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Frigerio: “Es mentira que dejaron un país desendeudado”

El ministro del Interior se refrió durante un reportaje con Jorge Fontevecchia a la "pesada herencia" del kirchnerismo.

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El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, se refirió durante una entrevista con Jorge Fontevecchia a cómo estaba la Argentina cuando asumió el Gobierno de Cambiemos. | Cedoc

#PeriodismoPuro es un nuevo formato de entrevistas exclusivas con el toque distintivo de Perfil. Mano a mano con las figuras políticas que marcan el rumbo de la actualidad argentina, Fontevecchia llega a fondo, desmenuzando argumentos y logrando exponer cómo piensan los mayores actores del plano del poder. Todas las semanas en perfil.com/PeriodismoPuro.

— Ustedes asumen con una expectativa de que en el 2016 el producto bruto creciese 1% y 2017 creciese 4%. Finalmente, en el 2016 cayó el producto bruto entre 2 y 3% y en el 2017 va a crecer 3 y no 4 y cuando uno hace de punta a punta, te encontrás con una diferencia de 5% de resultado en el producto bruto 2016, 2017. ¿Eso es porque esperaban una realidad distinta? ¿Se encontraron con algo pero? 

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— Yo creo que... 

— ¿Qué pasó? 

— Sí, nos encontramos con algo peor, claramente. Nos encontramos con algo peor y siempre, durante esos primeros meses, convivimos con la opción de blanquear con mayor precisión lo que encontramos o intentar ponerle foco a la recuperación de la confianza y creíamos en algún punto que podían ser opciones antagónicas. El presidente recién en su discurso de apertura de sesiones en marzo del 2016 hizo un resumen de lo que habíamos encontrado en el país, pero creo que nunca lo planteamos con la crudeza del caso. Me parece que, por lo menos lo que yo veo en lo que me toca a mí como responsable del Ministerio del Interior de Obras Públicas y Vivienda, lo que encontré fue un Estado desmantelado, con altos niveles de corrupción, con obras paradas durante muchísimos meses, y nos costó, mucho más de lo que creíamos volver a andar, a hacer andar esa rueda de la obra pública, que es lo que se ve hoy. Hoy la obra pública explotó por todo el país y en todos los pueblos de la Argentina uno encuentra una obra pública financiada por el gobierno nacional, pero los primeros tiempos no fueron fáciles, fueron más difíciles de lo que pensábamos, porque además teníamos la responsabilidad no solo de poner en marcha las obras de infraestructura, en línea con el compromiso del presidente de llevar adelante el plan de infraestructura más ambicioso de la historia, sino que además teníamos, como nos pidió el presidente, la necesidad de dejar atrás para siempre esa asociación que había entre obra pública y corrupción entre la gente. Y eso nos obligó a cambiar toda la forma de licitación, contratación, control de las obras públicas. 

— El hecho de que el Ministro del Interior tenga obras públicas, ¿qué significa? 

— Una visión federal, una visión federal porque yo tengo bajo mi responsabilidad las obras públicas locales, no las obras públicas que impactan en más de una provincia, no tengo las obras de transporte, por ejemplo, ni las de energía, pero sí tengo todas las obras públicas que se hacen... 

— En cada una. 

— En cada una de las provincias o municipio y me parece que es una apuesta interesante del presidente, porque este doble traje que me tengo que poner o doble sombrero del ministro político del interior y ministro de obras públicas, creo que facilita mi trabajo. 

— Cuando escuchás hablar del voto cloaca, ¿qué pensás? Es decir, qué realmente fue un acierto juntar los dos elementos porque lo que permite al mismo tiempo es juntar gobernabilidad. 

— Sí, en realidad es discutible eso, porque tenemos varios informes que ponen en duda la eficacia de la... 

— De la obra pública como generador de votos, de la cloaca. 

— No, o de hablar mucho de las cloacas, pero la verdad... 

