MEDIOS

Periodismo neomilitante o muerte

Gelblung y Pérez, dos caras de una nueva forma de contar al oficialismo. Medios y relato en envase light.

Con rating. Gelblun en Radio 10 ( con un pase resonante desde radio Mitre) y Pérez, en Telefé, dos caras de una nueva forma de contar al oficialismo.
| Marcelo Abally y Enrique Manuel Abbate

Van a tener que cambiar. Diego Gvirtz, Sergio Szpolski, Matías Garfunkel... van a tener que cambiar. Porque pareciera que el salvajismo del periodismo militante empezará a ceder preponderancia (acaso no suceda lo mismo con la prensa militantemente antikirchnerista, que se relame) y la comunicación del relato oficialista vendría en envase light. Más digerible, más tolerable, menos “too much”.

 Varios motivos originarían esta mutación, que no se dará de un día para otro. El más evidente es que sin chances de re-reelección (al menos por ahora y con presunción de muchas complicaciones para lograrla)hay que empezar empezar a bajar un cambio y mirar nuevos horizontes.

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Claro, si la aspiración es mantenerse en el mercado y que el millonario (en pautas publicitarias públicas, obvio) veranito K cambie, en el peor escenario, a una primavera esperanzadora y no a un invierno siberiano.

 

Otra razón podría buscarse en el escaso impacto cuantitativo de la fórmula ultra. Más que escasos fueron los resultados en tren de conseguir grandes audiencias, sea en TV, radio, diarios, revistas o webs.

 

Habría que sugerirles a estos capitanes de “la mierda oficialista” (mote que se autoimpuso el panelista de 6, 7, 8 Carlos Barragán) una fórmula menos pestilente. Radio 10 y Telefe, indiscutibles líderes hasta el momento del rating radial y televisivo, vienen mostrando cómo se puede hacer kirchnerismo sin que sea taaan pornográficos los modos.

 

En casi todos los casos la receta es sencilla. Tomen nota. Para la radio se requiere de mucho entretenimiento, servicio, conductores que canten y estén pendientes de fruslerías, imitadores... En la tele, el menú se sirve con noticieros pasatistas, farándula, novelas blancas y escaso contacto con la realidad.

 

Ciertos ingredientes son los mismos: mucha –muchísima– cobertura de casos policiales, tranquilas apariciones de funcionarios y un breve seguimiento de la actividad presidencial, sin fanatismo explícito. ¿Voces críticas del Gobierno? Algunas, como para disimular, pero siempre ajenas: pueden ser los entrevistados los que mortifiquen los deseos oficiales, nunca la tropa periodística propia.

 

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