Los suecos se enorgullecen de ser quienes más luchan contra la corrupción. Y lo hacen hasta en niveles que para los latinoamericanos podrían sonar casi absurdos. En 1995, la preferida en las encuestas para suceder al primer ministro, se vio obligada a renunciar a su candidatura porque la sorprendieron comprando una barra de chocolate con la tarjeta de crédito oficial.
Mona Sahlin era la promesa de la renovación política de Suecia. Con 25 años, en 1982 se había convertido en la parlamentaria más joven de la historia de ese país. En pocos años fue ministra de Trabajo durante el gobierno del socialista Ingvar Carlsson, luego secretaria general del partido y ministra de Igualdad Social. Su crecimiento fue tal que a sus 37 años se había convertido en la favorita para reemplazar a Carlsson. Pero los planes de la goldengirl terminaron súbitamente.
En octubre de 1995 Sahlin fue acusada de comprar un Toblerone y otros elementos para uso privado con la tarjeta de crédito otorgada por el ministerio de Igualdad Social. Se lo llamó el “ Toblerone affair”. Casi una década de ostracismo debió pagar para poder regresar a la arena política. Volvió a figurar entre las preferidas en las encuestas.