Oradora experta, locuaz, vivaz y pertinente; promotora de inciativas y programas sociales y de salud. El rol que ocupó Michelle Obama durante los dos mandatos de su marido en Estados Unidos, lejos estuvo de la pasividad marcando un estilo propio de una nueva época, y convirtiéndose en un modelo a seguir para muchas. Incluso para Juliana Awada, quien en los primeres meses de gobierno de Macri acuñó su nombre varias veces. Aunque, en el devenir eligió otro camino. Si bien acompaña a Carolina Stanley en las recorridas a comedores sociales, Juliana prefiere explotar el rol de esposa atenta a su marido, su casa y sus hijas, y sobre todo el de ser fiel compañía en actos protocolares donde siempre cautiva por su estilismo y belleza. Y la última semana no fue la excepción. La primera dama se llevó todos los comentarios tras su aparición en el regreso de Mirtha Legrand a la TV donde mostró su nuevo rostro. No sólo por su cruce con la conductora en defensa de la gestión de su marido –actitud aguerrida que pocas veces había mostrado en su clásica suavidad– sino por su apariencia radiante. Tanto que, pese a que la expectativa por la entrevista al Presidente, fuera de la performance como entrevistadora de la diva, de lo otro que se habló fue de los “retoques” de Juliana. “Lo que nuestra genética determina puede ser a veces muy benéfico o muy perjudicial. En el caso de Awada su genética y su naturaleza determinan que los cuidados que se hace realzan aún más su belleza”, opinó la dermatóloga y esteticista Laura Szafirstein al tiempo que subrayó que Awada “expone como un valor la naturalidad”.
Consultado por PERFIL, el esteticista de Awada, Fabián Bottegal, no quiso revelar los secretos de belleza de la primera dama. Sin embargo, este diario consultó a varios especialistas que detallaron una serie de tratamientos con los cuales se logran resultados parecidos teniendo en cuenta cómo lució Awada en el programa de Mirtha. “Hoy en día existen muchos tratamientos que llevan a acomodar líneas de expresión, como las aplicaciones de mesoterapia con sustancias químicas farmacológicas que devuelven espesor y brillo en nuestra piel”. A lo que le sumó “aparatologías diversas para mejorar el engrosamiento de la piel y uniformar el color tales como la luz pulsada intensa y las radiofrecuencias médicas y el ultrasonido”.
Otras opciones: el relleno con famoso ácido hialurónico que “se aplica para restaurar el volumen y la estructura de la piel; suaviza arrugas, remodela el contorno facial, aumenta labios y rejuvenece la piel. Y se caracteriza por no afectar la expresión”, explica Celeste Rampinini, esteticista de CR Dermoestética. Las zonas que pueden rellenarse son los surcos nasolabiales, pómulos, labios. Los resultados son inmediatos, duran hasta 12 meses y hoy su costo es de unos 300 dólares.
Pero lograr un rostro perfecto puede requerir incluso, toxina botulínica, la cual elimina las arrugas de expresión de frente, entrecejo, patas de gallo, peribucales y cuello y su costo es de 250 dólares promedio la ampolla. Los efectos se ven a la semana. “Lo más probable es que Juliana se lo haya aplicado apenas días antes porque este tratamiento anestesia al músculo”, detalla Rampinini. El complemento al “botox”, es el plasma rico en plaquetas, que estimula la producción de colágeno, elastina y tejido epidérmico, y como resultado da una piel más joven, tersa y luminosa. Su costo promedio es de 340 dólares y dura un año. Expertos coinciden en que Juliana además tenía tintura y permanente de pestañas que les da ondulación y color para conseguir una mirada con mayor expresividad. Se trata de una máscara que se usa durante una hora con los ojos cerrados. Y tiene una duración de tres meses. El valor puede llegar hasta los mil pesos. El microblanding también es común y se trata de una técnica de micropigmentación pelo por pelo que permite completar una ceja previamente dibujada por diseño facial. Su valor puede ser de 3 mil pesos.