Tras años de espera, Elma Pelozo, madre de un soldado caído en la Guerra de Malvinas, pudo viajar a las Islas y dejar una flor en la tumba de su hijo, Gabino Ruíz Díaz. El escenario no era para nada fácil: la mujer de 80 años tiene problemas de salud y está en silla de ruedas porque tiene las piernas amputadas producto de su diabetes. Sin embargo, gracias a la ayuda de muchos y el empeño de otros tantos, su deseo se concretó: "Dio una cátedra de amor", contó uno de los organizadores de este plan.
Como los vuelos a Malvinas son una vez por semana, hubo que organizar un operativo diferente para que Elma pueda ir: se necesitó un helicóptero del Ejército que la fue a buscar hasta el pueblo correntino de San Roque, y de allí llevarla hasta el aeropuerto de Mar del Plata, desde donde fueron a las Islas. Todo en menos de 24 horas.
Julio Aro preside la Fundación No Me Olvides, conformada por veteranos de la Guerra y madres de los soldados caídos, y encabezó la colecta de fondos para el viaje. El hombre que acompaño a Elma aseguró a PERFIL: "Fue un trabajo de una década para poder lograr este sueño. El hecho de prometerle la identificación primero y poder llevarla ahora es una promesa cumplida. Es algo impagable".
En ese sentido, detalló: "El viaje estaba pautado para el 26 de febrero, pero se pospuso varias veces por las condiciones climáticas. El 4 de marzo finalmente viajamos a Mar del Plata, donde gracias a la donación de un hotel Elma pudo pasar una noche y descansar. El 5 partimos hacia Malvinas en un vuelo privado".
"Llegamos a la mañana y el cementerio estaba para ella sola, solo con la guardia de honor que está ahí. Elma dio una cátedra de amor ante todos porque había un cura y un traductor y ella sin entender lo que él decía, cada vez que hacía una pausa decía 'amén'. Cuando terminó, el cura se acercó a saludarla y ella le puso la mano en el hombro y le habló y les deseó bendiciones a todos los que estaban ahí. En ese momento no intervino el traductor y no fue necesario porque aún sin entender lo que les decía, todos empezaron a lagrimear", relató Aro.
"Ella es una mujer con luz propia y por eso todos lloraban. De hecho rompieron con los protocolos y se sacaron fotos con ellas. Fue algo muy emocionante. Después estuvo frente a la tumba de su hijo, le habló. Se puso feliz, dice que volvió más liviana y con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando volvimos a Corrientes había una camioneta del Ejército para llevarla al pueblo, pero ella quería esperar el helicóptero porque dijo que tenía que darle un regalo a los pilotos: tres piedritas que trajo de la tumba de su hijo", manifestó.
Acerca de las sensaciones de la mujer al estar en el lugar, Aro expresó: "Elma tenía ganas de ver a su hijo. Ella pudo viajar en el '97 pero aún no estaban identificadas las tumbas. De hecho ella lo buscó por todos lados y no lo encontró, entonces eligió una cruz simbólica donde creer que estaban los restos de Gabino, y para sorpresa de todos esa que eligió no estaba tan lejos de la correspondiente: estaba en frente. Increíble. Ella ahora sabe que el cuerpo está ahí, estuvo ahí y nunca se lo va a olvidado. Le dejó una flor y le rezó una oración".
"Ella dice que una mujer después de cierta edad no puede tener más hijos, pero me dijo 'parí 3 hijos más porque los pilotos son como mis hijos ahora", añadió al referirse a lo agradecida que está Elma con todos aquellos que hicieron posible este viaje. "Todos quedaron alucinados, ella abrió el pecho y puso una luz propia ahí, aún sin entender el idioma. Eso habla del poder de la mirada y también del abrazo, esos que te da ella que te penetra hasta los huesos. Es una madre para mi, hago lo que sea necesario por ella", completó.
Su hijo, la punta del ovillo. Gabino ‘Cambacito’ Ruíz Díaz nació en San Roque, Corrientes al igual que sus cinco hermanos. Se desempeñaba como soldado del Regimiento N° 12 de Mercedes cuando fue a la Guerra. Según el relato de sus compañeros, murió el 28 de mayo de 1982 en la batalla de Pradera del Ganso.
Aro viajó en 2008 a Londres invitado por exsoldados ingleses. Allí conoció a Geoffrey Cardozo, un militar británico retirado al que en 1982 el Reino Unido le había encomendado la tarea de recoger los cuerpos de los soldados argentinos de los campos de batalla y darles honrosa sepultura en el cementerio de Darwin. Este hombre fue el primer eslabón de esta cadena porque les proporcionó documentación con la cual comenzaron a identificar a sus compañeros.
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En los papeles en cuestión figuraban detalles y datos de cada uno de los soldados sepultados sin identificar. Uno de ellos tenía como dato sólo un número: 16404614. En una investigación que iniciaron desde la fundación determinaron algo más: "Era un número de documento correspondiente a una persona llamada Gabino Ruíz Díaz, un soldado correntino que murió en Malvinas, y cuya pensión la cobraba su mamá en San Roque, Corrientes. Al mismo tiempo nosotros sabíamos que en la parcela A, fila 2, tumba 15 ese cuerpo ya tenía nombre y era la de Gabino, por eso no podía tener más la placa con la leyenda ‘soldado argentino sólo conocido por Dios’", recordó Aro meses atrás en diálogo con PERFIL.
Pero aún faltaba una confirmación: la prueba científica, que llegó en 2017 gracias al trabajo de la Cruz Roja y del Equipo Argentino de Antropología Forense. "Nosotros le planteamos que teníamos la idea de dónde estaban los restos de su hijo pero que nos faltaba la parte científica que lo comprobara por eso le preguntamos qué quería hacer. Ella nos dijo ‘mi hijo no está usurpando nada, está en su tierra y quiero saber dónde está’. Cuando ella dijo que sí, nos abrió la puerta para buscar al resto de las madres que no sabían en qué tumba estaban sus hijos". Cuando la ciencia confirmó sus sospecha, comenzaron con la campaña y colecta de dinero para que pueda viajar.
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"Cambacito fue la aguja que con su hilo invisible hizo posible que hoy tengamos a 115 compañeros identificados, entonces esa mamá como todos los padres, se merecen ir allá". En el cementerio de Darwin la tumba de Ruíz Díaz ya tiene una placa que la identifica".
Elma es mi bandera. Recuerdo que durante una teleconferencia con los isleños me dijeron si tenía una bandera para llevar, porque siempre preguntan y yo les dije 'sí, se llama Elma Pelozo y es madre de un soldado caído", concluyó Aro, quien le hizo honor al nombre que lleva la fundación que preside y no se olvidó de 'Cambacito', y mucho menos de su segunda mamá, Elma.
Si bien el viaje ya se hizo, aún se continúa con la colecta para poder solventar la deuda del mismo.
►Cómo colaborar: A través de la página de la Fundación No Me Olvides, o bien con un depósito a la cuenta del Banco Provincia: Titular: Fundación No Me Olvides / No. de cuenta: 6189-50720/4 /CBU: 0140401601618905072049
FDS/MC