investigación. Es importante que se entienda que este es un proyecto que en pocos lados hay en la Argentina, un hospital escuela en el cual se subvenciona, ojo, conseguimos donantes. En la fundación hay una columna con todos los colaboradores y donantes. Hay donantes para las formaciones en trasplante, lo que se llama fellow o becarios, que son dos años, que eso con lo que te pagan una práctica no podrías, entre pagar el médico, la práctica, es imposible. Es una fundación sin fines de lucro, y acá lo que llega por el trabajo y por estas donaciones, que también hay donaciones de gente que ha donado estamentado, que ha dejado su casa. Que se entiendan los proyectos que tenemos, porque se le pone un proyecto a esa donación, ya sea un becario, porque se le informa a la persona que ese becario terminó, se hizo esto en la educación, es un hospital escuela en el cual tenés 15 residencias, y salieron 150 becarios. No es lo mismo la residencia que un becario, porque los becarios ya fueron residentes, que dura cuatro años la formación cuando terminás la carrera de Medicina. Y la verdad es que todo ese soporte dentro del mismo magma, no es fácil económicamente sostenerlo y que sea con una buena paga.

“Es importante que se entienda que este es un proyecto que en pocos lados hay en la Argentina”

—Ahora tratá de imaginar que vuelve la Liliana de 1995, vuelve ahora, ¿se sorprendería de lo que pudieron hacer solos vos, tu hermano y todo el equipo? 

—Todo el equipo. Nosotros tomamos decisiones, somos un consejo, la universidad tiene su consejo de administración, que los Favaloro están en los dos lados, Roberto y yo, y el hospital. Y realmente las decisiones finales, sí, son tomadas por el consejo. Pero el pensamiento, la tormenta de ideas y hacia dónde vamos... 

—¿Te imaginabas tener esa capacidad si no hubieras sido expuesta a tener que sacar fuerzas de donde no había?

—Claro, yo digo que es como el remo, esas cosas que sumás más fuerza, hay una colaboración muy importante. 

—Hay una mística que dejó viva. 

—Yo creo que sí, que eso es muy valioso porque si no se te desmembra, y ahí no sumás. 

—¿Cómo se dividen con vos y con tu hermano Roberto, que hoy él es presidente honorario, en su momento tuvo el cargo que vos tenés? 

—René testimonió todo. En la documentación de René tenemos mucho material para la comunidad, para todos. Un poco era el legado que había dejado a Roberto, que debería continuar, y así fue la presidencia, y en 2016, dice vamos a renovar los aires, un poco de oxígeno, y continué yo. En el consejo está Raffaelli, que también es familia, es primo de René, por parte de mi abuela paterna somos Raffaelli, así que el doctor Héctor Raffaelli es parte del consejo, es el tesorero, y viene del consejo de administración desde el Güemes, no quiero decir con esto que es muy mayor. 

—Pero Roberto en algún momento dijo: Liliana ahora te tenés que hacer cargo vos.

—Sí, a Roberto toda esta gestión no le gusta mucho, a mí tampoco, pero bueno. A él le gusta enseñar en quirófano, el quirófano, ser creativo, de hecho, muchas cirugías se han empezado en la Argentina gracias a su capacitación y formación afuera. O sea, fuimos pioneros en muchas técnicas y muchas las ha traído él en sus años de juventud, que ha podido, porque René estimulaba mucho la formación afuera de ciertas técnicas y luego las traía al hospital para replicarla y así traer innovación. Así que con Roberto nos repartimos. Roberto siempre dice bucear y quirófano. 

—Lo puedo entender perfectamente. 

—Y educación. 

—Como a los periodistas nos gusta la redacción. Lo puedo entender perfectamente. 

—Y a mí me tocó esta parte, y el día de mañana quizá sea Laura, no lo sé. 

—¿Les quedó algún malestar, alguna bronca con la sociedad por lo de 2001 y 2002, y el suicidio de René? 

—No, creo que la sociedad no. 

—O con determinados sectores de la sociedad. 

—René lo dejaba bien claro, si había que echar culpas, la conducción política sería la responsable. Y ahí estamos. No fue valorado. No sé qué decirte, pero nosotros no nos paralizamos, continuamos porque era nuestro deber y la verdad es que seguimos soñando. 

—Me gustaría que vos cerraras esto con las reflexiones que te parezcan, con el mensaje que quieras dejar a los médicos, a las autoridades políticas. 

