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Periodismo puro

Un análisis sobre el tratamiento mediático del "remediogate". Desde la primicia de PERFIL hasta la actualidad.

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| Cedoc

 

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LA PRIMERA NOTA DE ZANOLA publicada hace cuatro meses por este diario. Y los carteles anti PERFIL.

Otra vez. El mismo equipo de periodistas de PERFIL que hizo público el Caso Skanska en 2006, conducido por el prosecretario de Redacción, Carlos Russo, quien por esa serie de notas fue premio Konex Periodismo de Investigación, develó el caso de corrupción con remedios truchos de La Bancaria por el que está preso el titular del gremio, Juan José Zanola.

La primera nota sobre Zanola se publicó en PERFIL hace cuatro meses, el 9 de agosto pasado; su reproducción ilustra esta página. Y a partir de allí todas las ediciones de este diario tuvieron nuevas revelaciones que en cuatro oportunidades fueron tapa (durante los primeros dos meses sólo este diario le dedicó espacio al tema, mientras que en el Caso Skanska habían pasado seis meses hasta que otro diario se sumó).

Tras la primera nota, y cuando aún Zanola se sentía intocable, en el Microcentro de Buenos Aires, y especialmente en los alrededores del edificio de Editorial Perfil, aparecieron carteles atacando a este diario y defendiendo a Zanola. La investigación de PERFIL sobre los medicamentos truchos se había iniciado hace casi un año cuando, gracias al trabajo de los redactores Mariano Confalonieri, Emilia Delfino y Rodrigo Alegre, este diario fue el primero que publicó fotos del “Yabrán de los medicamentos”, Néstor Lorenzo, y le dedicó la tapa del 4 de enero de 2009.

¿Por qué ahora, que más diarios son críticos del oficialismo, determinadas primicias logran producir efecto y otras no tanto? Marshall McLuhan revolucionó con su libro Understanding Media, que sostenía que el medio era el mensaje, y la Argentina actual termina de demostrar –patéticamente– cuánto los intereses o motivaciones de los emisores modifican el mensaje, que es transformado en función del “para qué” o el “por qué” de cada medio.
En una exposición frente a empresarios, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, culpó por la baja de inversión “al monopolio Clarín, que desde la tapa hasta el último chiste genera un clima de desaliento a los negocios”. Las consecuencias que asigna Fernández son ridículas, hasta podrían aumentar las inversiones si este Gobierno careciera de poder. Es cierto que a partir del debate de la Ley de Medios, “desde la tapa hasta el último chiste”, todo lo que hace el Gobierno merece las críticas de Clarín, pero lo que produce en el público es lo opuesto: descreimiento por su obviedad.

Si esa mirada crítica no es diferente a la que PERFIL mantiene desde el comienzo del kirchnerismo, ¿por qué las denuncias de este diario tienen consecuencias sobre la política e influyen sobre los lectores de manera diferente a las de Clarín, que terminan generando proporcionalmente menos daño al Gobierno y a veces hasta son contraproducentes para el propio Clarín? La explicación sería la de McLuhan: el mismo mensaje es diferente si lo emite un medio que fue oficialista mientras el Gobierno le concedía beneficios y pasó a ser crítico sólo cuando los perdió.

Ciertas críticas carecen de autoridad ética: no es lo que se dice sino quién lo dice y cuál es su interés. La percepción de intención que asigna la audiencia al medio no depende de los comportamientos actuales, sino que está construida por la suma de las acciones del pasado de ese medio.
Igualmente, y aunque sea tras la Ley de Medios, vale elogiar que el Grupo Clarín haya decidido revitalizar sus fuerzas investigativas e incorporar a tres grandes “periodistas detectives”: Omar Lavieri, ex PERFIL 1998; Nicolás Wiñazki, ex revista Noticias; y Rodrigo Alegre, ex PERFIL.


Fopea. A raíz de una foto donde no se pixelaron suficientemente los rostros de los acusados de integrar la banda que atacó a Fernando Cáceres, el Foro de Periodismo Argentino (Fopea) envió una queja a PERFIL. Este diario publicó la queja; su ombudman dijo que Fopea tenía razón y pidió públicamente disculpas.
La semana pasada, Fopea nos envió otra carta donde decía: “Estimado Jorge Fontevecchia: Nos es grato dirigirnos a usted para expresarle la satisfacción que causó en Fopea la respuesta por parte de Andrew Graham-Yooll a nuestra carta con observaciones éticas sobre la publicación de imágenes y la identificación de adolescentes supuestamente vinculados a delitos de repercusión pública. Entendemos que la publicación de nuestra carta y su contestación definen una política editorial del periódico hacia el futuro”.

“Destacamos la admisión de errores por parte de PERFIL –concluye la carta de Fopea–, lo que conduce a un camino que nos acerque a los ideales éticos y de calidad que, estamos convencidos, la sociedad nos demanda. Valoramos también esta acción por parte de PERFIL en el marco de una cultura que enseña a ocultar los errores o a dejarlos pasar, lo que aleja al periodismo de su función social en una democracia.”
La publicación de errores es una práctica habitual de PERFIL, que ya en 1998 tenía ombudsman y hasta sus propios columnistas publicaron críticas al diario en sus páginas. La continuidad en determinados comportamientos es lo que convierte una circunstancia en una línea, haciendo no sólo verosímil lo publicado sino aportando autoridad ética a un mensaje dotado de mayor potencia.