DEPORTES
por la revancha

Tiger Woods derrotó a aquel rival con tacos altos y volvió a ser el número uno del mundo

Dos años después de los escándalos por infidelidad, el golfista está otra vez en la cima del ranking. La semana que viene irá por su quinta chaqueta verde en el Abierto de Augusta.

Regreso con gloria. Las derrotas, la caída en el ranking y el alejamiento de los sponsors ya son malos recuerdos. Tiger dice que está en el mejor momento de su carrera.
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Durante el proceso de destrucción, la tribuna estaba llena de mujeres. Pero en la reconstrucción hubo sólo una. Es que el episodio de la caída de Tiger Woods tuvo más coprotagonistas femeninas que el caso Berlusconi. Decenas de chicas se turnaban para ventilar las aventuras con el golfista. Y el hombre, claro, sintió los golpes: acusado de infiel, en crisis con su bella esposa, Elin Nordegren, con su imagen en descenso y los sponsors huyendo de su lado, le fue imposible mantener el rendimiento deportivo.

Tuvieron que pasar dos años y medio para que todo volviera a ser como entonces. En el medio hubo un retiro indefinido, una internación para tratar su adicción al sexo, la esperada vuelta y una nueva novia. Hasta que lo logró: esta semana Tiger Woods volvió a ser el número uno del mundo. Y a su lado, para celebrar el regreso con gloria, Lindsey Vonn, esquiadora olímpica, 28 años, tan bella como Elin.

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La que le dio el primer empujón al tobogán fue una camarera que contó que había mantenido relaciones sexuales con Tiger Woods durante 31 meses. Pocos días antes había trascendido un extraño episodio entre el golfista y su esposa, con una persecución, choques y los primeros rumores de infidelidad. Hasta ese momento, Tiger era el deportista que más facturaba, y su imagen, la más cotizada para los sponsors. En ese fatídico 2009 tenía en su cuenta más de mil millones de dólares. Y vitrinas abarrotadas de trofeos: cuatro Masters de Augusta, tres US Open, tres British Open y cuatro torneos de la PGA.

De esa primera crisis al divorcio hubo un paso. Separado de la sueca Elin Nordegren, Woods empezó a perder dentro y fuera de los campos. Las empresas General Motors, ATT y Gatorade le retiraron los auspicios, hasta que el 24 de octubre de 2010 perdió el cetro: el irlandés Rory McIlroy, un joven de 23 años, se quedó con el número uno del ranking mundial. Durante dos años, Tiger Woods no ganó ningún torneo, y en junio de 2011 llegó nada más ni nada menos que al puesto número 58.

De manera paralela a su declive deportivo, el golfista encaró una terapia para tratar de resolver su adicción al sexo. El tratamiento, que suele durar unos seis meses, se lo hizo en una clínica de rehabilitación de Mississippi. “Fue doloroso, pero está claro, yo lo hice –se sinceró Tiger en la primera entrevista que dio después de la internación–. Tuve un comportamiento vergonzoso. Ahora que lo veo en retrospectiva, es difícil creer que el que hizo esas cosas fui yo.” Además, se mostró arrepentido: “Herí a muchas personas, no sólo a mi esposa. Mis amigos, mis colegas, el público, niños que me admiraban”.

Pero después de dos años de caída libre, sin triunfos y con la facturación en reversa, apareció una luz al final de túnel que le iluminó el destino. Durante 2012 ganó tres torneos: el Arnold Palmer Invitational, el Memorial Tournament y el At&t National. Estos logros le sirvieron al golfista para escalar en el ranking, como impulso para volver a la cima. Y este año arrancó con todo: en febrero jugó unos hoyos junto al presidente Barack Obama.

Pero la fecha clave es el 26 de marzo. Es que este martes Tiger ganó en Orlando el Arnold Palmer Invitational de la PGA y recuperó el primer lugar. Más de dos años pasaron para que pudiera volver a ese lugar que ostentó entre 2005 y 2009. Apenas el golfista firmó una última vuelta de 70 golpes (-2) y dejó atrás al inglés Justin Rose por dos golpes, la nueva novia anunció la novedad al mundo: “Number 1 !!!!!”, publicó Lindsey en su cuenta de Twitter.

Ahora, el próximo gran objetivo de Woods es ganar su quinta chaqueta verde en Augusta, torneo que se disputará entre el 11 y el 15 de abril. “Hace varios años que no llegaba tan bien a Augusta”, confesó Tiger, y se mostró entusiasmado con el nivel que alcanzó: “Mi juego es consistente, está a un nivel alto, y si estoy bien físicamente y no me duele nada, sé que puedo pelear por los Majors y por cualquier torneo”. Después de las infidelidades, de los escándalos, de la rehabilitación y del bajo rendimiento deportivo, parecería que todo se acomodó. Tiger Woods, uno de los golfistas más importantes de todos los tiempos, tuvo su revancha.