— No, pero digo, las cloacas como el significante de la obra pública. 

— Sí, no... 

— Uno podría decir el voto Metrobus, el voto puente, el voto asfalto. 

— Está claro que la gente valora lo que estamos haciendo, en términos de cumplir con nuestros compromisos, cuando decimos que va a arrancar una obra, la obra arranca. Cuando decimos que va a terminar en determinada fecha, eso se cumple y cuando decimos que va a costar determinados recursos, no se gasta un peso más. De hecho, prácticamente todas las licitaciones terminaron adjudicándose por un valor menor que el del presupuesto porque incrementamos muchísimo la competencia, la concurrencia de las empresas de obras públicas del país. Y obviamente hay una vinculación o una correlación entre el nivel de satisfacción de la gente y el trabajo que venimos haciendo. Pero también tengamos en cuenta que estas obras que hacemos, sobre todo las que son muy territoriales, es difícil que se las apropie un solo gobierno, o un nivel de gobierno. En general los gobiernos municipales o los gobiernos provinciales, intentan apropiarse de las obras públicas que llevamos adelante desde el gobierno nacional, lo que produce mucha irritación muchas veces en nuestros militantes del territorio, pero a los cuáles les decimos permanentemente que esa pelea por la apropiación de la obra pública no conduce a nada, que la gente no ve en eso un valor que después puede traducirlo en apoyos políticos o electorales, lo importante es hacer la obra, es cambiar esa vinculación entre obra pública y corrupción, es lograr soluciones concretas para los vecinos y la gente sabe que evidentemente desde hace 20 meses la Argentina cambió en este... en muchos aspectos, pero en el aspecto de la obra pública, quizás como en ningún otro. 

— Vos mencionabas de que se encontraron con una realidad peor de la esperada, mencionabas la corrupción, obras públicas paradas. ¿No era obvio eso, digo, leyendo los diarios en el 2015 cuál era la realidad que se iba a encontrar quien fuera gobierno? 

— La verdad que uno lo podía suponer, pero no teníamos... no pudimos constatarlo, porque tampoco tuvimos una transición normal de un gobierno al otro. Yo creo que estuvimos dos semanas entre... o pocos días más, entre la segunda vuelta y la asunción, en la cual no tuvimos ningún tipo de colaboración por parte del gobierno saliente, así que la verdad que entramos prácticamente a ciegas al gobierno, preparados, sí, porque durante dos años por lo menos en las oficinas de la fundación Pensar se trabajó mucho en un plan de gobierno, pero bueno, siempre ese plan, en un país que había destruido todas las estadísticas públicas y que no... Y que era cualquier cosa menos transparente en la información de los actos del gobierno, terminaba siendo una aproximación a la realidad. Bueno, eso también complicó los primeros meses de gobierno, también la inexperiencia de la mayoría de los funcionarios, algo que también era lógico porque veníamos de 12 años de kirchnerismo y de gobiernos que habían fracasado en las últimas décadas en sus políticas públicas, también hizo que los primeros meses fueron más difíciles de lo que creíamos. 

— ¿Qué le dirías a quien desde el kirchnerismo dice: "¿qué pesada herencia si les dejamos un país desendeudado?"? Es decir, qué más leve puede ser la situación de traspaso de entregarle a alguien un país, el menos endeudado del planeta, ¿qué le dirías? 

— Que es una mentira, que no puede haber un país desendeudado cuando nosotros heredamos un país con unos de los niveles de déficit fiscal más altos de la historia, esa diferencia entre los ingresos del Estado y lo que el Estado finalmente termina gastando, alguien la tiene que pagar. Bueno, en este caso no teníamos endeudamiento externo, porque el país dejó de ser sujeto de crédito para el mundo precisamente porque había perdido la confianza, pero endeudamos al Banco Central a niveles récord de la historia y eso tenía una clara consecuencia en haber convivido durante diez años con uno de los niveles de inflación más altos del mundo. En pocas palabras, no nos endeudamos más porque nadie nos prestaba y no nos endeudábamos con el exterior, y en consecuencia nos terminamos endeudando internamente con el Banco Central, con el ANSES y con el Banco Nación, con cualquier dependencia del Estado a la cual le podían sacar algún peso. 

