Encerrada en su libertad, Elisa Carrió volvió a mostrar por qué es una protagonista única de la política argentina, como integrante de una experiencia política única en nuestra historia.
Tras un silencio autoimpuesto de dos meses, Lilita se erige de nuevo en la voz disruptiva, ahora para oponerse a dos medidas sensibles impulsadas por su gobierno: el "protocolo Bullrich" de seguridad y el proyecto acordado con el peronismo para cambiar la ley de financiamiento de los partidos políticos.
Al ir contra Bullrich –la funcionaria mejor evaluada de la gestión nacional según encuestas serias– va sobre Macri. El mismo destinatario final que tuvieron arremetidas anteriores (Aranguren, Angelici, Nicky Caputo, Duran Barba, Arribas, Garavano…). Según los días, el Presidente tolera más o menos estas diatribas, siempre públicas. No serían éstos tiempos de paciencia, según admiten fuentes oficiales.
Cambiemos y Lilita resultan al final dos almas gemelas. Al menos hasta la elección presidencial 2019.
La reiteración casi constante de Carrió en esto de patear el tablero la ha vuelto un personaje distintivo. Hay quienes pueden ver en ello coherencia. Incluso obviedad. Pero también ejerce una libertad inhabitual, en nombre de su particular concepción republicana que, lógicamente, está por encima de fidelidades políticas. Ella se siente la república.
Sin embargo, está en su salsa dentro de Cambiemos y por eso no sería tan sencillo que fuera ella la del portazo, como hizo siempre. La coalición gubernamental, sin éxitos económicos que mostrar, levantará en su relato de campaña electoral tanto las banderas de la seguridad y la transparencia como las del respeto al disenso, algo que además contribuye a la diferenciación polarizadora con el kirchnerismo, donde ser libre se asimilaba a la traición. De ahí que el posicionamiento cambiemista se alimenta de la libertad de Carrió, pese a los dolores de cabeza que causa. Y viceversa.
Por ello, a pesar de los chispazos reiterados, Cambiemos y Lilita resultan al final dos almas gemelas. Al menos hasta la elección presidencial 2019. Después, cualquiera sea el resultado, acaso se empiece a escribir otra historia. Los romances nunca son eternos.