Apenas a principios de febrero Charles Roemer hablaba sobre las perspectivas de su último proyecto energético: una planta de gas natural que capturaría y vendería toneladas de dióxido de carbono a los productores de petróleo cuando se activara en 2026.
El proyecto de Louisiana, parte de una instalación propuesta más grande para producir gas natural licuado, no solo sería bueno para el medio ambiente, sino que “también será muy rentable”, dijo Roemer, presidente de una compañía llamada G2 Net-Zero LNG.
Hoy, esas proyecciones, aproximadamente US$50 millones en ingresos anuales, necesitan ser recalibradas, otra víctima del colapso épico en los precios del petróleo. Roemer ahora se está inclinando más por encontrar ingresos de otros subproductos, como el argón o el nitrógeno, para compensar el flujo de efectivo reducido.
La agitación del petróleo marca otro revés para la tecnología conocida como captura de carbono, anunciada durante mucho tiempo como la respuesta para reducir las emisiones de CO2 de las centrales eléctricas. Si bien su elevado costo la ha mantenido en gran medida al margen, la economía de la captura de carbono ha tenido más sentido recientemente, gracias en parte a los incentivos fiscales de EE.UU. y a las ventas de CO2 a los productores de petróleo que lo utilizan para impulsar la producción. El proyecto G2 de Roemer es una de las dos plantas de gas natural en desarrollo que sería la primera de su tipo en probar la tecnología a gran escala. Pero la caída de los precios del crudo ha atenuado por ahora la promesa de que se generalizará.
“Las centrales eléctricas no pueden ser altruistas e invertir en la captura de carbono porque la energía costará demasiado”, explica Mark Coalmer, director de proyectos de OGCI Climate Investments, un fondo creado por compañías de petróleo y gas que invierte en tecnologías limpias.
En general, G2 espera que la planta de Louisiana produzca US$1.400 millones en flujo de caja, principalmente a partir de la producción de GNL. Por lo tanto, el potencial de menores ingresos por la venta de CO2 no representaría un gran golpe. “Las ventas de CO2 son ciertamente algo que planeamos aprovechar, pero la caída de los precios es casi irrelevante para nuestro resultado final”, dice Roemer.
Sin embargo es un mal augurio para el esfuerzo más amplio de capturar carbono. Si bien la idea ha existido durante décadas, a lo largo de los años se ha capturado muy poco carbono. La captura global del año pasado, alrededor de 35 millones de toneladas, provino casi en su totalidad de plantas industriales que producen cemento, según la Agencia Internacional de Energía. Las centrales eléctricas que queman carbón y gas, que representan el 41% de todo el CO2 liberado a la atmósfera, no capturaron casi nada de eso.
Las empresas de servicios públicos en Estados Unidos y más allá dicen que la tecnología podría ser crucial para cumplir con los objetivos ambientales a largo plazo. Si bien muchas de las compañías eléctricas más grandes se comprometen a eliminar sus emisiones de gases de efecto invernadero en los próximos 30 años, la tecnología para mantener las redes estables sin carbón o gas sigue siendo demasiado costosa. Sin la captura de carbono o algún otro avance científico, los jefes de servicios públicos han dicho que impulsar los recortes de emisiones más allá del 90% es un sueño imposible.
Los ambientalistas han sido recelosos durante mucho tiempo sobre la captura de carbono, diciendo que alentará el uso de más combustibles fósiles. Una de las únicas formas en que los desarrolladores la han encontrado rentable es vendiendo el CO2 a las compañías petroleras, que lo usan para exprimir los yacimientos existentes en un proceso conocido como recuperación mejorada de petróleo. Ahí es donde entra el colapso del crudo, porque el precio del CO2 depende en gran medida del precio del petróleo.
Hace solo unas semanas, cuando el petróleo se cotizaba a US$60 por barril, el CO2 se podía vender a US$20 por tonelada métrica. Ahora que el petróleo se ha desplomado a US$25, el precio del dióxido de carbono puede caer por debajo de US$9, según BloombergNEF. Eso significa que los proyectos de captura de carbono tendrán dificultades para compensar sus costos.
Además, compañías como Exxon Mobil Corp., Occidental Petroleum Corp. y Denbury Resources Inc., los mayores compradores de CO2, probablemente reducirán la producción de petróleo y, por lo tanto, requerirán menos.
“Esto podría poner a muchos de los nuevos proveedores de CO2 fuera del mercado o generar pérdidas para aquellos con procesos de captura más caros”, dijo Ryan Anderson, analista de BloombergNEF, en un informe.
Además, las empresas que aún no han lanzado planes de reducción de carbono “probablemente pondrán el tema en segundo plano”, asegura Valentina Kretzschmar, analista de la firma de investigación energética Wood Mackenzie.