COLUMNISTAS
REPORTAJE a Victoria Donda

“Cada treinta horas muere una mujer por femicidio en la Argentina”

La diputada de Libres del Sur advierte sobre el abandono que sufren las víctimas de género en la Argentina. También critica la ausencia del Estado para dar respuesta a la gravedad del problema y a la falta de recursos que se disponen para solucionar el conflicto. Por qué los derechos humanos de las mujeres no se respetan.

“Diría que la violencia física es el último eslabón de una cadena de cómo se destruye la imagen de la mujer en la sociedad.”
| Marcelo Aballay
El 3 de junio se va a realizar en todo el país una marcha cuyo lema, “Ni una menos”, habla a las claras del tendal de víctimas que deja en nuestro país el horror del femicidio.
Sin embargo, hace ya dos años que se ha elaborado un proyecto, presentado dos meses atrás y, esta semana, lo recuerda una nota al presidente de la Cámara de Diputados para que este proyecto se trate en emergencia. El tema: la violencia hacia la mujer.

—¿Por qué decimos que hay emergencia? –pregunta la diputada Victoria Donda (Libres del Sur)–. Pues porque, durante estos últimos siete años, cada treinta horas muere una mujer por femicidio en la Argentina. Se calcula que 1.808 mujeres han sido muertas por violencia y creemos que es fundamental que se aplique la ley que se sancionó en el año 2009 y aún no se aplica por “falta de presupuesto”. Yo diría, también, por falta de decisión política del gobierno de la Nación. Me parece que esta Ley de Prevención de la Violencia hacia la Mujer es una ley realmente de avanzada en América Latina y estoy muy orgullosa de haber sido parte de un Congreso que, justamente, votó esa ley.
—Pero… cuando se habla de “falta de presupuesto”, ¿cuál es el gran gasto que implica la aplicación de una ley como ésta?
—El problema es que implica salvar la vida de muchas mujeres. Hoy, el Consejo Nacional de la Mujer destina para salvar la vida de una mujer la suma de ochenta centavos por persona. ¡Es una verdadera vergüenza que en una sociedad como la nuestra, donde queda demostrado que hay niveles de violencia que van en aumento, no se adviertan estas situaciones! ¿Cuántas víctimas más vamos a tener que lamentar para que se decida implementar lo que la ley exige al Estado nacional? Por ejemplo: asesorías jurídicas gratuitas para las mujeres que son víctimas de violencia. ¿Cuántas mujeres más tendrán que morir para que alguien entienda que hacen falta albergues que otorguen protección a las que deben huir de su casa con los hijos por la violencia de sus parejas? ¿Cuántas víctimas necesitamos para que el Estado capacite y haga que las fuerzas de seguridad (cosa que hasta ahora no ocurre) tomen estas terribles denuncias? Por eso, nosotros hemos presentado este y otros varios proyectos que se relacionan con resguardar la seguridad de las mujeres.
— Libres del Sur también está trabajando con Margarita Stolbizer, ¿no es cierto?
—Sí. Con el Partido Socialista tenemos un interbloque. Como te decía, hemos presentado varios proyectos. Entre ellos, por ejemplo, que se aumente la pena privativa de libertad a los hombres que violan las órdenes de restricción. El 30% de las mujeres víctimas de femicidios son mujeres que tenían ya una orden de restricción a su favor. Luego, ocurren los hechos de violencia que violan esa disposición, esa sentencia, del juez correspondiente. Pero esos hombres igual las matan. ¿Por qué? Bueno, en última instancia, lo que tenés para defenderte es sólo un papel en la mano.  Llamás a la comisaría o apretás el botón antipánico y no viene nadie.
—¿Cómo puede ser que la restricción no implique, por ejemplo, que haya  un policía en la puerta de la casa de la mujer amenazada o, por lo menos, un agente que se ubique en esa cuadra?
Victoria Donda eleva el tono:
—¡Porque no hay presupuesto para eso! Lo que te responden los policías es que “para eso” no tienen efectivos, no tienen presupuesto… Entonces, lo que hay que hacer es poner plata y actuar como corresponde, ¡para garantizar nuestro derecho a la vida! Nos están cercenando un derecho básico como es conservar la vida.
—Cuando filmamos, en Canadá, un documental sobre este tema, pudimos comprobar que las mujeres amenazadas y sus chicos tienen la posibilidad de refugiarse en una casa (incluso con rejas en las ventanas) durante el tiempo que el juez determine.
