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La expansión del turismo y los trabajadores 

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| Cedoc

Viajar, conocer y descubrir nuevos lugares, tomar contacto con otras gentes, pueblos y culturas diferentes han sido desde siempre factores movilizadores en el mundo, constituyendo los antecedentes en el tiempo de lo que en la actualidad conocemos como el mundo del turismo.
El turismo es hoy una de las actividades más dinámicas, atractivas y placenteras a las que se puede acceder. Además, debido a su evolución permanente se ha convertido en uno de los motores de mayor proyección económica de la actualidad, y con una inagotable potencialidad que hace difícil establecer un límite a su desarrollo y crecimiento.
En nuestro país, las primeras experiencias turísticas modernas organizadas como tales datan de fines del siglo XIX y comienzos del XX, y reconocen entre sus primeros destinos las sierras de Córdoba y la ciudad bonaerense de Tandil, cuando se hizo costumbre viajar para ver su impactante piedra movediza, un singular y notable atractivo geográfico que sorprendía tanto a los adultos como a los niños.   
No fue sino hasta mediados de 1940 que se desencadenaron profundos cambios políticos en Argentina a partir de la irrupción del peronismo, que transformaron para siempre nuestras bases constitutivas como nación. El país avanzó en una formidable y masiva multiplicación de acciones promovidas desde el Estado en materia de ampliación de derechos para el conjunto de los integrantes de la sociedad.
Al calor de las transformaciones sociales, económicas y políticas que desde entonces se fueron plasmando en el país se consagraron múltiples derechos en beneficio de las clases trabajadoras. Entre ellos, el de tener acceso a vacaciones pagas, un viejo y justo reclamo que no había alcanzado a concretarse institucionalmente de manera universal.
A partir de estos años asistimos al nacimiento de un nuevo tiempo que se conoció como la etapa del turismo obrero o social. Como consecuencia de ello, los sindicatos por actividad que comenzaron a crearse y consolidarse hicieron propia la tarea de promover el hábito turístico entre sus afiliados y afiliadas.
En tal sentido, se registró un fenómeno inédito, como fue la compra y también la construcción de hoteles gremiales en los principales centros veraniegos, a lo largo y a lo ancho del país. De este modo se daba un paso decisivo a fin de garantizar plenamente el derecho a gozar de un merecido descanso luego de un año de intensa labor a los integrantes de la clase obrera.
Las trabajadoras y trabajadores de edificios no fueron ajenos a esta formidable transformación. Con el transcurrir de los años vieron crecer su área turística y recreativa, abriendo múltiples posibilidades para sus afiliados en sus hoteles en la costa atlántica y en las sierras de Córdoba y otros destinos.
La contribución de las organizaciones gremiales a la democratización de nuestro país en todos los planos, no solo en lo laboral, lo político y lo económico, sino en espacios que hacen a la cultura, el esparcimiento y la calidad de vida como es el del turismo, constituye un hecho de innegable trascendencia.
Hoy ese aporte inicial se proyecta inclusive al ámbito educativo. Tecnicaturas vinculadas a la industria de la hospitalidad se dictan en distintos institutos sindicales, llegando al nivel universitario en la UMET, una de cuyas facultades es la de Turismo, Actividad Física y Deporte.
La consolidación a lo largo del tiempo del turismo social ha sido y sigue siendo la mejor garantía para facilitar y permitir que cientos de miles de familias trabajadoras argentinas tengan acceso a sus merecidas vacaciones, consolidando al mismo tiempo una sociedad más justa e igualitaria.

*Secretaria de Turismo, Deporte y Recreación, Suterh.