SOCIEDAD
Efeméride 16 de julio

Servicio Penitenciario Federal: de Ushuaia a Ezeiza, cómo evolucionaron las cárceles de máxima seguridad

Creado hace 90 años, el sistema carcelario argentino tiene su propio día desde 1968. Torturas y maltratos, sobrepoblación y deficiencias en las instalaciones. Similitudes y diferencias entre sistemas de reclusión separados por más de siete décadas.

Complejo Penitenciario Ezeiza
Complejo Penitenciario Ezeiza | Cedoc Perfil

El Día del Servicio Penitenciario Federal (SPF) se conmemora todos los 16 de julio desde 1968, siendo este domingo su 55° aniversario. Esta fecha, permite hacer foco en la evolución del sistema presidiario en las cárceles de máxima seguridad, desde su creación hasta la actualidad, donde se pueden vislumbrar las condiciones de reclusión y el respeto -o no- de los Derechos Humanos (DD.HH) de los presos.

El Servicio Penitenciario nació hace 90 años, en 1933, y es conmemorado en coincidencia con el Día de Nuestra Señora del Carmen, en honor a la Virgen patrona de la institución. El nombre de la celebración comenzó siendo “Día del Agente Penitenciario”, pero posteriormente fue modificado mediante el Decreto N° 3.342 de 1968 como “Día del Servicio Penitenciario Federal”.

La evolución de los penales de máxima seguridad, o de régimen cerrado, permite observar los cambios producidos a lo largo de los años dentro del sistema penitenciario, junto con sus fortalezas y debilidades, así como evaluar las condiciones de organización de la reclusión y el trato hacia los internos.

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Servicio Penitenciario Federal, de Ushuaia a Ezeiza

La clasificación de los establecimientos penitenciarios de seguridad máxima, mediana y mínima formaba parte de la derogada Ley Penitenciaria Nacional. Con la promulgación y posteriores resoluciones de la Ley de Ejecución de la Pena Privativa de Libertad (1996), surgió un nuevo ordenamiento de los penales federales.

En abril de 2010, mediante la Resolución DN N° 485, se dicta la “Clasificación y reagrupamiento de los Establecimientos de Ejecución de la Pena del Servicio Penitenciario Federal”, que los tipifica en establecimientos cerrados, semiabiertos y abiertos, en reemplazo de los de máxima, mediana y mínima seguridad.

En la normativa se establece que “(...) los establecimientos penales no refieren al 'afuera', a su estructura edilicia o a los medios físicos de seguridad. Por el contrario, se refieren a la regulación del 'adentro', en la diversidad de funciones institucionales (relaciones de roles y estatus), grados de seguridad y disciplina, de acuerdo con las necesidades de cada grupo conformado”.

Establecimientos Penales
Servicio Penitenciario Federal. Unidad 6 - Instituto de Seguridad y Resocialización de Chubut.

Esta clasificación se refiere a los distintos tipos de Régimen (cerrado, semiabierto y abierto), y se define a los “establecimientos polivalentes”, en los cuales, “conviven distintos regímenes o sectores con niveles específicos de supervisión”.

De todas maneras, en la información pública del portal del SPF y del Ministerio de Justicia siguen constando informes actuales donde se clasifica a los centros penitenciarios con la anterior denominación. 

Cárceles de de máxima seguridad

Si bien el Servicio Penitenciario Federal reconoce sus orígenes en 1933, con la promulgación de la Ley 11.833 de Organización Carcelaria y Régimen de la Pena, los centros penitenciarios se pueden encontrar desde mucho tiempo antes, incluso en los orígenes de la nación. Cabe recordar que el Cabildo de Buenos Aires fue utilizado como lugar de detención de quienes habían quebrantado las normas en la época de la Revolución de 1810.

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En 1902 se inauguró el que se considera primer establecimiento nacional de máxima seguridad en Argentina, el presidio de Ushuaia. Construido paulatinamente, el centro de detención contaba con una capacidad de hasta 600 personas y tenía un régimen de educación primaria y trabajo retribuido.

Fue popularmente conocida no solo por su localización en la ciudad más austral, sino por ser uno de los penales más crueles del planeta, donde el clima hostil y las precarias condiciones de vida se juntaban con las fuertes torturas de los guardiacárceles. Cuando los presos intentaban huir el clima hostil los hacía regresar. Era mejor ser maltratados a morir en el frío.

Con la promulgación de la Ley de Organización Carcelaria y Régimen de la Pena, obra del Dr. Juan José O’Connor, destacado funcionario y penalista, se buscó cumplir con el mandato constitucional del artículo 18: "(…) Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquella exija, hará responsable al juez que la autorice." 

