Primero dijo que tenía “diez mansiones”. Después, que sus propiedades eran muchas. Y por último admitió desconocer cuántas. La falta de memoria que la senadora Beatriz Rojkés de Alperovich mostró ante la consulta de la prensa sobre su patrimonio parece ser un problema recurrente. Su última declaración jurada presentada ante la Cámara alta es de 2009, y en ella declaraba sólo un inmueble de su propiedad.
En aquel entonces, Rojkés declaraba únicamente una casa propia –que no era usada como vivienda familiar permanente– valuada en 700 mil pesos. Su declaración –que superaba los $ 20 millones– se completaba con $ 4.690.000 en efectivo, $ 8.650.000 en acciones –controla el 98%– de la concesionaria León Alperovich, y cuentas a cobrar por casi $ 4,5 millones, entre otros ítems. Con eso le alcanzaba para integrar la nómina de los cuatro senadores más ricos. Pese a la magra declaración jurada de hace seis años, varias fuentes consultadas atribuyen a la familia Alperovich decenas de propiedades en su provincia, campos en Santiago del Estero y Salta, inmuebles en el exterior del país y un exponencial crecimiento patrimonial en los últimos tiempos.
Aunque su domicilio fiscal es un comercio familiar ubicado en el centro de la capital provincial –Textil Americana–, los Alperovich vivían desde 2004 en una cómoda casa ubicada en Crisóstomo Alvarez al 4300, a pocas cuadras del Parque Batalla de Tucumán. Sin embargo, a fines de 2009, se mudaron a la coqueta zona de Yerba Buena, para estrenar una vivienda que ocupa casi media manzana en la intersección de Martín Fierro e Ituzaingó. Aunque se trata de una “zona tranquila”, según los vecinos, la casa está protegida no sólo por cámaras de seguridad sino también por celosos custodios que pasan día y noche apostados en la esquina.
El exabrupto con los afectados por las inundaciones ocurrió mientras la senadora recorría la localidad de El Molino, en Tucumán, una zona de las más afectadas. A un lugareño lo trató de “vago de miércoles” y le dio a entender que debía valorar que la primera dama provincial fuese a visitar el lugar cuando podía estar disfrutando de la comodidad de sus “mansiones”. Días después, el gobernador dijo que Betty, como se conoce en la intimidad a Rojkés, llora por los necesitados. Sin embargo, la misma semana en que ocurrieron las inundaciones los Alperovich estuvieron de fiesta. En el cómodo parque armaron una carpa para recibir a unos 150 invitados al festejo de cumpleaños de su nieta.