— Bien, pero el total de deuda generada interna podríamos decir, en el caso de Brasil por ejemplo que no tiene deuda externa y tiene interna... 

— Pero acá estamos hablando de una deuda casi intra sector público. 

— A ver, explicame un poquito mejor para los legos en economía. 

— Bueno, es fácil viéndolo desde este punto de vista. El gobierno kirchnerista, cuando agotó los años de tipo de cambio competitivo, en el cual también se iba licuando el déficit fiscal, empezó a tener déficit todos los años y ese déficit se iba financiando con la emisión monetaria, porque con algo se tiene que financiar. Un país que tiene déficit fiscal o se endeuda o emite, le da la maquinita de hacer pesos al Banco Central para pagar esa diferencia. Cualquiera de las dos formas de financiar el déficit tiene su riesgo y por eso es tan importante el camino que estamos llevando adelante nosotros de ir gradualmente hacia el equilibrio de las cuentas públicas, financiándonos con la confianza que hemos podido generar en los mercados. Por supuesto que emitir para financiar el déficit tiene el riesgo o la consecuencia de que eso termina en inflación, como ocurrió en la Argentina, pero no hay posibilidad alguna de tener déficit fiscal, es decir, que un Estado gaste más de lo que se recauda sin que eso tenga una consecuencia negativa. 

— Pero a ver, pará, a ver si eso lo podemos poner en forma clara. 

— Insisto y no es... y no está para nada claro que la deuda sea un peor remedio que la emisión monetaria para cubrir esa diferencia entre lo que ingresa en un Estado y lo que el Estado gasta. 

— Dejame ponerlo en estos términos, el kirchnerismo asume en el 2003 con una inflación de alrededor del 6% y la entrega con no sé 24, 28... 

— Sí, pero no es... Pero lo peor es que es una inflación acumulada de, insisto, de casi diez años en los niveles más altos del mundo. 

— Bueno, entonces vos podrías decir que agregarle 20% de inflación a un país, puede ser igual de grave que agregarle 200 mil millones de dólares de deuda externa. 

— Sí. 

— Estoy tratando de ponerlo en términos que sean fácilmente comprensibles. 

— Por supuesto, insisto que las dos cosas son riesgosas, porque en una terminás en un proceso inflacionario descontrolado e impactás negativamente sobre todo en los sectores más vulnerables de la sociedad. Por supuesto también lo que implica la alta inflación para las decisiones de inversión de un país, y en el otro lado también podés terminar sin crédito, porque ese crédito se agota, se agota la confianza y también termina siendo una situación explosiva. Precisamente eso fue lo que evitamos nosotros cuando asumimos, que la argentina terminara como terminó tantas veces el agotamiento del modelo populista en una situación explosiva, en una gran crisis. Precisamente por restaurar la confianza y por lograr que esa confianza se transformara en crédito, en un crédito que nos permite hoy en día financiar este camino gradual hacia el equilibrio de las cuentas públicas que es indispensable para sostener el crecimiento y para sostener este camino que hemos emprendido y por eso el presidente tiene este compromiso con todos los años tratar de que ese desequilibrio, ese déficit fiscal se vaya reduciendo. 

 — Con un crecimiento del 3% como es el que está previsto, ¿cuántos años son necesarios para reducir el déficit fiscal a un porcentaje que sea razonable y que no genere la necesidad de emitir, o sea de que haya impuesto inflacionario? 

