Cuando Mauricio Macri llegó a la Presidencia, en diciembre de 2015, sus funcionarios de mayor confianza avisaban que "no suele hacer muchos cambios de equipo". Su paso como jefe de gobierno porteño avalaba esa teoría: no quería giros bruscos. Sin embargo, en casi tres años al frente de la Casa Rosada, todo eso quedó en el pasado. Desde aquella foto con el "mejor equipo de los últimos 50 años" en el inicidio de su mandato, hasta la salida de Jorge Triaca, hubo varios cambios, tantos de primera como de segunda línea.
La primera en irse de la gestión fue la presidenta de Aerolíneas Argentinas, Isela Costantini, el 21 de diciembre de 2016 tras negarse a realizar un ajuste en la empresa como planeaba el Presidente y el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. Cinco días más tarde, el 26 de diciembre el ministro de Economía y Hacienda, Alfonso Prat-Gay, fue despedido y el Ministerio, divido en dos. Nicolás Dujovne lo reemplazó en Hacienda y Luis Caputo en Finanzas. Los cambios no terminaron durante el verano. El 18 de enero se fueron el presidente del Banco Nación, Carlos Melconian, y el secretario de Obras Públicas, Daniel Chaín.
A comienzos de 2017, Carlos Regazzoni dejó la dirección del PAMI y fue reemplazado por Sergio Cassinoti, funcionario de la gestión de María Eugenia Vidal en el IOMA. El 29 de mayo, una de las funcionarias más valoradas dentro del gabinete, Susana Malcorra, dejó la Cancillería. En su reemplazo llegó Jorge Faurie.
Tras esos últimos cambios, se mantuvo una relativa paz interna dentro del equipo de Macri. Sin embargo, en 2018 con la devaluación, la inflación sin freno y una turbulencia cambiaria que se convirtió en crisis económica, el Gobierno volvió a dar un volantazo. El jueves 14 de junio se fue el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger y asumió el titular de Finanzas, Luis Caputo. Ese ministerio lo absorbió Dujovne. El reacomodamiento de fichas continuó el sábado 16. Macri desplazó a los ministros de Producción y Energía, Francisco Cabrera y Juan José Aranguren. Llegaron así Dante Sica, en Producción y Javier Iguace pasó de titular de Vialidad a secretario de Energía.
Tras esas salidas, dentro de Cambiemos se buscó llevar contención política y económica, aunque los socios del PRO, sobre todo la Unión Cívica Radical (UCR) buscaron poder de decisión a la hora de gestionar. La frase "nos enteramos por los diarios" se hizo cada vez más habitual. Dentro del Gobierno, además, se quiso dar "una nueva señal al mercado". El rumor más fuerte que corrió por esas semanas era que podía perder influencia el jefe de gabinete, Marcos Peña. No fue así.
La reducción de 19 a 10 los ministerios de la Nación dejó al funcionario en un empate. Macri deshizo las vicejefaturas de los empresarios Mario Quintana y Gustavo Lopetegui (un golpe a Peña) y ubicó como único vicejefe de gabinete a Andrés Ibarra, el titular del disuelto Ministro de Modernización. Dante Sica incorporó a su Ministerio de Producción las áreas de Trabajo y Agroindustria, debilitando a Triaca y a Etchevehere. Carolina Stanley, además del ministerio de Desarrollo Social absorbió la Secretaría de Salud, de Adolfo Rubinstein. Bajo el Ministerio de Educación se reagruparon la cartera de Cultura y la de Ciencia y Tecnología, de Pablo Avelluto y Lino Barañao. Por su parte, el rabino Sergio Bergman y Gustavo Santos (Ambiente y Turismo) bajaron de categoría.
Ese cambio de funcionarios dejó heridos. Entre ellos, el propio Triaca que se irá tras el G20. Envuelto en escándalos que se hicieron públicos como el de su empleada doméstica, el funcionario fue perdiendo credibilidad dentro y fuera del Gobierno. La llegada de Sica lo desplazó de la toma de decisiones. Ahora confirmó su salida.