Las decisiones de los jueces federales marcan a fuego los tiempos políticos. Así fue siempre, y así se siente con mayor firmeza cuando los gobiernos se acercan al fin de un ciclo.
La Cámara Federal de Apelaciones debe decidir si envía o no al jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, a juicio oral y público por la causa de las escuchas ilegales. Pero esta vez, se trata de un Macri distinto a los ojos de los jueces de la Sala I de la Cámara.
A ninguno de ellos se les escapa el panorama político. En el piso 2 de los Tribunales federales, donde tienen despacho los camaristas, se habla de “señales claras” de un acercamiento político entre Macri y Cristina Fernández de Kirchner. Se mencionan actos en los que se muestran juntos, inauguración de obras entre Nación y Ciudad. Macri seguirá procesado, cualquiera sea la decisión de la Cámara, pero los camaristas pueden ahorrarle el desgaste político y mediático de atravesar un juicio oral en plena carrera presidencial. Además, la Cámara tiene la palabra final en esta cuestión, confirmaron a PERFIL en fuentes de la causa. El asunto “no es casable”: no es apelable ante la Cámara de Casación.
La fecha del fallo depende del resultado del partido de hoy de la Selección argentina en el Mundial de fútbol. Uno de los camaristas que debe tomar la decisión sobre el destino de Macri viajó hace una semana a Brasil “en el marco de sus funciones como miembro del Tribunal de disciplina de la AFA”, aseguraron a PERFIL en su entorno. Si Argentina pierde el partido de hoy, Jorge “Paty” Ballesteros regresará el lunes a sus funciones en Comodoro Py 2002, sede de los Tribunales federales. Allí lo esperan Eduardo Farah y Eduardo Freiler para discutir qué harán con Macri. Uno de los jueces ya decidió votar a favor de Macri, confirmaron a PERFIL. “Hay que ponerse de acuerdo”, dejaron trascender en la Cámara. La posibilidad de un fallo a favor de Macri es hoy la opción más probable. Si los planetas del Gobierno y de la Cámara esta vez no se alinean, como sucedió con el caso Ciccone, entonces Macri tendrá pésimas noticias. Cuando un gobierno cumple un ciclo, su incidencia sobre los jueces pierde impronta, cuentan en la Cámara. Si la Selección gana hoy, Paty se quedará hasta el final del Mundial, y el fallo sobre si Macri irá o no a juicio oral se conocerá después del 14 de julio.
En marzo, el juez federal Sebastián Casanello consideró que aún no existen pruebas suficientes para someter al líder de PRO a juicio y que debe seguir investigándolo. En cambio, sí aprobó la elevación a juicio para el presunto espía Ciro James; el ex jefe de la Policía Metropolitana Jorge Palacios; y el ex ministro de Educación porteño Mariano Narodowski, quien contrató a James.
Antes de que Casanello asuma como juez de la causa, la instrucción del expediente había estado a cargo del juez Norberto Oyarbide, quien impulsó la investigación a alta velocidad y buscó a toda costa procesar a Macri por las escuchas ilegales. Oyarbide acusó al jefe de Gobierno porteño de haber ordenado espiar a su cuñado, Néstor Leonardo, y al dirigente opositor y familiar de una de las víctimas del atentado a la AMIA, Sergio Burstein.
La resolución de Casanello fue apelada por el fiscal Jorge Di Lello, y su par ante la Cámara, Germán Moldes, entregó a los jueces un dictamen donde pide que Macri vaya a juicio oral y público.
En la Cámara admiten estar en un aprieto. Cuando Macri apeló el procesamiento de Oyarbide, la misma Sala I confirmó la decisión del juez. Por eso, desde hace semanas, el camarista Eduardo Freiler y su equipo estudian si enviarán o no a Macri a juicio oral, y si eso contradice o no el fallo anterior de la Sala. La llave podría ser un fallo intermedio: el tribunal superior ya había advertido a Oyarbide que ordenara más prueba respecto de Macri, y eso no se hizo a la hora de dar por cerrada la investigación. Por eso, podría confirmar la decisión de Casanello, pero mostrar distancia y ordenarle una serie de pruebas para definir si Macri debe ir a juicio.