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Opinión

Hijos de la lágrima

Al Gobierno no se le cae una idea a la oposición tampoco. En el único cambio que están pensando es en el de sus propias figuritas.

El gobierno es una lágrima. La oposición es la hija de la lágrima, como dice la canción de Charly García. Sólo tiene una pobre antena para transmitir lo que la gente siente.

La cosa es así. Al Gobierno no se le cae una idea a la oposición tampoco. el Gobierno trata de ganar tiempo. La oposición lo pierde. Ambos, Gobierno y oposición en el único cambio que están pensando es en el de sus propias figuritas. El Gobierno quiere conseguir las que tienen caritas menos gastadas para renovar el gabinete, la oposición, las caritas más nuevas para las elecciones.

Sólo los fanáticos suponen que si siguen unos o vuelven otros, dejaríamos de lagrimear por tanta desgracia. Sería un verdadero milagro recuperar en poco tiempo una sociedad demolida en sus cimientos culturales durante casi 70 años. Entendida esa cultura como todo aquello que hace que la vida merezca la pena ser vivida, según la describió Eliot en sus Apuntes para la definición de la cultura.

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Cuando estaba en la oposición, el gobierno actual sólo se preocupó en resistir al gobierno anterior. Unos meses antes de las elecciones, las contradicciones se ocultaron debajo de la alfombra de las ambiciones. Ahí están ahora Cristina, Alberto, Massa, Felipe Solá, entre otros, que se denigraba entre sí. La adicción al poder, a los fondos públicos, encubrió las miserias. Pasado el efecto de la dosis, cada uno vuelve a ser quien es. Trata de salvarse solo echándole la culpa a otro.

¿Qué hacen a su vez los representantes del gobierno anterior, ahora en la oposición, además de ejercer su rol resistente? Ni Macri ni los miembros destacados de Juntos por el Cambio le presentaron todavía a la sociedad una revisión crítica completa, sin excusas de su gestión. No se sabe tampoco si aprendieron algo, si están elaborando, discutiendo un proyecto alternativo, sólo tienen nombres. Seguramente han padecido la extorsión de mafias sindicales, políticas, económicas. Si no las enfrentaron desde el poder porque se sentían débiles y no las denuncian ahora porque las necesitan para hacer campaña electoral. Serán siempre sus cómplices o sus serviles empleados bien pagos mientras duren en la planta permanente del Estado.

En "la hija de la lágrima", una letra de los 90, Charly García cantaba: "Si este dolor durara por siempre, no digas nada. Vete de aquí".