El juez federal Daniel Rafecas tiene experiencia en causas sensibles. También conoce de primera mano las consecuencias de involucrarse en este tipo de casos. Tal vez por esta razón intentó en un primer momento declararse incompetente en la causa por la que ayer se imputara a Cristina Kirchner. Otro dato importante es que, a pesar de haber sido forzado por la Cámara Federal para que tomara el caso, no suspendió sus vacaciones hasta ayer, cuando el fiscal Gerardo Pollicita imputó a la mandataria.
Asumió el cargo en 2004 y llegó a la Justicia como uno de los magistrados jóvenes que promovió en sus primero días el kirchnerismo. A la fecha, ya suma cinco denuncias por supuesto mal desempeño ante el Consejo de la Magistratura y en varios momentos se especuló con una inminente destitución porque ganó la enemistad tanto del oficialismo, por su intervención en el caso Ciccone, como de los representantes del radicalismo en el Consejo, ya que envió a Fernando de la Rúa a juicio por las coimas en el Senado.
Su peor momento fue cuando un abogado de Amado Boudou expuso un chat con el magistrado cuando Rafecas era el juez del caso Ciccone, asesorando pasos a seguir en la causa. Por eso fue apartado del expediente, que pasó a manos del juez Ariel Lijo.
El magistrado está a cargo de la investigación por supuesto enriquecimiento ilícito contra el general César Milani. Desde 2008, también lleva adelante las causas abiertas por la misma imputación contra Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas Argentinas, y el subsecretario de Obras Públicas, José López.
La causa por las supuestas coimas en el Senado durante el gobierno de Fernando de la Rúa también lo dejó en la mira. El tribunal oral que sobreseyó al ex presidente el año pasado dedicó fuertes cuestionamientos al trabajo de Rafecas, llegándose a destacar que “la forma en que procedió el juez Daniel Rafecas patentiza su parcialidad y falta de ecuanimidad en la investigación de los hechos”.
Su designación a cargo de la denuncia por encubrimiento realizada por Alberto Nisman, cuatro días antes de su fallecimiento, fue bien recibida por las principales instituciones de la comunidad israelita. Es una persona respetada en este medio por sus trabajos académicos sobre el Holocausto. Es respetado en los ámbitos académicos y por los querellantes de causas de lesa humanidad, en las que avanzó contra el Ejército.
