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PANORAMA económico

El ajuste fiscal por fuera de la ley ómnibus: el tótem a punto de negociarse

Frente a la necesidad de mostrar resultados, el próximo paso del Ejecutivo sería separar el paquete fiscal de la megaley.

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‘Toto’ y el paquete, Luis Caputo. | Pablo Temes

“Que el bosque no tape al bosque”. Un alto representante del ala negociadora del gobierno de Javier Milei explicó el próximo y trascendental paso que probablemente deba dar el Ejecutivo: habilitar a los negociadores parlamentarios que representan al Presidente, a que flexibilicen uno de los tótems sagrados de la recién iniciada gestión libertaria.

Para el caso que no avance en su totalidad el proyecto de ley ómnibus (convoy en realidad); en horas estos negociadores estarán habilitados para separar del megapaquete el capítulo del paquete fiscal diseñado por el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo a instancias controladas por el propio Milei. Y que por decisión del Presidente ingresó como parte del megacombo legislativo, siendo originalmente una propuesta independiente del tratamiento del ómnibus y del DNU. Fue una elección política del Ejecutivo que el paquete fiscal entrara como parte de todo el cuadro expresionista que el oficialismo lanzó al debate generalizado, junto con temas varios como la reforma laboral, los cambios societarios, las sociedades de fútbol, las desregulaciones de sectores como las obras sociales, el azúcar, el litio y la venta de medicamentos entre otros. Las trabas judiciales y legislativas, y la buena experiencia de esta semana de abrir las negociaciones para el sector pesquero (donde se llegó a un acuerdo con dirigentes reales de Cambiemos, provinciales y hasta el kirchnerismo), y la necesidad de contar sí o sí en el primer bimestre del año con el paquete fiscal activo; provocaron que Milei y sus principales dirigentes políticos acepten negociar un divorcio selectivo del capítulo impositivo y de reducción de gastos del resto del ómnibus y el DNU.

La necesidad de tener el paquete fiscal en los próximos meses, impulsa el cambio en el Ejecutivo

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El motivo de la decisión flexibilizadora y la aceleración de la negociación del paquete fiscal no hay que encontrarla en Buenos Aires; sino en Washington. Más concretamente en la oficina central del Fondo Monetario Internacional (FMI), desde donde se le dejó en claro a los referentes locales que negocian oficialmente con el organismo; que para avanzar en el cierre del 2023 y la firma de un acuerdo para el 2024, los números y porcentajes de metas a cumplir hacia delante deben cerrar. Esto implica que lo más rápido posible, el paquete de reducción del gasto (un 60% del paquete fiscal) y el aumento del 40% de los ingresos vía suba de impuestos (el otro 40%), deben estar ya en plena ejecución para el primer trimestre del año; cuando teóricamente Argentina querrá y buscará cerrar las metas y objetivos de Facilidades Extendidas versión 2024. O dicho de otro modo, el quinto acuerdo firmado por la Argentina y el FMI desde que, en 2018, comenzó la nueva etapa de relación bilateral con el Stand By firmado por Mauricio Macri y Lagarde.

Para que esto fuera posible, Argentina necesitará convencer a un Board del FMI muy negado a escuchar nuevas explicaciones sobre porqué al país que más le debe al Fondo, habrá que otorgarle un nuevo perdón o “waiver” para el 2023, y nuevas facilidades para un nuevo acuerdo en el 2024.

La última vez que desde la sede del organismo en Washington fueron condescendientes con la Argentina, fue cuando Sergio Massa perjuró ante la Casa Blanca y Kristalina Giorgieva, que en su gestión se cumpliría lo pactado para fines del 2023, y que podrían confiar en su buena predisposición. Finalmente todo salió mal, y las metas pactadas para el ejercicio pasado tampoco se cumplieron.

Milei propone algo diferente. Afirma que las metas que en marzo del 2022 Guzmán firmó con el FMI son leves y tenues, y que su gestión aspira a dejarlas muy atrás. En este sentido, el FMI y el entonces ministro de Economía de Alberto Fernández habían cerrado un acuerdo por el cual el 2024 debería mostrar un déficit de 0,9% del PBI, las reservas aumentar en al menos 5 mil millones de dólares (el nuevo acuerdo firmado en septiembre pasado relativizó la meta en US$ 3 mil millones) y una emisión monetaria inferior al 0,4% del PBI.

El ajustazo fiscal y la reducción de gastos son condiciones para recibir el apoyo del FMI y EE.UU.

Milei redobla la apuesta y directamente considera a la gente del FMI como keynesianos conservadores. El ahora Presidente afirma, asegura, insiste y proclama que este año habrá superávit fiscal, no se emitirá dinero y las reservas llegarán a un azul de más de 8 mil millones de dólares. Y que con esta convicción, el FMI no tendría mayores problemas para tramitar el cierre del 2023 y firmar el nuevo compromiso traducido en un Facilidades Extendidas reloaded para el 2024. Según lo que dejaron en claro las conversaciones indirectas entre Argentina y el FMI, no hay nada personal en contra de Milei; pero el país ya no tiene ningún tipo de credibilidad ante los miembros del  Board.

Y no habrá ninguna conversación directa entre Milei y Joe Biden o similar que cambie la situación. Sólo papeles firmados ayudarán a la Argentina. Por ejemplo, que el paquete de ajustazo fiscal esté aprobado por el Congreso y el programa de reducción de gasto y aumento de los ingresos en plena ejecución. Sólo así habría predisposición en Washington de ayudar a la Argentina.