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ECONOMISTA DE LA SEMANA

Gobierno nuevo, apurado, y sin programa

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Reclamo. No hay nada más molesto que un corte de luz prolongado o que un ascensor se atasque. | Pablo Cuarterolo

La experiencia de los cuarenta años de Democracia prueba que la Energía constituye un serio problema para los gobernantes argentinos; no existe gobierno en ese lapso que no haya sufrido contratiempos en la administración de un sistema como el energético, que es de altísima complejidad técnica; y de alto impacto en la vida de los ciudadanos. No hay nada más molesto que un corte de luz prolongado; que un ascensor lleno atrapado en un edificio por un corte intempestivo; o los inconvenientes producidos por la caída de un sistema de transporte de Alta Tensión de 500 KV que deje sin servicio a una región entera compuesta por varias provincias. El sistema tiene un déficit de inversión y gran parte del mismo es obsoleto. El pueblo sabe que esto es así; y no pocas veces las cacerolas y la quema de neumáticos fueron la expresión de la bronca civil justificada por lo que interpreta una falla gubernamental. Los políticos le temen; pero carecen de planes; y el actual no es una excepción.

El presidente Milei llegó al gobierno sin programa energético explícito, y sin equipo propio. La plataforma política de La Libertad Avanza es extremadamente elemental; además, Milei se definió en los debates de candidatos como un “negacionista del cambio climático”. Ahora que es gobierno, esto le podría abrir un frente de conflicto internacional si la Argentina decidiera no participar en la “transición energética mundial”, hacia la neutralidad de emisiones de gases de efecto invernadero.   

Si bien las cuentas nacionales muestran que la contribución al PBI de todo el sector energético apenas llega al 5% del total, el político prudente debe saber que se trata de un insumo esencial de la actividad económica, y que sin energía confiable y segura, no funciona ni la economía ni la sociedad, ni la política.

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Incertidumbre sobre los programas de gobierno de todos los espacios

La complejidad de este sector aumenta día a día en el mundo; desde lo técnico, desde lo económico y desde lo ambiental. El siglo XX fue el siglo de la Energía, y particularmente de la Energía eléctrica; así como el siglo XIX fue el de la Revolución Industrial basado en el carbón; en la máquina de vapor y la transformación de los sistemas de transporte. Los doscientos años que van desde la Revolución francesa hasta el fin del siglo XX tuvieron una gestión energética de dificultad creciente, pero en última instancia, gestionados en forma autónoma a nivel de cada país.  

En cambio, el siglo XXI es el de la universalización de la energía; la comunidad internacional ha asumido sobre la base de consensos científicos la interdependencia entre Ambiente y Energía. A partir de esa circunstancia, se han acordado en las “cumbres del clima” pautas comunes de explotación de recursos y de producción energética. La Energía no solo es trabajo útil, sino también y al mismo tiempo, la energía es contaminación ambiental no deseable y calentamiento global; y esto es lo que no entienden los negacionistas. La energía del siglo 21 requiere saberes y políticas públicas que no se utilizaban en el pasado; y sobre todo requiere eficiencia y colaboración.        

La realidad muestra que en Argentina ha asumido el gobierno nacional un espacio político variopinto, y sin experiencia partidaria alguna, donde prima una ideología de derecha donde se mezclan las variantes conservadoras y liberales. Llama la atención que, siendo un gobierno con componentes ideológicos liberales, existan procedimientos reñidos con la división de poderes y las formas republicanas. En el caso del sector energía, esa característica es evidente que las medidas no muestran todavía un programa unificado y coherente.

En este contexto el gobierno del presidente Milei al carecer de un programa explícito continúa con la praxis del gobierno populista reemplazado, que gobernó sin programa energético claro y cuyas políticas concretas se caracterizaron por el uso abusivo de subsidios del Tesoro, sin financiamiento genuino. El traspaso del poder en este diciembre, fue en realidad, el traspaso de una “bancarrota de la economía energética con altísima inflación y altísima pobreza en los consumidores”.

La inauguración del gasoducto Néstor Kirchner

En este contexto los problemas más importantes que el gobierno enfrenta y debe resolver en su primer año de gobierno, son los siguientes:

En el sector eléctrico. La normalización institucional del sector eléctrico; lo que implica el cumplimiento de las leyes de marco regulatorio 15.336 y 24.065.

