INTERNACIONAL
Sobrevivir en Medio Oriente

Cientos de personas viven de la basura en Palestina

Jóvenes y niños recolectan metal, plástico y otros materiales para vivir. La situación económica es tan mal que muchos no tienen otra alternativa.

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| AFP

El olor dulzón a podrido impregna incansable el aire. Por todas partes vuelan moscas. A cada paso lo rodean cientas y se le pegan a él, a su vestimenta sucia, a su rostro prácticamente negro por el sol y la suciedad. Issa se ha acostumbrado a ello. Como a la basura que se fermenta a sus pies, y a su hedor. "Mi vida está aquí", dice el joven de 22 años. Con ello se refiere al vertedero de basura de Jatta, con el que busca ganarse el sustento, al igual que muchos otros palestinos. El área de 144.000 metros cuadrados se encuentra a 17 kilómetros al sur de Hebrón, en Cisjordania.

En medio del idílico paisaje entre la ciudad de Jatta y la localidad de Ad Dirat se reúnen los residuos de la región, entre 400 y 500 toneladas diarias. "La basura simplemente se cubre con arena", afirma Yasser Dweik, encargado de residuos del ayuntamiento de Hebrón. "No se trata de un verdadero vertedero, sino de solamente un depósito", apunta. Un depósito que se ha convertido para numerosos habitantes de Jatta y Ad Dirat en su base de existencia. Especialmente hombres jóvenes y niños buscan metal, plástico y otros materiales entre la montaña de desperdicios, que luego puedan vender o utilizar. " La situación económica en Palestina es muy mala", explica Dweik. Entre 60 y 100 familias, estima, viven de la basura de Jatta.

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Especialmente valuados son los residuos de " más alta calidad" de los asentamientos judíos. "Cuando llega el camión desde Kiriat Arba, la gente se acumula en el portón, salta a la superficie de carga y hurgan con sus manos desnudas en la basura", relata Dweik. Actualmente el rendimiento no es grande. "Las cosas que todavía están buenas las venden los propios colonos", dice Ali.

El joven de 20 años lleva un pañuelo palestino rojo que protege su boca y su nariz para hacer frente al mal olor. Antes, Ali solía encontrar pequeños tesoros más frecuentemente. "Aquí", expresa con orgullo y extrae un viejo teléfono móvil del bolsillo de su pantalón. Aprieta los botones, pero no hay respuesta. Sin embargo, Ali está radiante.

Por un momento. Luego se le vuelve a ensombrecer el rostro. "Pero ahora la basura es muy mala, lo mismo de los palestinos que de los judíos". También Issa está frustrado. "Aquí hago entre diez y 20 shekel (entre 2,8 y 5,7 dólares) por día". " Eso no alcanza siquiera para el combustible hasta aquí". Desde hace nueve años que trabaja en el lugar.

Entretanto, se le han sumado sus hermanos de diez y doce años. Todos los días, desde las cinco de la mañana hasta las cinco de la tarde, para asegurar el sustento de la familia de seis miembros. "Antes trabajaba en obras en Israel, pero ya no puedo ir allí", cuenta Issa. Desde el segundo levantamiento palestino conocido como Intifada,
Israel restringió fuertemente la libertad de movimiento de los habitantes de Cisjordania. Solamente puede entrar en Israel quien cuenta con un permiso. Desde entonces, numerosos palestinos sufren de pobreza y desocupación.

De acuerdo con la organización de derechos humanos israelí B'tselem, antes de la segunda Intifada alrededor de una cuarta parte de los palestinos activos trabajaba en Israel. En 2007, en tanto, era menos de una décima parte. El ayuntamiento de Hebrón está al tanto de su suerte y tolera a los que revuelven la basura de Jatta. Pero Dweik espera poder brindarles pronto una alternativa. La ciudad de Hebrón planea actualmente un proyecto con el Banco Mundial. "A principios de 2009 queremos construir un verdadero
vertedero de basura", dice Dweik. "Allí la gente de Jatta será empleada en el reciclaje". El actual manejo de la basura en Cisjordania es perjudicial para las aguas freáticas, el aire y la salud. "La basura es una bomba.

Debemos concientizar a la gente de ello", señala. A Muhammad no le interesa si los residuos le hacen mal. Con sus dedos pequeños y sucios, el menor de 14 años revuelve una montaña de restos de comida, papel, objetos podridos. Sin guantes. Lo que cuenta es la supervivencia, el próximo trozo de metal, que traerá dinero, la próxima comida.

"Claro que nos gustaría un trabajo normal y limpio", dice Ali al margen de la montaña de residuos. ", " Pero ya nos dijeron tantas cosas no pasó nada". También para él cuenta
solamente la pura existencia, y más no puede ni quiere imaginarse este joven de 20 años para su futuro. "Simplemente deseo algún trabajo por 50 shekel (14 dólares) diarios con el que pueda sobrevivir. Eso ya alcanza".

Fuente: dpa