Un almacén y un bar en el pueblo ucraniano de Groza fueron el blanco misilístico donde murieron unas 50 personas. El ataque ruso fue uno de los más condenables y ocurrió en momentos en que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, asistía a una cumbre europea en España para pedir más apoyo para Ucrania.
Los líderes asistentes al encuentro en Granada repudiaron la incursión. También mostraron su inquietud por una crisis política en Estados Unidos que hace peligrar la crucial ayuda militar estadounidense para Kiev.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, no hizo comentarios sobre el ataque al hablar ante un foro, pero reiteró que la "ofensiva rusa es ante todo una respuesta a la hegemonía" ejercida por las potencias occidentales y declaró que "su país tiene la misión de construir un nuevo mundo".
La coordinadora humanitaria de la ONU para Ucrania, Denise Brown, dijo estar "horrorizada".
En ese contexto, la Fuerza Aérea ucraniana dijo que "las defensas aéreas del país interceptaron 24 de 29 drones arrojados contra las sureñas provincias de Odesa, Mikolaiv, Kirovogrado, Jerson y en Donetsk".
