De alguna forma hizo lo que no muchos pueden: se volvió inmortal. Manuel García Ferré falleció el jueves pasado; sin embargo, sus personajes como Hijitus, Anteojito y Petete son apenas un grupo de genialidades que asegurarán a este “pequeño hombrecito” un lugar en el corazón de chicos (y no tan chicos) y en la historia gráfica argentina.
El viernes por la mañana, en el Jardín de Paz de Pilar, despidieron los restos de Manuel García Ferré. Hasta allí se acercaron para darle el último adiós sus familiares, amigos y también admiradores de su obra, como el dibujantes Crist.
El artista gráfico falleció el jueves a los 83 años durante una intervención cardíaca en el Hospital Alemán. “Era un tipo muy sólido en todo sentido; el confiaba mucho en mí”, contó a PERFIL Pedro Suero, quien trabajo 45 años junto a él e hizo las voces de dieciséis de sus personajes, como, por ejemplo, Pucho, Larguirucho y el Comisario Correntino.
Comienzos. El debut de García Ferré en la gráfica fue en la revista Billiken, con un pajarito de su creación llamado Pi-Pío. En 1952, creó la publicación infantil Anteojito y durante más de treinta años editó esta revista tomando como imagen central al personaje de anteojos. El 1967 llegó a la televisión con la serie de dibujos animados Hijitus, la primera en la Argentina, con un éxito rotundo al que le seguirían El libro Gordo de Petete, Calculín y los relatos televisados de El Patriarca de los Pájaros. Más adelante llegaría su ingreso al cine con personajes como Trapito; Ico: el caballito valiente, Pantriste y Manuelita. La última película del llamado hombre con corazón de niño, fue Soledad y Larguirucho en 2012, junto a Soledad Pastorutti. Y así la cantante lo recordó en PERFIL: “García Ferré es la persona que nos enseñó a ser siempre niños sin importar la edad. Ese va a ser su legado cultural. Es el creador de las películas infantiles no sólo de una generación, sino de todos los argentinos de todas las épocas. (...) Y además, vivía la vida como un niño”.
En 2009, fue declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y fue en ese acto donde el dibujante expresó: “Mis personajes tienen un fin didáctico o moralizador porque expresan ternura y sabiduría en lugar de violencia o expresiones de mal gusto. Creo que haber sufrido la Guerra Civil Española hizo surgir en mí la idea de buscar personajes que fueran símbolos de comprensión y paz”.