COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

Palabras, palabras, palabras...

Este ombudsman tiene claro que lo que intentará transmitir en este espacio entrará en colisión con una corriente, cada vez más acentuada, de creciente permisividad en el empleo de un lenguaje cargado de palabras consideradas fuertes, transgresoras, a veces insultantes.

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VERNACI. Reglas de estilo violadas por quien editó su reportaje. | cuarterolo

Este ombudsman tiene claro que lo que intentará transmitir en este espacio entrará en colisión con una corriente, cada vez más acentuada, de creciente permisividad en el empleo de un lenguaje cargado de palabras consideradas fuertes, transgresoras, a veces insultantes. Cuando Roberto Fontanarrosa aprovechó su tiempo de exposición en el III Congreso Internacional de la Lengua Española (Rosario, noviembre de 2004) para exponer sobre las “malas palabras”, no hizo más que proponer la legitimación de esos vocablos cada vez menos prohibidos para el lenguaje académico, periodístico o de uso cotidiano.

Desde esta columna, en no pocas oportunidades, se ha defendido la libertad de fuentes y entrevistados –e incluso de colaboradores y formadores de opinión– para exponer sus ideas sin ningún tipo de ataduras lingüísticas. Pero también se han puntualizado cuestiones de estilo que están contempladas en las reglas impuestas por la práctica editorial y por el manual Cómo leer el diario, que contiene algunas precisiones que deben ser tenidas en cuenta:

  •  En las entrevistas del tipo pregunta-respuesta, los interrogantes o afirmaciones que hace el periodista de PERFIL deben ser transcriptos sin tuteo (aunque éste haya existido en el diálogo) y empleando un lenguaje desprovisto de esas llamadas “malas palabras” (aunque éstas hayan existido en el diálogo).
  •  En la transcripción de las respuestas, tanto el tuteo como el empleo de vocablos “fuertes” por parte del entrevistado deben ser respetados literalmente para un mayor acercamiento del lector al protagonista de la nota y –fundamentalmente– para no violar el criterio de respeto por formas que –por lo general– definen al entrevistado y aportan mayor precisión al contenido de sus dichos.

Un ejemplo flamante permite avanzar en la búsqueda de un necesario equilibrio entre lo permitido y lo vedado en estas páginas. Ayer, en la doble página central del suplemento Espectáculos, se publicó un extenso reportaje a la conductora de radio Elizabeth “la Negra” Vernaci (Radio con Vos, en la segunda mañana, y Pop, en las tardes), cuyo mordaz, subido de tono y muchas veces impiadoso empleo del lenguaje –en buena medida la define como irreverente, iconoclasta– es poco menos que ilimitado. Se han cometido violaciones a dos de las reglas de estilo de este diario, en ambos casos por la fórmula empleada al editar la nota: el redactor emplea un lenguaje coloquial, tuteo incluido, y transcribe vocablos que pudieron ser reemplazados por otros sin que se perdiera lo esencial: “¿La guita [la plata, el dinero]no, entonces?”; y “¿Estás cagada [asustada, temerosa, angustiada] con el tema drogas, alcohol, sexo?” (en relación con Vicente, 14 años, único hijo de Vernaci). Curiosamente, la locutora no recurre a un vocabulario similar al que emplea en sus programas de radio: en dos páginas, apenas emplea cuatro veces las palabras “boluda”, “boludo”, “boludeo”), una la palabra “mierda” (reivindicada como necesaria –a veces imprescindible– en aquel discurso de Fontanarrosa) y cinco la palabra “pelotudo” (referida a su calificativo para un personaje de la radio y la televisión).

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La intención de este Defensor de los Lectores es puntualizar la aplicación de las reglas de estilo de PERFIL tal como están diseñadas en tanto no sean modificadas por decisión de la conducción editorial. Tal vez ha llegado el momento –y así les será expuesto a los responsables de la redacción– de revisar algunas de ellas, porque así como el paso del tiempo y el devenir social, cultural y político redefinen muchas cuestiones de la vida cotidiana, también el lenguaje y las formas de expresión puede –deben, en general– ser actualizadas en estos tiempos de nuevos formatos de comunicación.


Perlitas. Algunos errores y omisiones en la edición de ayer:

  •  En la página 38, Internacionales, no se aclara que el firmante de “Decretaron la muerte de la Democracia”, César Miguel Rondón, es un conocido periodista y productor de la TV venezolana.
  •  La información acerca del Ciclo de Teatro Independiente Rosarino en Buenos Aires se publicó en dos espacios: Cultura (página 51) y Espectáculos (página 5 del suplemento).
  •  También en Espectáculos, carece de firma la nota sobre el Bafici (página 3). Todo texto superior a mil caracteres debe consignar su autoría.
  •  El texto de la nota “El precio de una vendetta”, así titulada en la tapa del suplemento Deportes, no sustenta de manera acabada la afirmación que formula la bajada: “La suspensión de Messi responde a un pase de factura de la FIFA a la AFA y a la tensión entre Angelici y la Conmebol”. En verdad, la única fuente que dice algo de esto es “un dirigente con llegada a Zurich” (la FIFA), a quien no se identifica.

Muy poco para tamaña aseveración.