Todavía resuenan las palabras del Secretario General de la UOCRA de la seccional La Plata, Juan Pablo “Pata” Medina, luego de su cinematográfico atrincheramiento: "si me detienen, prendemos fuego la Provincia".
A pesar de sus gráficas amenazas, fue arrestado, junto con un grupo de personas, familiares e integrantes de su gremio, tras una serie de conflictos que lo tuvo como protagonista este año con referencia a las obras públicas de la Provincia de Buenos Aires. La prensa en estos días ha venido publicando relatos al respecto donde son palabras recurrentes “amedrentamiento”, “propiedades”, “mafia”, “cócteles molotov”, “millonario” y una serie de vocablos ajenos al mundo del trabajo.
La detención de Medina se inscribe en una serie de situaciones protagonizadas por distintos dirigentes gremiales de primera línea como el bancario Juan José Zanola, el ferroviario José Pedraza, y el marítimo Omar “Caballo” Suárez, donde el patrón común es que están en prisión por diferentes motivos: Zanola desde 2009; Pedraza desde 2012 mientras que Suárez está en prisión desde el año pasado.
Resulta común caer en un pensamiento rápido del estilo “por fin les llegó su hora”; “ya van a caer todos”; o “los sindicalistas son todos mafiosos”, identificando al conjunto con el mismo patrón y que al final del camino vincula las actitudes de algunos con la eliminación de toda forma de organización de los trabajadores.
No es el propósito de este artículo hacer una historia del gremialismo, pero baste recordar que gran parte de los logros históricos de los trabajadores en Argentina y en el mundo fueron fruto de las luchas llevadas adelante por los propios obreros y que requirieron niveles de organización crecientes a fin de interactuar con los empleadores y el Estado. También se debe señalar que esos resultados ayudaron a diseñar en Europa y Estados Unidos el llamado “compromiso histórico capital-trabajo” unidos en torno a la productividad y que contribuyó al establecimiento del Estado de Bienestar hoy disuelto o en vías de dónde aun quedan marcan como en Francia o Italia.
Sin embargo, la historia del movimiento obrero argentino tiene su particularidad, desde aquella FORA de principios de siglo XX con la potente participación de anarquistas y socialistas hasta su conversión a la “columna vertebral” peronismo desde mediados del siglo. Pero en el capítulo argentino se debe recordar que no fue otro que el dictador Juan Carlos Onganía quien oficializó en 1970 la trasferencia de las funciones de salud a los sindicatos, alivianando la presión sobre el Estado en esa cuestión y que serviría para abrir canales de negociación con el sindicalismo llamado “participacionista”.
Sin embargo, en los años de Menem y frente a la imposibilidad o el desinterés de discutir las políticas del Consenso de Washington se produce la transformación de una parte los dirigentes gremiales hacia el modelo de sindicalistas-empresario, transfiriendo las prestaciones de salud a empresas privadas, integrándose a nuevos negocios como privatizaciones; Aseguradoras de Riesgos del Trabajo; AFJPs, y otros.
De este sindicalismo acaudalado, surge el apelativo “los gordos” para denominar a los grupos que lejos de discutir, ya no el “sistema” como en los comienzos de la FORA, el modelo productivo como más tarde, o el salario y las condiciones laborales, buscan asociarse con cada gobierno a fines de negociar cuestiones particulares en mejor posición, y accesoriamente buscar que las políticas económicas no tengan tanto impacto en sus bases para evitar un masivo abandono de sus organizaciones.
Esta tendencia de crisis de representación sindical, se une a cambios profundos en las lógicas del sistema productivo donde impacta fuerte la robotización y las tecnologías info-comunicacionales, donde surgen nuevas modalidades de trabajo, muchas veces basadas en proyectos, multiplicidad de funciones, los cambios de localización de las plantas productivas vinculados a una competencia en el capitalismo global por instalar las factorías en los sitios de menor costo laboral, protegiendo las de mayor valor agregado como marca y diseño.
Con los sindicalistas “en la mira”, el Gobierno de Mauricio Macri buscará tras las elecciones imponer cambios tanto en las leyes que rigen el mundo del trabajo, —en particular los convenios colectivos—, las propias organizaciones sindicales y su principal caja, las obras sociales. La reciente reforma laboral en Brasil, sino es una hoja de ruta, es la referencia a mirar. Es el comienzo de un largo camino y de incierta meta.
*Sociólogo (@cfdeangelis).