En Estados Unidos como en los demás países desarrollados, los académicos y políticos sofisticados discuten usando estudios. No hay espacio para las intuiciones, ni para iluminados. Todos los días se aplican cientos de encuestas que usan diversas metodologías. Las más superficiales miden sólo preferencias electorales, las más profesionales se diseñan en interacción con investigaciones cualitativas. Algunos medios tratan de conseguir todas las encuestas posibles para hacer un promedio, que no tiene validez académica, pero es interesante. Revisándolo, constatamos que el 15 de junio Hillary tenía una ventaja de 10 puntos sobre Trump; bajó a tres el 18 de julio; subió a siete el 15 de agosto, y viene descendiendo permanentemente hasta situarse en 4 el 13 de septiembre.
Los estudios traen datos inquietantes de cara al futuro. Los dos son los candidatos más impopulares de la historia norteamericana: Hillary tiene 56% de negativas, más del doble de las de Obama en 2008, y Trump tiene 63%. Los profesionales diríamos que ambos son candidatos inviables. En las primarias la presencia de Sanders evidenció que muchos demócratas querían un cambio que Hillary no encarna. Los indicadores de confianza de los ciudadanos en los partidos y otras instituciones del país son malos. El Congreso tiene una aceptación de apenas el 13%. El gobierno de Obama, que recibió una economía en estado crítico, y la sacó adelante, tiene sin embargo una pobre evaluación.
Los candidatos están cerca en cuanto al posible resultado electoral, Clinton obtiene 45,9% y Trump, 41,8%, pero en Estados Unidos elige presidente un colegio electoral que no siempre representa al porcentaje de los votos populares. Es posible que un candidato pierda en las urnas, y sin embargo lo designen presidente. No sería raro que en noviembre Trump consiga más votos y si obtiene más electores, Hillary gane la presidencia. Trump y un par de gobernadores extremistas, como Matt Bevin de Kentucky han anticipado que resistirán si esto ocurre. Trump ha insistido en que Hillary está en contra de la segunda enmienda, que permite el libre mercado de armas, y que sus partidarios deberían defenderla, en una velada incitación a la violencia. Entre 2008 y 2012 el número de milicias de extrema derecha pasó de 42 a 334, como reacción en contra de Obaoma. En 2014, la actividad paramilitar creció un 37%.
Trump es un anticandidato. Publicamos en Costa Rica un texto con el análisis del triunfo de Abdalá Bucaram en Ecuador en el que desarrollamos el concepto. Consultando números y documentos, referidos también a otros líderes del mismo tipo, concluimos que en su caso los fortalecen las brutalidades que cometen. Un anticandidato no tiene problemas con que crezca su imagen negativa, porque sus votantes no están buscando un buen presidente, sino expresando con su voto una protesta en contra del sistema. Su presencia frecuentemente deforma las mediciones, porque tienen bastante voto vergonzante: algunos los votan pero no quieren confesarlo. En Estados Unidos hay poca experiencia en este tipo de problemas y la discusión sobre la imprecisión de las encuestas en la sociedad líquida recién está empezando. Aunque la situación de Hillary es mejor, el resultado es incierto.
Esta semana tendrá lugar el primer debate presidencial, cuyos temas centrales serán la seguridad nacional y la economía. No existe evidencia empírica de que algún debate haya cambiado el resultado de una elección, ni en Estados Unidos, ni en ningún otro país, pero hay alguna posibilidad de que éste le sirva a Trump. Un anticandidato no corre el riesgo en ese escenario porque si no hace nada llamativo, no le pasa nada, pero si hace algo completamente disparatado, puede mejorar su situación. El debate girará sobre la seguridad nacional por el enorme despliegue que tuvieron los ataques terroristas en Nueva York y Nueva Jersey en la última semana. Tierra fértil para un extremista pintoresco y terreno difícil para una mujer con una imagen tan convencional, que sin embargo representa a las fuerzas más progresistas de ese país.
*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.