COLUMNISTAS
El paso de macri por davos

Con corbata y en inglés

Una mirada atenta del viaje presidencial al Foro Económico Mundial. Símbolos, pragmatismos y sobreactuaciones.

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Fue bueno comprobar que los profesores del Newman le enseñaron un inglés pasable a Macri. Dicen que Cristina Kirchner comentó alguna vez que durante muchos años había gritado “yanquis go home” y tal actividad militante le sacó tiempo para aprender esa lengua maldita, a la que, sin embargo, enriqueció con la nueva expresión “bad information”. Prat-Gay habla, sin lugar a dudas, un inglés infinitamente mejor que el de Cavallo. Estas parecen tilinguerías, pero si vivimos en un mundo globalizado, suena ventajoso que sus “gestores” puedan a veces entenderse, sin intermediaciones, en la lengua que, por ahora, es la del poder en Occidente.

El pasado jueves, un diario argentino tituló así: El New York Times elogió al Presidente”. Fui a la noticia, publicada en la web del New York Times, el martes 19. El título era “Trudeau, Macri y Biden están entre los grandes nombres en Davos”. O sea que, en efecto, nuestro presidente figuraba en el título original, junto al nuevo primer ministro de Canadá y al vicepresidente de EE.UU.

La noticia del New York Times continuaba así: “Pocos nombres atrajeron más atención este año que Justin Trudeau… La folletería del foro le da un lugar importante y hablará en por lo menos dos oportunidades”. Sobre Macri, informaba: “Otro nombre muy promocionado. Su llegada a la presidencia, así como su objetivo de que su país regrese a los mercados globales después de años de peleas con quienes invirtieron en bonos argentinos, es observada de cerca por los magnates de los hedge funds que vuelan a Davos”. El diario argentino traduce “hedge funds” como pintorescos fondos voladores, aunque quizá esa traducción defectuosa no sea ingenua (el New York Times lo que dice, obviamente, es que los que vuelan a Davos son los magnates no los fondos). Como sea, el breve suelto de la web del New York Times es cortés con la Argentina.

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La agenda de Macri en Davos, publicada por varios medios, ofrece el cronograma que cumplió allí. Durante la tarde del 20 de enero y los dos días subsiguientes se entrevistó con los primeros ministros de Irlanda, del Reino Unido, de Israel, de Francia y de Holanda (con la presencia de la reina Máxima y la primera dama argentina, una gran photo opportunity que no se desaprovechó); con el vicepresidente de EE.UU. y con los presidentes de México y de la Confederación Suiza. A las entrevistas pautadas se les adjudicó una duración de media hora. El resto de las entrevistas de Macri fue con CEOs o presidentes de grandes corporaciones.
 

Davos es una reunión mundial de inversores y empresarios a la que asisten políticos de primera línea. Los que no pertenecemos a ese mundo podemos imaginarlo como una gigantesca convención (como las de médicos en las que están presentes los laboratorios farmacéuticos), donde coinciden, durante varios días, el dinero y la política, a la que se asiste precisamente para encontrarse con mucha gente en entrevistas que serían mucho más difíciles de encajar en las múltiples agendas de los participantes.

Las dos eventos colectivos y públicos a los que Macri fue invitado fueron una “conversación con el International Media Council” y un panel con el título “El nuevo futuro de la Argentina”, a cuya mesa se sentaron CEOs de grandes empresas durante 45 minutos. Después de este panel Macri ofreció otra conferencia de prensa, que fue trasmitida en directo por canales de noticias argentinos. Lo interrogaron periodistas de varios diarios latinoamericanos y hubo una pregunta del Wall Street Journal y otra del Financial Times.

Está muy bien como diferencia de la política exterior kirchnerista que, además de los discursos que les endilgó Cristina a los mandatarios del G20, frecuentó Venezuela y reuniones de Unasur, pocos encuentros con Dilma o Bachelet, diálogos con Putin, bendiciones en el Vaticano y emotivas reuniones en Cuba, además de aquel inolvidable viaje a Angola, un paquete turístico con 400 empresarios que capitaneaba Moreno, viaje en el cual la Presidenta cantó y bailó, imitó a una gallina y demostró variadas destrezas escénicas. Todos esperamos que Macri no insista en las mismas cualidades, y tenemos esperanzas fundadas, ya que para tratar con capitalistas seguro que conoce conductas diferentes a las que exhibió en el balcón histórico de la Casa de Gobierno el día de su investidura. Macri sabe poco de símbolos pretéritos, pero mucho sobre sus congéneres.

De todos modos sólo un verdadero patriota de sólida fe puede creer que Macri figura entre los líderes políticos globales. Haber derrotado a Scioli en las elecciones recientes puede ser una calificación meritoria, pero es todavía poco. Además, un aspirante a líder político global no está bien que declare, en su última reunión de agenda con la prensa presente en Davos, que Massa va a ser el próximo jefe del justicialismo. Un disparate impropio de esa ocasión en la que Macri y Prat-Gay también anunciaron, apropiadamente, un deshielo en la relación con EE.UU. y el FMI.

Entre los empresarios que conversaron con Macri hay uno que me da un poco de resquemor: el que vende escuelas y tecnologías educativas llave en mano. ¿Dónde? Principalmente en países de los llamados “emergentes”, aunque tuvo o mantiene sus empresitas pedagógicas en Gran Bretaña, pero está ausente de otras regiones que cuidan la educación de sus futuros ciudadanos. Macri, naturalmente, se declaró entusiasmado por el encuentro con un magnate escolar que une pedagogía y business. La misma página web del empresario (todo el mundo sabe que esos portales son siempre autocelebratorios) es incapaz de disolver las dudas que suscita su emprendimiento global.

La importancia de Davos. Los presidentes de EE.UU. (según informe de la BBC) no fueron visitantes frecuentes, excepto Bill Clinton. Ni Bush padre ni su hijo estuvieron en el foro capitalista mundial y el vice Biden es la primera vez que lo visita, como dijo en su discurso, donde además criticó el cortoplacismo de los empresarios y les pidió que cuidaran a sus trabajadores por lo menos tanto como a sus accionistas. Angela Merkel, en cambio, estuvo allí en 2015, con un discurso famoso en el que habló de democracia y libertad y exhortó a Europa a mirar un poco más allá de sus confines políticos. Obviamente, nadie puede esperar sensatamente que Macri sea invitado a impartir uno de esos discursos presidenciales. Sólo Cristina podía tener fantasías de ese calibre (aunque nunca eligiera a Davos para realizarlas) y fracasar en el intento.

Nota al pie. La montaña mágica transcurre en un sanatorio de tuberculosos de Davos. En el final de la novela uno de sus protagonistas se suicida y otro marcha hacia los campos de batalla de 1914. Aunque sea por cábala, mejor pasar en silencio la genial novela de Thomas Mann. Por suerte, Macri lee biografías. Seguramente Merkel conoce bien La montaña mágica ya que, como Thomas Mann, es una mujer culta que no falta nunca a Bayreuth. Derechas las hay de todo tipo.