Penal de Ushuaia
Servicio Penitenciario Federal. Penal de Ushuaia.

Durante toda la década del ‘30 y principios de la ‘40 hubo un incremento de las denuncias por maltratos y torturas, junto con constantes muertes por insalubridad, lo que llevó a que la cárcel se cerrara el 21 de marzo de 1947 por decreto presidencial de Juan Domingo Perón. Esto también se debió al cambio de geo-estrategia para la zona más austral de Argentina que ya era la "puerta" a la Antártida.

Por esa misma época, hace más de siete décadas, por iniciativa del entonces director general de Institutos Penales, Roberto Pettinato, se eliminaron los grilletes de sujeción y el traje a rayas que uniformó a los internos hasta fines de la década del '40. 

“Ya desprendidas de estos y otros emblemas de castigo, las cárceles federales avanzaron a un ritmo que las convirtió en pioneras de América del Sur y Central en abandonar el sistema de la reclusión por la reclusión misma, tan inútil para el preso como para la sociedad a la que retornaría para incorporar las premisas resocializadoras”, mencionan desde el SPF.

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Actualmente, existen 8 complejos penitenciarios de régimen cerrado o máxima seguridad, desde donde se ha enfatizado en “el esfuerzo recuperador, resocializador, del hombre y la mujer encarcelados”, según señala el SPF, a través de la oferta educativa, el trabajo y la salud.

Sin embargo, todavía existen problemáticas que afectan las condiciones de vida y reclusión de los presos, como se observa en el reciente Informe Anual sobre la situación de los Derechos Humanos en las cárceles federales de la Argentina, de la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN), correspondiente al año 2022.

Ushuaia y Ezeiza: diferencias y similitudes 

El Complejo Penitenciario Federal N°1 (Ezeiza) fue habilitado en 1999 y es uno de los ocho centros activos en el país con un nivel de seguridad alta-máxima. A pesar de ello, es considerado un establecimiento polivalente, ya que conviven módulos con regímenes cerrados, con otros semiabiertos de  “Ingreso, Selección y Tránsito”. 

En los 76 años que pasaron desde el cierre del penal de Ushuaia, algunas problemáticas fueron solucionadas en el sistema penitenciario, otras nuevas aparecieron y algunas siguen sin resolver. Estas son algunas de las diferencias y similitudes entre la vida en el penal de Ushuaia y en el actual penal de Ezeiza.

Complejo Penitenciario Ezeiza
Servicio Penitenciario Federal. Complejo Penitenciario Federal N°1 en Ezeiza.

Ushuaia y Ezeiza: condiciones de seguridad

El presidio de Ushuaia contaba con cinco pabellones dispuestos en estrella, alrededor de un vestíbulo central. Cada uno de ellos, de dos pisos, alineaba a ambos lados celdas de 4 metros cuadrados. Cada pabellón contaba con 76 celdas (386 en total) y cada una de ellas era unipersonal, aunque la cárcel llegó a tener sobrepoblación, alojando a más de 600 penados al mismo tiempo. El penal carecía de muro de circunvalación, estando este suplido por un alambrado.

Las pequeñas celdas estaban hechas con muros de roca y el frío y la humedad entraban a pesar del sistema de calefacción. Los presos debían soportar muy bajas temperaturas del invierno fueguino. Cada pabellón se calentaba con uno o tres tachos, donde se quemaba leña durante todo el día, pero por la noche, al cerrarse las puertas de las celdas, éstas quedaban aisladas.

Los baños y retretes, ubicados en semicírculo, en los martillos de cada pabellón. No tenían puertas, así que un guardia vigilaba al penado mientras hacía sus necesidades. A su vez, los presos solo se podían bañar una vez a la semana, la mayoría de las veces con agua helada.

Penal de Ushuaia
Penal de Ushuia en la actualidad, tal como fue originalmente.

El actual penal de Ezeiza, por su parte, tiene alojamientos individuales y autonomía de sus seis unidades residenciales. Cada unidad cuenta con entre 4 y 10 pabellones, con una capacidad de entre 110 y 350 internos, dependiendo de la cantidad de módulos. En total, puede albergar a 1931 presos.

Cuenta con un doble alambrado perimetral externo y otro para cada uno de los módulos, sensores de movimiento y pantallas de circuito cerrado de televisión. Los pabellones de alojamiento están compuestos por celdas individuales de dimensiones acordes a estándares internacionales, con instalación sanitaria en su interior.

“Sin embargo, debido a la sobrepoblación producida en la última década, se incorporaron al Complejo algunos pabellones de alojamiento colectivo, instalando en ellos gran cantidad de camas cucheta, sin garantizar el espacio vital mínimo por persona”, menciona la Procuración Penitenciaria de la Nación (PPN).

