POLICIA
el asesino de las 113 puñaladas ya esta en la calle

Tablado quedó libre después de 23 años encerrado y les pidió perdón a las mujeres

En mayo de 1996 asesinó a su novia en el garaje de su casa de Tigre. Entró en prisión con 20 años y salió ayer, con 43. “No hay un día que no sienta culpa por lo que hice”, aseguró.

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Ultimo día. El femicida abandonó la Unidad 21 de Campana al mediodía, sin esposas y acompañado por dos guardiacárceles. Su tía lo esperó en la puerta y lo llevó a su casa. | sergio piemonte

La salida de Fabián Tablado (43) se anunció para el mediodía. No habían pasado ni dos minutos de las 12 cuando el femicida de las 113 puñaladas apareció en el camino al puesto 1 de la cárcel de Campana. Llevaba una mochila en la espalda y un buzo con capucha pese a que hacía mucho calor. Las manos no estaban esposadas y dos guardiacárceles caminaban con él a la par, como si fueran amigos. Desde su posición pudo ver con claridad que lo estaban esperando en la puerta. La única cara conocida era la de su tía. El resto eran camarógrafos, periodistas, fotógrafos y técnicos que montaban guardia como cuando llega el plantel de la selección argentina al aeropuerto de Ezeiza.

Tablado salió cabizbajo. Le hubiese gustado que no hubiera nadie, pero no tuvo opción. Hacía varios años que no hablaba con la prensa por una decisión personal: cree que sus problemas de estrés en la cárcel y sus raptos de ira contra su ex mujer son, en parte, responsabilidad de los medios de comunicación, que revelaron su nueva vida.

“No hay un día que no piense, que no sienta remordimiento y culpa por lo que hice. Es muy difícil. Yo sé que quizá no me crean pero es como me siento”, dijo sobre el crimen que cometió hace más de 23 años, cuando asesinó de 113 puñaladas a su novia, Carolina Aló (17), en el garaje de su casa de Tigre.

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Tablado reconoció ser “muy consciente” de lo que hizo, pese a que en más de una oportunidad manifestó que no recordaba lo que había sucedido. Cuando le preguntaron si había “pagado”, respondió: “Nunca voy a haber pagado en mi interior, en mi conciencia”.

Además, reconoció que será “difícil” reinsertarse a la sociedad y que sabe que los escraches “son parte de la condena social”. En la puerta de la Unidad Penitenciaria 21 de Campana aseguró: “Les pido perdón a todas las mujeres”.

Antes de retirarse en la camioneta de su tía, habló sobre Edgardo, el padre de Carolina: “Le pido perdón; no me va a perdonar, pero por lo menos yo me siento un poco más aliviado pidiéndole perdón”.

En tanto, la Justicia de Familia de Tigre le dictó una restricción perimetral y no podrá acercarse a menos de 300 metros de su ex mujer ni de sus hijas mellizas de 11 años. La medida no está vinculada al pedido de perimetral que el jueves presentó Edgardo, sino que está relacionada con los resultados de la pericia psicológica que le realizaron al homicida el 17 de febrero, en donde se destaca que actualmente no contaba con “los recursos yoicos necesarios para ejercer la responsabilidad parental”.

Amor, estudio y amenazas. Tablado pasó una vida en la cárcel. Cuando fue detenido tenía 20 años. Hoy tiene 43. En la cárcel estudió la carrera de Derecho (aunque abandonó), se hizo evangelista y hasta se casó.

A Roxana Villarejo la conoció por correspondencia. Ella era menor de edad cuando empezó a escribirle. Al cumplir los 18 lo visitó por primera vez. En 2008 se casaron en la cárcel de Magdalena y un año después tuvieron dos hijas.

Según fuentes penitenciarias, la relación intramuros no fue mala. Los problemas llegaron cuando el asesino de las 113 puñaladas comenzó a salir y decidieron vivir juntos en una casa que alquilaron en Escobar. Convivieron apenas un mes. Cuando ella lo denunció por amenazas, la Justicia le revocó el beneficio y Tablado regresó a prisión.

En 2012 el femicida sumó una condena más a dos años y medio de cárcel que se agregó a los 24 que le dieron por el asesinato de Carolina.

El fallo revela que Tablado no cambió: es un hombre que no es capaz de manejar una desilusión amorosa. Sus reacciones no solo son desmedidas sino preocupantes. Cuando Roxana le planteó que quería separarse, él se enfureció.

En la causa por la que recibió una condena extra a 2 años y medio de prisión se transcriben los llamados intimidatorios y los mensajes que el criminal le envió a su ex esposa.