—Aquí no hay refugios. Algunos están ubicados en la provincia de Buenos Aires pero son lugares privados… Nosotros hicimos un informe desde el Movimiento de Mujeres Latinoamericanas donde se pudo monitorear e investigar, en diez provincias de nuestro país, la aplicación de la Ley de Prevención de la Violencia y, lamentablemente, ése es uno de los déficits más grandes: ¡las mujeres que son víctimas de la violencia no tienen adónde ir! Comparten el hogar con su golpeador… Además, los factores psicológicos son muy importantes porque tienen que ver con modificaciones culturales.  En fin… modificaciones culturales de las cuales el Estado también se tiene que hacer cargo porque la cultura se construye desde políticas públicas, y también hemos presentado proyectos y trabajado en esto porque hace falta un real acompañamiento a las mujeres víctimas de la violencia. Además del trabajo que hago en la Cámara, me estoy especializando en problemáticas comunes a todas las mujeres y por eso, desde un estudio jurídico, estamos fortaleciendo a las que se nos acercan.
—Seguramente (y por desgracia) deben ser muchas, ¿no es cierto?
—Todos los días recibo denuncias de mujeres que vienen a mi despacho y me cuentan cuál es su problema. Las acompañamos entonces a hablar con los jueces porque también, muchas veces, la Justicia tampoco les está dando las respuestas  que requieren. Es necesario dárselas porque, en estos casos, la intervención tiene que ser multidisciplinaria y no hay capacitación ni siquiera entre los inspectores de Salud. Hace diez días estuve con la mamá de Suheme, una chica que murió víctima de la violencia. Su novio (su conviviente, como dicen los expedientes) la golpeó tanto que, primero fue al hospital y, como cuando llega una mujer golpeada hay que hacer la denuncia, le dijeron que no tenía nada y la mandaron de vuelta a su casa con una aspirina.
—Parece imposible tanta indiferencia.
—Por supuesto, luego hizo la denuncia pero como tenía muchos golpes en la cabeza volvió al hospital. En los análisis que le hicieron, observaron que tenía tres coágulos producto de los golpes que había recibido de la mano de su “conviviente” y, lamentablemente, la chica murió hace alrededor de un mes por un ACV a consecuencia de tanto maltrato.
—Da la sensación, a través de la información, de que los casos se multiplican pero ¡quizá también se ha levantado una cortina espantosa que tapaba justamente estos abusos! ¿Cuál es la información que tienen ustedes?
—Los casos van en aumento, y esto ocurre porque hay un Estado ausente. Cuando hay impunidad y un Estado ausente, la estadística sube. Hace algunos años moría una mujer cada 36 horas, y hoy muere una mujer cada 30 horas…Esto significa casi una muerte por día por causas violentas.
—En muchos casos, son los vecinos los que denuncian.
—Justamente en el caso de Suheme fueron los vecinos los que efectuaron la denuncia y detuvieron al golpeador en el momento en el que se estaba ensañando contra ella… Llamaron a la policía pero, lamentablemente, era tarde y la chica muere un tiempo después como consecuencia de los golpes recibidos de mano de su pareja.
—¿Justamente hoy has presentado dos proyectos sobre estos dramas?
—Sí y las organizaciones que me los hicieron llegar son Aluba (una asociación de lucha contra la anorexia y la bulimia) y APA (Asociación de Psicología Argentina). También se acercó el doctor Alberto Cormillot. Se trata de dos proyectos de ley: uno prohíbe (en los desfiles de modelos) la utilización de modelos femeninas cuya masa corporal  sea inferior a lo que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), y el otro proyecto de ley está destinado a reglamentar el uso de los programas digitales que modifican la imagen humana. Dentro de estos programas, el más conocido es el Photoshop. No lo prohibimos. Lo queremos reglamentar y pedimos que, en toda publicidad gráfica, estática, en revistas y medios públicos, no aparezcan mujeres que  tienen una masa corporal no saludable. En los desfiles de modas y en los medios masivos de comunicación existe la construcción de un estereotipo femenino que es poco saludable para las mujeres. Incluso te diré que el término “poco saludable” suena liviano pero en realidad es enfermizo y daña la imagen que debe construir una mujer.
—Incluso, resulta un motivo de desesperación para muchas chicas.
—Si tomamos una revista de modas, muchas veces las fotografías terminan convirtiendo a las modelos en un dibujo, y esto produce situaciones que son sumamente violentas. Sobre todo para las mujeres más jóvenes y también para los hombres. ¡En las mujeres más jóvenes genera un condicionamiento social que enferma! Nos parece que esto hay que ponerlo en discusión.
—Además, en el caso de una chica sin experiencia, es llevarla por el camino de la anorexia.