La intervención de los entes reguladores de la Electricidad y del Gas natural (ENRE y Enargas) que debe finalizar con la normalización de los mismos, eligiendo los directores por concurso público, sin interferencias políticas de ninguna especie.

Es importante que los interventores designados realicen un informe al inicio, dando cuenta de las anomalías institucionales, técnicas y económicas que sean detectadas; y en los casos que corresponda se efectúen las denuncias correspondientes.

Los interventores deberán, al cesar la intervención, informar sobre los resultados concretos de la intervención en la solución de las anomalías detectadas por cada interventor

Es imperioso reorganizar Cammesa para que dicha empresa se concentre exclusivamente en sus tareas estatutarias. Cammesa debe dejar de ser el principal vehículo de canalización de subsidios a la generación eléctrica, desde el Tesoro nacional hacia las generadoras de electricidad.

La empresa Transener debe ser pública y limitarse a la operación y mantenimiento de la Red Nacional de Interconexión en Extra Alta Tensión, y a la definición del Plan de Expansión de dicho sistema eléctrico. El sector privado debe concentrarse en la ejecución de las ampliaciones del transporte, que serán numerosas en el futuro.

Es prioritaria la reducción de los subsidios al consumo de electricidad, focalizando los mismos en el consumo de la población que atraviesa situaciones de pobreza y pobreza extrema.

El gobierno nacional debe asumir la explotación de las grandes centrales hidroeléctricas nacionales, cuyas concesiones vencen a partir del año en curso. La explotación y el mantenimiento de esas centrales deben ser contratadas con el sector privado.

Las centrales ya amortizadas generarán a la Nación ingresos genuinos y rentas, que podrán ser utilizadas en beneficio de la comunidad toda.   

Sector de los hidrocarburos. El gobierno nacional deberá definir a través de la Secretaría de la Nación, y con el asesoramiento de las empresas respectivas, un plan nacional de exploración de hidrocarburos en el Mar Argentino hasta el talud oceánico en la aguas de uso económico exclusivo.

El objetivo es cubrir las necesidades nacionales, en conjunto con la producción de los yacimientos de Vaca Muerta que se encuentran en expansión en el período de transición energética, que en principio, estimamos que ocurrirá en los próximos seis lustros.

Hidrocarburos: los desafíos frente a la transición energética

El gobierno nacional mediante una política clara alentará a las provincias con yacimientos de hidrocarburos a realizar en sus respectivos territorios exploraciones tendientes a descubrir nuevos yacimientos que reemplacen la producción provincial de hidrocarburos, que se encuentra en declinación crónica y es de alto costo debido a la antigüedad de dichos yacimientos.  

El sector de los Hidrocarburos debe ser objeto de un saneamiento conceptual que involucra al propio Estado nacional; a los Estados provinciales, a los consumidores y las empresas productoras.

El sector produce bienes transables internacionalmente, y por lo tanto, la economía del sector debería ser de alta competencia y sin subsidios estatales, siendo los precios de importación y exportación los que regulen la competencia interna.

Dar de baja privilegios que lesionan a la economía energética  

Para finalizar, el Gobierno debe anular los regímenes especiales que tengan por finalidad la ayuda a una parte de la población que no es careciente. Deberían darse de baja los subsidios absurdos que distorsionan la economía energética que no producen una ayuda social justificable y concreta por ejemplo: el Subsidio al Gas de zonas frías que no esté circunscripto a la

Patagonia o a las zonas de clima similar del sur de  La Pampa; Malargüe y zonas cordilleranas y de la Puna con clima similar al patagónico.

Debe, asimismo, eliminarse el subsidio a las provincias y a las empresas productoras, conocido como barril criollo, muy requerido cuando baja el precio internacional del crudo; pero sin compensación cuando el precio internacional sube.

Igual prebenda tiene el gas natural con el denominado “Plan Gas” que fija precios del gas en boca de pozo, muy por encima de los precios internacionales en mercados competitivos.

*Exsecretario de Energía. Presidente del IAE Mosconi.