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HISTORIA REPETIDA

¿Adónde iremos a parar?

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En el país se vive un clima de extrema incertidumbre. Las voces que se escuchan –variadas y de todo orden— hablan desde situaciones manejables, como crisis económica que se agudiza, hasta tesis extremas, como la posible salida anticipada del Gobierno.

Se ha hecho casi una necesidad, al volver del trabajo, averiguar cómo cerró el precio del dólar y cuántas reservas en divisas quedan en el Banco Central. Paralelamente, el Gobierno insiste en que está todo bajo control, que la inflación se ha detenido y que los precios vuelven o volverán a una etapa anterior a la estampida de enero. Y, en tono de moralina, se acusa a los productores y comerciantes de ser egoístas y especuladores. Lo cual es verdad: parecería que los doctores y contadores públicos del Gobierno están descubriendo que el sistema capitalista funciona sobre la base del lucro y la ganancia, y que las exhortaciones bondadosas no surten efecto. Sólo se logra interactuar eficazmente con ellos a partir de políticas correctas que encaucen la economía y equilibren a todos los actores.

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Pero la pregunta del millón, como suele decirse, es adónde vamos a parar. ¿Habrá un recambio de gabinete que oriente mejor las cosas? Este es un recurso clásico si el Gobierno comprende que sus actuales medidas no surten efectos positivos.

(La llegada de Capitanich abrió una expectativa pero vino a reiterar lo anterior, aunque con diferente estilo).

¿Se insistirá en la “Teoría-Indec” de creer que las cosas son como uno quisiera que sean? Lo que por supuesto no cambia la realidad.

Si se sigue por esta repetición habrá complicaciones, porque la inflación continúa fuerte. Con paritarias sobre el salario obrero en vista, y con alertas o directamente protestas desde diversos sectores, parecería poco prudente no realizar cambios.

La CGT opositora en declaración oficial señala “una manifiesta incapacidad en la gestión para la solución de los problemas”; “el Estado se debate sin pena ni gloria en una Argentina de saqueos, cortes de energía, cárceles sin control interno, fuga de capitales, inseguridad urbana, disparada de precios y un gran desorden estructural” (20 de enero). Más moderada, sin embargo, la CGT oficialista advierte sobre la pérdida del poder adquisitivo del salario y su relación con la alimentación de los sectores populares.

Es probable que la mayoría de la población les dé la razón a estas afirmaciones.

Las entidades empresarias del Foro de Convergencia advierten que no poseen un panorama claro para planificar sus inversiones. Allí están los imprescindibles y criticados productores de soja, que retienen granos para no perder con la inflación, lo cual es descripto por el Gobierno con el piadoso sustantivo “mezquindad”.

La Unión Industrial pide que el Gobierno convoque a un diálogo con todos los sectores con representación real, y señalan la necesidad de “recuperar la confianza y concertar los elementos de un plan integral” (4 de febrero).

Hasta el momento, el Gobierno no acusa recibo de estas exhortaciones, que son también advertencias.

De todas maneras, todo el arco opositor y todos los estamentos de la sociedad civil reiteran su confianza en la democracia, así como la necesidad de que el Gobierno cumpla su mandato dentro del más estricto orden constitucional. También en esto hay amplio acuerdo nacional.

El tema del año que comienza es saber si el Gobierno escuchará los avisos que se le envían y aceptará ampliar su panorama y buscar soluciones (y es de esperar que elijan bien, no como al vicepresidente); o si cerrará filas con sus actuales técnicos, confiando en repetir lo que no da resultado.Esto sin duda agravaría la situación, en grados difíciles de prever, pero que sin duda aumentarían el conflicto social.

No cabe aquí revisar la psiquis de la Presidenta ni las tensiones internas de su gobierno: aquí el tema es cambiar para mejorar o continuar una peligrosa vía de conflicto. Que los argentinos no queremos ni nos merecemos.


*Crítico literario y ensayista.