CULTURA
Literatura

Ana regresa a su pueblo diez años después y su abuela le pide ayuda para morir, una novela de Luciana Sousa

“Cuando nadie nos nombre” se editó a finales del 2022 y relata la vida en un pueblo de La Pampa, los vínculos familiares quebrados por lo no dicho y el combate entre la memoria y el futuro.

"Cuando nadie nos nombre" de Luciana Sousa. Gracias!
"Cuando nadie nos nombre" de Luciana Sousa. Gracias! | Gtlza. Planeta

“En la cocina, el ventanal de vidrio esmerilado filtra la luz grisácea de la tarde. Hay un silencio frágil, como la cáscara de huevo”, relata Ana la protagonista y narradora de Cuando nadie nos nombre sobre la casa de su infancia a la que se ve obligada a regresar diez años después. Se trata de la segunda novela de Luciana Sousa, editada en noviembre de 2022

La escritora publicó en 2016 su primera obra, Luro, en la editorial Funesiana y fue reeditada por Tusquets Editores en 2018. En 2017 fue elegida por el Hay Festival entre los 39 mejores escritores latinoamericanos menores de 39 años. A partir de ese reconocimiento, integró la antología Bogotá 39 publicada en 2018 en trece países de habla hispana a través de editoriales independientes.

Cuando nadie nos nombre comienza con una muerte. La vida de Luciana también había sido atravesada por la pérdida. “Yo había perdido a mi papá hacía muy poco tiempo y había quedado muy atravesada por esa experiencia tan atávica de acompañarlo en su muerte”, contó a PERFIL.

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Cuando nadie nos nombre

La novela cuenta en primera persona la experiencia de Ana que regresa a la casa materna ubicada en el pequeño pueblo de Mariano Miró en La Pampa. Allí se reencuentra con su abuela que va perdiendo su memoria de a poco y lleva en una libreta anotaciones cotidianas. En un pasaje la nieta espía lo que escribe su  abuela: “Mi marido murió hoy. Su nombre era Jacinto. Lo quise (casi todo el tiempo)”.

“Siempre hay algo de la propia experiencia que se filtra en la escritura”

Todo en este pueblo/ termina en la boca del camino ancho./ Todo por esa puerta se nos va. /Todo tiene un ojo secreto/ que mira el fondo del camino/ mientras vamos y venimos,/mientras somos, o al menos,/aparentamos ser. /Todo en este pueblo/ sabe que es ahí / donde la luz se acuesta, nos mira, /y se deshace.”, escribió el poeta platense Hugo Coneus en “La muerte de un pueblo” y condensa un sentido similar al de la novela.

Sousa pinta un territorio que queda sepultado, pero su historia emerge. Sus protagonistas buscan re construirse, pero su pasado asoma. Cuando Ana visita a la tumba de su abuelo ve gusanos sobre la tierra ¿Su tumba habrá quedado abierta?, se pregunta.  El pasado no se va del todo, con sus cosas bellas y su podredumbre. En ese camino se sumerge Ana.

Cuando nadie nos nombre

-¿Cómo comenzó “Cuando nadie me nombre”, cómo fue el proceso, cuándo supo que era publicable?
-Lo primero que surgió fue la historia familiar. Me interesaba la situación de “umbral” que en ciertas personas muy mayores empieza a aparecer, con la cercanía de la muerte, y la posibilidad de acompañar ese momento, que es tan natural, en apariencia, pero también es muy difícil de afrontar. 

Yo había perdido a mi papá hacía muy poco tiempo, por otros motivos, y había quedado muy atravesada por esa experiencia tan atávica de acompañarlo en su muerte.

A partir de esa inquietud, se fue armando este vínculo entre Ana, la protagonista, y su abuela. Luego empecé a construir ese entramado que supone una familia, y en este caso, una familia que de algún modo se descompone, como lo hacen muchas, a partir de que sus integrantes se van yendo de la casa, o se mueren. 

En esta familia hay, además, una reconfiguración con los años; antes eran los hombres los que tomaban las decisiones, ahora son las mujeres. Ese cambio de lógica hace que estas tres mujeres, madre, hija y abuela, que están en tres momentos de la vida muy distintos, tengan que recomponer su vínculo.

Recién después de escribir la historia familiar llegué a Mariano Miró, y ahí comenzó un proceso más complejo porque sentí que, de algún modo, la historia de este pueblo se entramaba con la historia familiar. No buscaba un paisaje, sino un territorio que la historia pudiera habitar y que, además, se metiera en la historia. Y así trabajé con este pueblo pampeano que desapareció en 1911, de cuya historia se supo hace muy pocos años atrás.

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-¿Y cómo es su rutina de escritura?
-Trato de estar muy conectada con la escritura, de escribir a diario, aunque sean breves relatos, impresiones. Y aunque no tenga tiempo de sentarme a escribir, llevo libretas y notas de celular que a veces me dejan la inquietud para seguirlas, y a veces no, pero que funcionan en el sentido de que nunca llego a una “hoja en blanco”, como se dice, siempre tengo algo previo, y eso le da fluidez al momento de la escritura en sí.  Escribir fuera del momento de la escritura, para mí eso es clave.

-Solo son mujeres de la familia las que quedan en el presente de la novela ¿eso fue una decisión previa a la escritura o se fue dando así?
-Se fue dando así. Las decisiones en mi escritura no son tan consientes, tienen mucho que ver con el azar o con lo que siento que va pidiendo la historia.En este caso, las mujeres son las protagonistas pero los hombres tienen un rol central, en su ausencia.

-¿La inspiración viene de la experiencia o de otras expresiones artísticas?  
-Yo escribo ficción, pero siempre hay algo de la propia experiencia que se filtra en la escritura, y eso es inevitable. Porque se escribe con la mente, pero también con el cuerpo, con la experiencia, con las tradiciones. Es difícil separar una cosa de otra. Y no creo que sea tan necesario, al fin y al cabo, ni tan importante para el lector. Si una historia es buena, y fundamentalmente, si la manera en que está escrita es atractiva, por su forma, por su belleza, por su inteligencia, eso es lo que importa. Lo demás es marketing.