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ECONOMISTA DE LA SEMANA

Más allá de las urnas: la relación entre Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza

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Las PASO. En las elecciones presidenciales que se harán en un mes, la economía también vota. | NA

Pasadas las elecciones PASO e inmersos ya en plena campaña de cara a las generales de octubre, los candidatos de La Libertad Avanza (LLA) y de Juntos por el Cambio (JxC) buscan diferenciarse al competir por el electorado no kirchnerista, mientras continúa la batería de medidas electoralistas de un gobierno en retirada.

Si bien esta diferenciación sigue la lógica electoral, dar origen a una nueva grieta, esta vez entre espacios políticos modelos económicos que comparten objetivos y lineamientos, contribuye a desviar la atención de los verdaderos desequilibrios que presenta hoy la economía argentina y que enturbian su futuro.

Visto así, el “bimonetarismo” propuesto por JxC y la “competencia de monedas” de LLA son nombres propios de programas que ciertamente no son iguales, pero que comparten el objetivo principal de devolverles a los argentinos la estabilidad monetaria. A su vez, ambos espacios han dejado claro que las características de sus programas se ajustarán al panorama con el que se encuentren al tomar posesión en diciembre, así como han mencionado (ya sea a través de analogías escolares o invocando sucesivas “generaciones” de reformas) que la velocidad en la implementación de sus programas es contingente a dicho panorama.

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Dado esto, ambos programas tendrán un comienzo similar, destacando la importancia del equilibrio fiscal y poniendo fin a la asistencia del Banco Central al Tesoro, con el control de la inflación, la salida del cepo y la eliminación de restricciones como objetivos de corto plazo. Las diferencias de visión se materializan una vez consolidada la primera etapa de estabilización: JxC mantiene la esperanza de que sus sucesores sostengan la racionalidad monetaria y fiscal, mientras que LLA busca reducir el margen de maniobra de gobiernos futuros. Aun así, ambos programas incluyen reformas necesarias del tipo previsional, tributario, laboral, regulatorio y del Estado, apuntadas a reducir el peso del sector público en la economía.

Entonces, más allá de la lógica electoral, debería buscarse resaltar los puntos de coincidencia entre ambos espacios, sobre todo frente a la perversa estrategia electoralista que lleva adelante el Gobierno, agravando la crisis económica en todos sus aspectos: inflación arriba de los dos dígitos mensuales, reservas netas negativas, déficit fiscal, salario en mínimos y pobreza en máximos históricos, restricciones cambiarias, descalabro monetario, y un acuerdo con el FMI incumplido en todas sus metas.

Así, vale destacar que el documento difundido en la última semana titulado “el espejismo de la dolarización” no aporta a dicho acercamiento entre ambos espacios. Asimismo, en vistas de que no se les ha dado el mismo tratamiento a las políticas que nos condujeron a la crisis actual y que se siguen potenciando a costa de empeorar aún más las condiciones de nuestro país, este tipo de acciones no es ni lo más justo ni lo mejor para el futuro inmediato.

Todo esto cobra todavía mayor sentido cuando vemos que un próximo gobierno, ya sea de JxC o de LLA, necesitará contar con el apoyo del otro espacio político, sobre todo considerando la composición del Congreso: de repetirse los resultados de las PASO, ninguno de ellos contaría con quórum propio en ninguna de las dos cámaras. En ambos casos, un nuevo gobierno deberá aprovechar su stock inicial de confianza y encarar un plan de estabilización que como condiciones necesarias para el éxito tendrá la consistencia técnica, cuyo elemento principal será el equilibrio fiscal, y la consistencia política.

Al igual que en todo proceso de reajuste y de cambios en las reglas de juego, la consolidación de cualquier plan de estabilización implicará el surgimiento de ganadores y perdedores, por lo que es razonable suponer que estos últimos presentarán oposición a las medidas, la cual se hará manifiesta en distintos ámbitos: en el Congreso, en los sindicatos, en las empresas, en los medios, en las calles. La oportunidad para hacer fracasar el intento de estabilización del gobierno entrante es precisamente antes de que logre sus objetivos iniciales.

De lo anterior se pueden extraer dos conclusiones principales. La primera es que las consecuencias inmediatas de cualquier plan de estabilización (pico de inflación y de pobreza) en el contexto de una economía tan deteriorada harán que el final de 2023 y la primera mitad de 2024 sean difíciles de transitar. La segunda es que cualquiera sea su signo partidario, el próximo gobierno requerirá una base sólida de apoyos políticos en diversos ámbitos para sostener su programa económico.

En este sentido, Juntos por el Cambio ya tuvo la experiencia de hacer concesiones en diversas materias para lograr acuerdos políticos durante su gestión entre 2015 y 2019. El partido de Javier Milei también experimentó lo propio durante esta campaña, evitando criticar a los sindicalistas y acordando con peronistas transaccionales en varios distritos.

Por lo tanto, de cara al próximo gobierno es esencial que Juntos por el Cambio y La Libertad Avanza acerquen posiciones enfatizando los puntos de encuentro y evitando engrosar esta nueva grieta, porque cuanto más se respalden mutuamente, menos dependerá su gestión de apoyos externos y mayores serán las posibilidades de éxito para un programa económico que pueda sacar a Argentina de la crisis actual y superar su estado de estancamiento.

* Directores del Centro de Estudios de Fundación FREE, think tank que promueve la libertad, la iniciativa privada y el gobierno limitado, en Argentina, Uruguay y Venezuela.