ELOBSERVADOR
discutir la pobreza

“América Latina es la región más desigual del planeta”

Durante décadas las dictaduras militares violaron sistemáticamente los derechos civiles y políticos. La última dictadura militar fue un ejemplo de hasta qué punto es posible el ejercicio del terror sobre la sociedad.

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Pendiente. La democracia avanzó, pero aún falta. | cedoc

Durante décadas las dictaduras militares violaron sistemáticamente los derechos civiles y políticos. La última dictadura militar fue un ejemplo de hasta qué punto es posible el ejercicio del terror sobre la sociedad. Afortunadamente, logramos salir de ese infierno. La sociedad, algunos políticos y los organismos de derechos humanos ocuparon un lugar fundamental para dejar al descubierto lo que estaba oculto por la represión.

La democracia a partir de 1983 comenzó a reparar estas heridas. La Conadep y el Juicio a las Juntas fueron un modelo inédito de justicia, a pesar de que desde algunos sectores se lo quiera minimizar o ignorar.

Pero la demanda de justicia frente a los horrores de la violencia estatal también incorporó demandas de reparación frente a la pobreza, la desocupación, los bajos salarios arrastrados desde la dictadura. Había hambre de justicia y hambre de comida.

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Desde una perspectiva histórica, la democracia hizo avances significativos en los derechos políticos, civiles y sociales. Pero América Latina sigue siendo la región más desigual del planeta. Y en la Argentina, después de 33 años de democracia, se ha profundizado la desigualdad y la diferencia entre los más ricos y los más pobres.

Lo que falta. Algo pasa, entonces, en nuestras democracias.

Fue en democracia cuando los derechos sociales de la población fueron barridos de un plumazo con el gobierno de los años 90, que desmanteló lo que quedaba del Estado de bienestar. La crisis de 2001 fue un golpe crucial que llevó a una parte importante de la sociedad argentina a profundizar la pobreza. Hoy, la desigualdad parece que llegó para quedarse, no sabemos hasta cuándo.

Cada vez que hablamos de derechos humanos, el tema aparece directamente asociado a la reparación de quienes fueron víctimas de las dictaduras militares, y al castigo a los responsables.

Ampliar la mirada. Los derechos humanos trascienden esos períodos más o menos extensos de represión y autoritarismo: los derechos humanos tienen una íntima relación con la dignidad de la vida, con el bienestar, con la posibilidad de tener esperanzas, al menos una tan sencilla como es que los hijos estarán mejor que los padres. Es decir, con la confianza en la vida y la mayor o menor felicidad a la que aspiramos todos los seres humanos.

¿Se puede ser feliz en una sociedad profundamente desigual? ¿Cuánta pobreza y desigualdad aguanta la democracia? En este sentido creo que la democracia y los gobiernos de turno –y no solo en la Argentina por supuesto– tienen asignaturas pendientes, tienen confundidas las prioridades, dicen defender la justicia social y la igualdad pero mantienen a hombres y mujeres en la pobreza, en el temor que produce un trabajo inseguro, el desempleo y la dependencia de un subsidio (que por supuesto es bienvenido cuando no se tiene otra cosa). En ese sentido digo que nuestras democracias son rengas, parciales, y muchas veces por eso pierden legitimidad frente a liderazgos mesiánicos.

Se supone que la democracia está obligada a una redistribución equitativa. Pero lo está haciendo tan parcialmente que millones de personas viven en situación de extrema pobreza.

Y no es solo por falta de recursos económicos. Hace pocos años el país recibió los beneficios de una situación internacional extraordinaria. Podríamos afirmar histórica. Y fueron dilapidados por los dirigentes políticos, los empresarios, también por los dirigentes sindicales y buena parte de la ciudadanía acomodada, que fue indiferente –y también cómplice– a la corrupción.

* Periodista y escritor.