La noticia de la designación de Jorge Bergoglio cayó como una bomba en las filas del kirchnerismo. Mientras los referentes de la oposición saludaron al nuevo líder de la Iglesia Católica casi de inmediato, desde el oficialismo la primera reacción fue el silencio: la Cámara de Diputados, por ejemplo, no permitió interrumpir un homenaje a Chávez para saludar al nuevo Sumo Pontífice.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner fue la primera en saludar a Bergoglio, primero con una carta y luego con una breve mención por cadena nacional. Al día siguiente, el periodista Horacio Verbitsky reavivó la polémica por la presunta complicidad del flamante Papa con violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar argentina. El resto del oficialismo se dividió entre el silencio y los elogios moderados.
Quién sí alzó su voz no fue un funcionario, sino Agustina Kämpfer, novia del vicepresidente Amado Boudou, que expresó su descontento por la elección desde su cuenta de Twitter: "¡Ay! No, no me pone contenta. No me llena de orgullo. No", escribió primero. "No entiendo: ahora somos todos reee católicos y la Iglesia es la casa de Dios. ¿De verdad?", agregó.
La periodista dedicó buena parte de la jornada a compartir ("re-twittear", en la jerga de la red social) mensajes de otros usuarios contra Bergoglio, como uno de la Revista Barcelona que rezaba: "Bergoglio promete: 'Seré un papa colaboracionista y cómplice'. #CompromisoConLaIglesia". U otro que planteaba "Bueno, el tema aborto no punible lo ponemos en este cajoncito y en unos 20 años lo podemos ver...". O uno que en tono sarcástico proponía: "Cuando des la orden, querido Bergoglio, salimos a matar homosexuales".
"Un argentino al mando de una institución que encubrió y encubre el abuso sexual de curas a miles de niños en todo el mundo. Y bueno", publicó después @aguskampfer. Luego protestó por "los insultos pornográficos y misóginos que recibo por parte de defensores franciscanos". Si bien dijo que las frases eran "irretuiteables", después se dedicó a responder a quienes la agredían.