— Nosotros ya fijamos metas muy concretas. Este año tenemos que tener un déficit de 4.2% del producto o menos, yo creo que vamos a terminar abajo de eso. El año que viene tenemos que tener un ahorro por lo menos de un punto del producto y terminar en un déficit de 3.2%. Y así sucesivamente, tenemos que ir tratando de que año a año por lo menos bajemos un punto del producto en términos de nuestro déficit hasta llegar al equilibrio. Si logramos sostener esta política en el tiempo... 

— ¿Podríamos decir tres, cuatro años? 

— A mediados del próximo gobierno... 

— Período presidencial. 

— Período presidencial, deberíamos ya estar en equilibrio de nuestras cuentas públicas. 

— ¿Y qué pasaría si en estos tres, cuatro años, hay alguna situación internacional que hace que se cierre el crédito? Independientemente de que seamos creíbles, como otras veces ha sucedido. Pongo el ejemplo de Corea, pero bueno, el mundo está lleno de vicisitudes que hoy no podemos imaginar. 

— Sí, nosotros nos podemos manejar con variables endógenas a nuestro modelo y, es más, si no ocurriera nada excepcional, nuestros análisis de lo que está ocurriendo en el mundo nos hacen tener confianza de que esta financiación de nuestro déficit o este acompañamiento, este camino gradual hacia el equilibrio fiscal que estamos emprendiendo, lo vamos a seguir sosteniendo. Si esto no ocurriera, bueno, tendremos que ver qué hacemos, si tenemos que acelerar ese camino o encontrar alguna otra salida. 

— ¿Cómo se lograría el año próximo bajar un punto el déficit de...? 

— Bueno, un requisito fundamental es crecer, ¿no? 

— Por eso preguntaba, porque hay gente que... hay economistas que te dicen que creciendo al 3% no alcanza. 

— Yo creo que vamos a crecer más que un 3% el año que viene, estoy convencido de que ya vamos a terminar con un arrastre de lo que... 

— De fines de este año. 

— De fines de este año, que vamos a estar creciendo con más fuerza que a comienzos de año y que eso nos va a dejar posicionados para esperar un crecimiento más cerca del 4% que del 3 y por supuesto, cuando uno crece, todo se facilita. Y tenemos que ser muy cuidadosos con... 

— Perdón, podríamos explicarle al lector no interesado en economía que el déficit financiado con inflación no solamente tiene el costo de endeudamiento dentro de distintos organismos del Estado, sino también que frena el crecimiento. 

— Por supuesto. 

— Ese es el mayor costo. 

— Primero que es el peor impuesto para los sectores más vulnerables de la sociedad y segundo que es claramente una restricción, una traba para el proceso de inversión. Por eso lo que estamos haciendo nosotros es lo que hay que hacer, es ser muy consistentes y prolijos en el manejo de los recursos públicos, es entender que tenemos que cumplir con este camino hacia el equilibrio de las cuentas públicas con el que nos comprometimos frente a los que hoy nos están financiando. 

— Pero esencialmente la clave es crecer, porque digamos, si no se crece... 

— Y que ese cumplimiento de nuestros compromisos, tiene como consecuencia también, la posibilidad de acceder a más inversiones y a más crecimiento del nivel de actividad, que es lo que estamos viendo que está ocurriendo. Por supuesto que no es un proceso fácil, primero también porque todavía tenemos una inflación residual, una inflación que no es fácil bajar, que este año va a ser la mitad alrededor de lo que fue el año pasado, que el año que viene va a ser aún más baja y que vamos a llegar a tener una inflación de un dígito como se comprometió el presidente, en línea con lo que pasa con otros países de la región al final de su mandato. Pero en eso también tenemos que ser muy consecuentes, en entender que para cumplir con nuestro programa fiscal, necesitamos cumplir con nuestro programa monetario y viceversa. Para cumplir con nuestro programa monetario necesitamos ser muy responsables y consecuentes en el manejo de nuestra política fiscal.

Leé la entrevista completa de Jorge Fontevecchia acá