Además, durante los relevamientos de la PPN, se verificaron fallas en las instalaciones (una de las celdas se prendió fuego por la conexión eléctrica). En todos los alojamientos relevados del complejo se encontraron instalaciones clandestinas y por lo tanto, inseguras, lo que provoca, en muchos casos, problemas para utilizar artefactos eléctricos.

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Salud e higene

En el penal de Ushuaia las condiciones de higiene y salud eran precarias. La mala comida era la mayor causa de enfermedades, las digestivas se curaban con bicarbonatos o purgas, pero la mala alimentación produjo desnutrición frecuente.

La defectuosa calefacción en las celdas provocaba graves casos de tos, muertes por tuberculosis y enfermedades infecciosas. Mientras el médico tenía pocas herramientas para combatir las enfermedades pulmonares, solo simples jarabes y reposo.

Recién en 1943 se terminó de construir el hospital, con mano de obra de los reclusos y talleres de la cárcel. Durante los cuatro años de funcionamiento que tuvo, el lugar contó con una sala de operaciones, salas para desinfección, curaciones y rayos X, farmacia y dos salas con 22 camas. 

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Por su parte, el penal de Ezeiza cuenta con el Hospital Central Penitenciario I, un establecimiento de atención con 50 plazas distribuido en dos plantas. Este es el mayor espacio sanitario en el SPF y el único con internación.

Los consultorios médicos y de enfermería disponen del equipamiento básico para llevar a cabo una primera atención a la población detenida, según relevó la PPN. Sin embargo, muchos espacios debidamente equipados y preparados para la atención médica se encontraban vacíos o fuera de funcionamiento, por falta de personal o sin motivo aparente. 

Educación y trabajo

Tanto el penal de Ushuaia como el de Ezeiza permitían a los presos acceder a la educación y al trabajo retribuido. Mientras en el primer complejo los reclusos sólo podían llegar hasta el nivel de educación primario, en el segundo, los internos pueden acceder a diferentes grados de educación formal, desde primaria hasta universitaria y profesional.

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Servicio Penitenciario Federal. Presos tomando cursos de alfabetización digital.

El trabajo en la ciudad más austral del mundo se centraba en la tala de árboles para abastecer de leña a la población durante el invierno, aunque el presidio también contaba con rudimentarios talleres de carpintería, herrería, imprenta, mecánica y zapatería.

En las unidades del Complejo Penitenciario Federal N°1 se observan variados talleres productivos, por los que los reclusos cobran un sueldo: panadería, herrería, carpintería,  zapatería, entre otros. A pesar de ello, desde la PPN sostienen que se han podido observar “malas condiciones de mantenimiento y limpieza en los espacios destinados a la educación y recreación”.

Además, resaltaron la falta de actividades laborales productivas que promuevan la capacitación en oficios de los detenidos trabajadores y la falta de material y maestros especializados en los talleres existentes.

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Cárceles: problemas persistentes 

La PPN, organismo que tiene como objetivo proteger los derechos fundamentales de las personas privadas de la libertad en el ámbito federal y controlar la actuación del Servicio Penitenciario Federal, resalta las problemáticas del sistema en una serie de ejes temáticos: sobrepoblación, torturas, maltrato a los presos y deficiencia de las instalaciones.

Según el informe anual reciente publicado por la Procuración, el año pasado se recibieron 14.238 reclamos de distintas índoles por parte de  los reclusos: 6121 en los Centros de Denuncias y 7589 presenciales durante los monitoreos.

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Instituto Penitenciario de Puerto Madryn.

En 2022 se documentaron 316 casos de torturas y malos tratos en cárceles federales, de los cuales se presentaron 110 denuncias penales con el consentimiento de las víctimas y se iniciaron 45 investigaciones administrativas por muertes bajo custodia.

Además, una de las preocupaciones de la PPN se centra en el constante incremento de la sobrepoblación en los complejos penitenciarios. El año pasado fueron detenidas 11.349 personas, a pesar de que el cupo declarado por el SPF fue de 10.932. De ese total, el 55% se encuentran en Marcos Paz, Ezeiza y el Complejo Penitenciario Federal de CABA.

Como se mencionó anteriormente, las instalaciones en el penal de Ezeiza son deficientes, situación que el organismo advirtió también en las otras prisiones del sistema penitenciario. Es por ello que el 75% de las medidas de fuerza colectivas de los reclusos es por las condiciones materiales y edilicias, según señala el informe.

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La PPN sostiene que las medidas de fuerza pueden implicar riesgos a la salud física y psíquica de las personas privadas de su libertad. Por esto es en general, el último recurso utilizado, cuando los otros canales e instancias institucionales de reclamo no dieron respuesta.