“Ahora no puedo, perdón.” Marcela Niborski atiende el teléfono pero no quiere hablar. Su voz se entrecorta por el dolor, pero alcanza a agradecer por el interés periodístico. Horas atrás habían asesinado en una entradera a su marido, Nicolás Mariano Rodríguez, un joven repartidor de 29 años, con quien se casó en marzo del año pasado.
Tan sólo veinte días atrás nació Filomena, la beba del matrimonio. En su perfil de Facebook aún quedan palabras que Nicolás le dedicó a su hija –antes de nacer– en el último Año Nuevo. “Excelente año! Uno de los mejores sin dudas, muchas emociones feliz feliz de recibir otro año, el año en que nace la persona que me va a robar el corazón junto a otro de mis amores Marce, gracias a todos los que comparten mi vida. Para mí va a ser inevitable”, escribió en la red social. Junto a Marcela, prepararon la habitación de su primera hija, pensando en el futuro que ambos anhelaban. No pudo ser. El repartidor fue asesinado en San Justo de dos balazos esta madrugada cuando dos delincuentes intentaron robarle el auto en la casa de su padre, Sergio Rodríguez.
El hecho ocurrió a la 1.30 en la calle Moldes 3036 donde Nicolás guardaba su Fiat Punto y retiraba el camión familiar con el que se trasladaba al Mercado Central. Allí cargaba frutas y verduras para repartir en confiterías y restaurantes.
Según fuentes policiales, dos delincuentes en moto lo sorprendieron dentro del auto cuando se proponía guardar el vehículo en el garaje. Nicolás se resistió al robo e intentó escapar. Los ladrones no tuvieron piedad. Lo persiguieron y le dispararon 11 veces. Al menos dos plomos dieron en el blanco. Herido, el repartidor chocó contra un árbol, en Moldes y Bermejo. Allí murió mientras los delincuentes escaparon sin concretar el robo.
El cuerpo de la víctima presenta cuatro orificios de bala, aunque se aguarda el resultado de la autopsia para determinar si recibió cuatro impactos o si los orificios corresponden a los de entrada y de salida de dos balazos.
Sergio Rodríguez, papá de Nicolás, fue la última persona en verlo con vida cuando estaba abriendo el portón. Su testimonio es clave en la causa. Lo vio llegar a la vivienda y, al escuchar los disparos, salió a la calle y vio el auto incrustado en el árbol. Otros testigos, en tanto, deslizaron la versión de que los dos delincuentes que estaban en la moto iban acompañados por otros a bordo de un auto, que se habrían sumado a la persecución de la víctima, indicaron fuentes de la investigación a Télam.
Efectivos policiales realizaron peritajes en la casa de la familia Rodríguez y en el lugar donde Nicolás chocó su auto, en un intento desesperado por escapar. Los investigadores hallaron once vainas servidas de un arma calibre 9 milímetros.
“Es un auto que teníamos, de la familia. El estaba casado y vivía con la familia en Ramos Mejía, sólo venía acá para empezar el trabajo, como todas las mañanas, ya que se dedicaba al reparto de frutas y verduras en la Capital”, explicó el padre a la prensa.
“Lo corrieron en una moto de alta cilindrada, pero también me dicen que había un auto (Volkswagen) Bora. El fue padre hace una semana tras buscar durante varios meses un bebé. La mujer dio a luz una hermosa beba que es la luz de todos nosotros”, sostuvo el hombre.
Entre lágrimas, Rodríguez suplicó: “No podemos vivir más en esta sociedad tan injusta. ¿Qué vamos a hacer ahora?"