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LIBERTADES AL VOLANTE

El espacio público y las culpas

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Podemos pensar la libertad como algo que puedo hacer sin que alguien me lo impida. Esto presupone que nuestra libertad es infinita, que no depende de otra cosa que nuestra propia voluntad y deseo. Así, todo aquello que se interpone entre nuestra voluntad y nuestros objetivos es un obstáculo o un problema.

Entonces, mirado desde quien se moviliza en un vehículo, el tránsito, el semáforo rojo, barreras, peatones, velocidades máximas son problemas que tenemos que soportar u obstáculos que tenemos que evitar.

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También puedo interpretar la libertad como la posibilidad que tengo para actuar y la capacidad de decidir. Tiene que ver con la conocida y poco practicada expresión: “Mi libertad termina donde empiezan los derechos de los otros”.

Desde esta perspectiva, no soy más libre cuando menos obstáculos tengo en el camino, sino cuando más acciones puedo realizar.

Mi intención en este espacio de reflexión es ayudar a pensar de qué hablamos el común de la gente cuando apelamos a nuestra libertad; no hablo de una libertad en abstracto sino en determinadas condiciones, las de la realidad nuestra de cada día.

Un semáforo en rojo para una persona es un semáforo en verde para otra, una señal de alto para nosotros es una prioridad de paso para quienes vienen por otra calle, impedir que vaya a velocidades excesivas está protegiendo la libertad de moverse sin riesgo de todos.

Lo que en un momento es un límite para mí, como cuando paso de ser conductor a peatón, es un derecho. Cumplir con estas normas de convivencia amplía mi libertad. Porque los ciudadanos nos movemos en un espacio que es social. Nuestro transitar ocurre en un lugar y tiempo determinados en los que también se mueven otros. Este movimiento es constitutivo del espacio público. Y todo esto es una construcción cultural que se transmite de generación en generación.

El Estado, como ejecutor de políticas públicas y garante de nuestros derechos, es el encargado de diseñar un sistema de tránsito y de circulación eficiente y seguro. La construcción de la ciudadanía con obligaciones, responsabilidades y derechos nos llevará a una nueva construcción del espacio público y cultura solidaria.

Es importante darnos cuenta de que nuestra manera de pensar y actuar diaria construye el espacio público que tenemos. ¿En qué perspectiva de libertad nos vemos reflejados? ¿En cuál creemos que está la mayoría de la gente?

Hablando de repartir responsabilidades y culpas, trabajo en que somos expertos, estoy cansado de que les sigamos echando la culpa a la lluvia, a la niebla o a otros factores sin que, con dignidad y haciendo un mea culpa, digamos: uno de los grandes motivos de la gran cantidad de siniestros viales y fallecidos en el país es debido a nuestra, absolutamente nuestra, falta de autocontrol, de prevención del riesgo que corremos cuando no estamos al ciento por ciento de nuestros reflejos cuando conducimos.

Tenemos que entender que el alcohol no mata, la velocidad no mata, el celular no mata; lo que mata es tomar alcohol para conducir, transitar a mucha velocidad y usar el celular al conducir. Siempre hay una voluntad humana sobre estos hechos.

Muchas cosas podrá hacer el Estado. Se puede trabajar, como se está haciendo, con la Agencia Nacional de Seguridad Vial en la instalación de políticas de Estado, en la creación e implementación del la Licencia Nacional de Conducir, el Registro Unico por Puntos, el Sistema Unificado de Antecedentes de Tránsito e Infracciones, se podrá trabajar distintas políticas, se podrá poner radares en todas las rutas cada pocos kilómetros, se podrá cobrar multas de un valor altísimo, pero si no les damos valor a la vida propia y a la de los otros, cualquier cosa que se nos ocurra implementar está de más.

Hay que apostar fuerte en la concientización y la educación. Son primordiales, urgentes y fundamentales. A su vez, seguir incrementando los controles y las sanciones. Si logramos engranar estos dos factores, iremos por buen camino.

Por todo lo vivido en estos cuatro años y medio, creo que el cambio que se está dando es fuerte, visible en algunos puntos, pero como todo cambio cultural necesita de muchos años de instalación de hábitos, de discusiones, de lucha.

Todos estamos implicados en este cambio: los comunicadores, funcionarios, intendentes, legisladores, Justicia. No permitamos tener más días de duelo por estos hechos y que después todos se olviden hasta que aparezca otra tragedia. Hagámoslo ya, que estamos a tiempo.


*Miembro de la Asociación Conduciendo a Conciencia y de Familiares y Amigos de las Víctimas de la Tragedia de Santa Fe.