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Los Trece Guionistas

Si bien Banderas, Martínez y Cruz son actores, sus personajes parecen más bien cuenteros del tío que van por ahí engañando al prójimo.

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

En Competencia oficial, una coproducción argentino-española que se puede ver online, dos actores interpretados por Antonio Banderas y Oscar Martínez libran una batalla por demostrar quién es mejor en su oficio y se anotan puntos cuando les hacen creer mentiras al otro y a la directora de la película que filman (Penélope Cruz). Si bien Banderas, Martínez y Cruz son actores, sus personajes parecen más bien cuenteros del tío que van por ahí engañando al prójimo y burlándose de su credulidad. Competencia oficial parte de la idea de que los profesionales del cine son unos imbéciles que no entienden su trabajo y, no solo confunden actuar con mentir, sino que discuten cuál es el método adecuado para interpretar una historia que no le importa a nadie.

La película que se filma en Competencia oficial se llama Rivalidad y está basada en una novela prestigiosa. Solo que la novela y la película son mentiras, no mentiras como supuestamente son las ficciones, sino mentiras banales y descaradas: el argumento de Rivalidad es tan ridículo que nadie que se dedique a la literatura puede escribir algo parecido ni nadie que se dedique al cine puede adaptarlo. Competencia oficial no solo pinta como idiotas a los que actúan, sino también a los que escriben y a los que filman. 

¿Pero quiénes son los responsables de esta misantropía laboral con pretensiones? Los directores son Gastón Duprat y Mariano Cohn, un dúo que empezó en el videoarte antes de llegar al cine de gran presupuesto. El guión es de Mariano Cohn, Gastón Duprat y Andrés Duprat (hermano de Gastón Duprat, guionista premiado con el Konex y director del Museo Nacional de Bellas Artes). La película tiene, además, según los títulos finales, diez asesores de guión. A diferencia de Rivalidad, caricatura de un cine de autora megalómana y productor millonario, Competencia oficial es una película de guión y de diseño (desde los muebles hasta la estructura), que parte de un vacío (una novela imposible) y termina en otro (la igualmente imposible proyección de Rivalidad en un gran festival). Entre un vacío y otro aparece un tercero: una locación lujosa, elegante y minimalista en la que se desarrollan los ensayos de Rivalidad. Ese tercer vacío se llena con los gags ideados por Duprat & Duprat & Cohn & losdiezasesores. Allí la sobreactuación de los actores, la continua exhibición de su ridiculez y patetismo llega a ser graciosa y ayuda al film, porque su falta de verdad es inmune a los desbordes. 

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Esa es una idea astuta, como lo es que no haya exteriores y el espacio sea artificial y abstracto. También es ingenioso que de Rivalidad solo se muestren los ensayos, que no se vea una cámara, que siempre se mantenga la ilusión de estar en el teatro y nunca en el cine. En el buen cine sobre el cine, la película que se rueda tiene una relación compleja con la que se imagina y ambas se contaminan de algún modo. Aquí no se tocan: si bien Competencia oficial duplica el antagonismo de Rivalidad, lo hace desde el diseño: una tragedia imposible por un lado, por el otro una farsa con tres finales como para confirmar su inanidad. Acaso el secreto de Competencia oficial sea que los realizadores, que desprecian el cine que hacen los demás y se exhibe en Cannes, se propusieron demostrar que pueden hacer uno peor y exhibirlo en Venecia.