“Yo por cien pesos acá consigo un fierro (...) Vos haceme una denuncia y lo único que vas a ganar es tiempo porque me cagás ahora y después gano yo (...) No te voy a hacer nada a vos, no te preocupes (...) Te voy a tocar donde más te duele (...) Va a ser tanto el dolor que hasta el último día vas a estar agonizando acordándote de mis palabras”, la intimidó desde la cárcel, según consta en la causa judicial.

Por si eso fuera poco, le dijo que ni se le ocurriera “armar su vida con otro tipo”, que no le iba a hacer nada a ella, sino que “a su amante lo iba a abrir, le iba a sacar el corazón y se lo iba a comer adelante suyo”.

Tablado también amenazó a su suegra: “Voy a ir y te voy a cortar en pedazos a vos también, ¿o te gusta que te meta un fierro en la cabeza?... Yo voy a ver a mis hijas, Roxana no me va a dejar... No la voy a matar a ella, le voy a matar a Roxana lo que más quiere y después me voy a matar yo... Roxana no va a poder vivir por la culpa que va a tener... yo estoy preso por culpa de ella”.

La incondicional. El femicida nunca perdió contacto con su familia. Según el registro de visitas, su mamá, María Esther Gallardo, es la persona que más estuvo con él. Con menos frecuencia, el asesino de las 113 puñaladas también recibió a su hermana y a su papá.

En el juicio, Gallardo intentó justificar la locura de su hijo: “Algo le pasó en la cabeza, algo le pasó”, respondió cuando le preguntaron por qué creía que había asesinado a la novia con tanta brutalidad.

 


 

“Yo queria tener un hijo y ella no”

Un crimen feroz: 19 golpes y 113 puñaladas de la cintura para arriba 

Nicolas Fabrega

“La vivienda estaba toda ensangrentada, había manchas en las paredes y en el piso, desde la cocina hasta el garaje. Pobrecita, la chica quiso defenderse”, dijo un detective al ingresar a la escena del crimen del que fue víctima Carolina Aló, aquel 27 de mayo de 1996.

Ese día, la menor, de 17 años, y su novio Fabián Tablado, de por entonces 20, se retiraron de la Escuela N° 1 Marcos Sastre de Tigre, donde cursaban cuarto año del secundario en el horario nocturno. Ella les mintió a los celadores y les dijo que iba a visitar a un primo enfermo, mientras que él pidió permiso para irse más temprano porque tenía “una cena familiar”. La realidad es que la pareja fue a la casa de la familia del joven, donde vivía con sus padres y cuatro hermanos, en ese momento ausentes. Mantuvieron relaciones sexuales y comenzaron a discutir, según las palabras de él “porque yo quería tener un hijo y ella no; sentí un rechazo muy fuerte”. Tablado comenzó a perseguir a Carolina por distintos lugares de la vivienda –escaleras, cocina y garaje–, hasta que la alcanzó y le aplicó 19 golpes y 113 puñaladas de la cintura para arriba, valiéndose de cuatro armas blancas: una cuchilla de cocina, dos cuchillos Tramontina y un formón de carpintería, que utilizaba su padre en el taller.     

Tras el hecho, se confesó ante un amigo y le pidió que le mandara un remís al puente de la calle Tedín, en Tigre, donde él estaría escondido. Luego de corroborar la veracidad del acto, su allegado le dio aviso a la policía y el asesino fue arrestado. Al no estar tipificada todavía la figura del femicidio, fue condenado por “homicidio simple”.

Al momento del crimen, llevaban juntos tres años y, cuando se conocieron, él integraba un grupo de “skinheads” de ideología neonazi, del que salió con ayuda de ella. Luego se supo que Tablado era celoso y violento, y que había golpeado a Carolina al menos en una ocasión, rompiéndole el tabique. Además, días antes del desenlace fatal él había dicho que iba a matar a su novia.

 

El papá de Carolina siente “una gran impotencia”

Edgardo Aló, el padre de Carolina, dijo ayer sentir una gran impotencia “que me la da la injusticia” tras la liberación, después de más de 23 años de cárcel, de Fabián Tablado, el asesino de su hija, y se preguntó de manera retórica: “¿Alguien que no es apto para sus hijas puede ser apto para la sociedad?”.

Indignado, sentenció que “esto arranca en 1998, cuando la Sala III de San Isidro aseguró que no veía alevosía ni ensañamiento en 113 puñaladas, mucho menos premeditación cuando, en realidad, un testigo clave contó que un día antes (del femicidio) Tablado le dijo que la iba a matar (a Carolina)”.

Además, disparó contra Alejandro David, el magistrado responsable de dejar en libertad al criminal: “Este juez me dijo que si matemáticamente le daba, él no podía hacer nada. Yo me pregunto si la matemática es una materia que está dentro de la Facultad de Derecho”.  Por último, dijo que “todos somos víctimas potenciales de este psicópata”.