—Siempre hemos planteado con Roberto, porque en 2001, toda esta crisis, no solo nuestro líder, sino lo económico, y a los políticos, siempre en su momento le decíamos: ¿ustedes creen que es viable esta fundación? Siempre nos preguntamos: ¿es viable en este país? A René le habían dicho en Estados Unidos que para esto necesitaba un mecenas. En ese caso tuvo un subsidio por un tiempo porque era insostenible. Entonces, realmente nosotros estamos en una situación económica compleja, donde hay un déficit anual muy importante, de 1.100 millones de pesos, entonces eso no se puede sostener en el tiempo. La inflación en estos años fue del 60%, ocasiona un problema de financiamiento imposible de sostener, esta es una institución que tiene 1.200 fuentes de trabajo directas, más 2 mil indirectas, porque tenemos algunos servicios como tomografía, resonancia, medicina nuclear, que están tercerizados. Algunos servicios están tercerizados, pero así y todo son 3.200 familias que están sosteniéndose en la fundación. Entonces, me parece que la situación en salud del país está muy mal, pero en particular creo que hay pocas instituciones en el país con este perfil de fundación. Siempre convoco a los políticos a ver si les interesa tener viable esta institución. Cuando hay un problema de salud, se acerca todo el mundo, yo me siento a veces como dirigiendo el tránsito. O está la cosa mística que no se puede llegar a la fundación, o la cosa de que ahí se hace todo, y todo bien. Entonces uno resuelve todo eso porque es médico y todo lo que sea salud es primordial, pero pocas veces uno nota que eso tiene una devolución desde el lugar que sea, hay gente que dona, hay gente que dice: yo no sé cómo ustedes no cobran nada. Este copago que en muchos lados se cobra, nosotros no cobramos nada, salvo que el paciente quiera pagar privado, que eso pasa, pero muy poco. A la institución hay muchos que la conocen cuando la padecen, porque tienen que transitarla por algún problema de salud. Y la calidad de gente, de técnicos, enfermeros, mucamas, todos, que tienen una vocación que es increíble, pero todo eso hay que sostenerlo, hay que sostener un hospital escuela que es una fundación. 

—A René le decían que necesitaba un mecenas, en Estados Unidos, de hecho hay una cultura del mecenazgo, hay una cultura de las universidades, están en la mayoría ya sostenidas...

—Y tienen hasta el nombre de las personas que las soportan económicamente.

—En la Argentina no se pregunta quién paga la cuenta, como si el dinero no existiera. 

—Hubo colaboración del Estado, ha donado un equipo de hemodinámica, uno de los gobiernos, Cristina Kirchner, lo puedo decir, la gente de Alfredo Coto, no, él en realidad, ahí fue la sociedad con su vuelto, se juntó para comprar un equipo, es la sociedad que lo pagó, no él de su bolsillo. Pero digamos la donación que hace la gente. 

—De la empresa Coto. 

—De la empresa Coto, pero en realidad lo hizo la gente con el vuelto. Entonces hay muchas voluntades y se ha podido, pero en este momento que está la salud pasando un momento muy crítico, necesitamos de ese tipo...

—¿Cómo puede donar la gente? Contanos un poco más.

—A la fundación se puede donar de muchas maneras, hay gente que dona legalmente testamentariamente, otra es a través de su tarjeta de crédito, llamando al teléfono, te dice marque tal número y vos ya podés donar por única vez, mensualmente. Hay mucha gente que hace cosas y eso lo destinan, pero vemos cosas sencillas. Y los pacientes se sienten muy satisfechos porque con su pequeño trabajo manual, con eso, acondicionamos el piso del centro de vida, lo pusimos impecable, y la gente adora toda esa devolución de que con mi pequeño aporte se pudo hacer algo que se actualizó, se renovó, se mejoró. La donación se puede hacer de esa manera, o sea, realmente hay manera de donar. De hecho, por suerte tenemos muchos colaboradores, pero la fundación necesita, primero, que la salud tiene que estar mucho mejor paga, porque si no no se puede sostener, las cuentas no cierran, a nadie en el país. Y segundo, nosotros tenemos siempre un sueño por crear, mejorando, porque nuestro legado es atención igualitaria a todo el mundo, con humanismo médico, tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico. Ese es el lema de la Fundación Favaloro, brindar tecnología, pero con humanismo. 

 

Producción: Sol Bacigalupo y  Natalia Gelfman.