—Absolutamente. Por eso fue muy importante, en su momento, la iniciativa de Jorge Ibáñez como diseñador de moda cuando, junto con Aluba, comenzaron a controlar el peso de las modelos que participaban en los desfiles de Ibáñez y cuando pesaban menos de lo saludable no participaban de los desfiles y, en cambio, se les asignaban tareas informativas. Y, aun cuando parezca arbitrario, lo que hay que entender es que desde esos espacios se divulga masivamente una imagen que es nociva para el bien público. ¡No se puede aceptar que una revista nos venda como real la imagen de una mujer “irreal” y que termina siendo un plástico! Nosotros, finalmente, los consideramos cuerpos perfectos y en realidad no estamos viendo el cuerpo sino algo que no existe. Sin duda, es una nueva forma de esclavitud porque incita a perseguir un ideal al que nunca se va a llegar. Hay que reivindicar entonces la belleza real y la industria debe comenzar a darse cuenta de que existen determinados temas que tiene que respetar. Hoy lo hablábamos con Cormillot y con la gente de Aluba. Hay leyes que realmente son buenas, como la Ley de Talles y la Ley de la Obesidad, puesto que obliga a las prepagas y a las obras sociales a tratar a la obesidad como una enfermedad y, por lo tanto, cubrirla con planes de prevención. Y estas leyes no se cumplen por presión  de las grandes industrias. En el caso de la Ley de Talles, ni siquiera se trata de grandes industrias sino que son empresas que deciden no confeccionar ropa para determinados cuerpos. Sus prendas tienen que amoldarse a sus parámetros de belleza. Por eso, reitero, presentamos estos dos proyectos de ley: regularizar el uso del Photoshop y exigir que las modelos con masa corporal inferior a lo que indica la OMS no puedan participar en los desfiles. En ambos casos, pedimos multas cuando se transgrede la ley. Esto debe quedar claro. Tiene que haber sanciones para los transgresores.
Victoria vive intensamente estos temas y explica: “... yo no estoy en la Cámara de Diputados solamente para hacer  declaraciones de principios sino para construir leyes que mejoren a nuestra sociedad.
—Más allá de la discriminación estética, si volvemos al tema de la violencia me parece que es importante subrayar que el femicidio ha dejado de ser una excepción. Es una realidad cotidiana.
—También porque se visibiliza a través de los medios de comunicación, y te diría que la violencia física es el último eslabón de una cadena de cómo se destruye la imagen de la mujer en la sociedad. ¿Por qué? Bueno, se ha construido una imagen cosificada en la cual la mujer se convierte en un objeto de la casa familiar (ocuparse de los hijos y de las tareas hogareñas) y toda la publicidad está orientada hacia esto. También se la ha convertido en un objeto de consumo para satisfacer el placer sexual del hombre. Y esto es lo que debemos cambiar del imaginario público.
—En los últimos días nos han espantado fallos judiciales que minimizan el abuso sexual en los chicos, pero también es importante recordar que en muchos casos la mujer también es sometida y en esa familia nadie lo sabe.
—Por supuesto. Esto ocurre en muchos casos. Además, hay conductas que no se consideran abuso sexual y que realmente lo son. Una mujer siempre debe tener el derecho a decir que “no” aunque esté casada pero no desee tener relaciones sexuales con su marido. Esto también tenemos que tenerlo claro: las mujeres muchas veces no sabemos cuáles son las cosas que podemos denunciar y a las que podemos negarnos. Si nos obligan, también es violación aun cuando, repetimos, el hombre sea el marido o la pareja habitual de la mujer.
—Ustedes se han ocupado también de las leyes de trabajo.
—Sí. Hace ya dos años hemos presentado dos proyectos: la modificación de la Ley de Contrato de Trabajo que evita la discriminación en el ámbito laboral y también el acoso sexual dentro del ámbito laboral. Fijate que las mujeres recibimos como paga el 80% menos que los hombres por una misma tarea, y esto es una realidad en nuestro país. En muchos trabajos directamente no se contrata a mujeres en edad de fertilidad porque existe la posibilidad de tener hijos. Y este problema tiene dos caras: por un lado, los empresarios de medianas y grandes empresas no tienen un servicio de guardería para las empleadas, y la otra cara es que la carga social de cuidar a los hijos siempre cae bajo la responsabilidad de la mujer y nunca del hombre. Cuando en una fábrica se habla de una guardería, no se menciona a los hombres. En la sociedad que yo sueño –explica Victoria– la carga de los hijos tiene que estar repartida. Sueño con una sociedad de iguales. Para los de afuera, la Argentina tiene un discurso de respeto a los derechos humanos pero si observamos lo que ocurre en nuestro país, esto no es así: los derechos de las mujeres son pisoteados constantemente. Por ejemplo, si nos fijamos en los índices de analfabetismo, veremos que la mayoría está compuesta por mujeres. Y la cifra es triste: el 70% de la población analfabeta es femenina…