Se nota que Francisco De Narváez no pasa por su mejor momento. En la historia de su vida ya hubo otros instantes personales más difíciles, que pudo superar. Pero políticamente acaso sea éste el más complicado de atravesar, por el dolor de que ya no será lo que parecía ser.
De Narváez saltó al estrellato político con su triunfo electoral legislativo en la Provincia de Buenos Aires en 2009. Les ganó a una lista testimonial que integraban Kirchner, Scioli y Massa, nada menos. La estrella fue fugaz, con resonantes derrotas en 2011 y 2013.
Fue socio político de Macri y luego de Scioli, al lado del cual siguen trabajando algunos de sus más cercanos (¿ex?) colaboradores. Hace un puñado de semanas se pegó a Massa, a quien había denostado con dureza. Y de repente se vio gobernador. Las encuestas le sonreían. Su sueño se cumplía.
Otra vez la misma fugacidad. A la misma velocidad que se derrumbaban las chances presidenciales de su nuevo referente nacional, cayeron las suyas. De poco valieron sus intentos de tentar o convencer al macrismo de sumarse a una PASO común, aunque más no fuera en el principal distrito electoral del país. El sueño se volvió a convertir en pesadilla.
Tal como anticipó PERFIL el miércoles 27 a través de perfil.com, De Narváez tomó ya una decisión lógica: bajarse de la carrera a la gobernación.
Que lo haya meditado no significa que esté exento de estrés y presiones, generadas hasta por el propio Massa, que motivaron resonantes desmentidas por redes sociales y televisivas de ambos. Este diario ratifica la información, obtenida de fuentes muy pero muy cercanas al señor De Narváez.
Acaso en ese contexto puedan entenderse sus destemplados llamados telefónicos al autor de esta nota y del anticipo del miércoles sobre su renuncia a la candidatura.
Esa sensación se consolidó cuando horas después FDN decidió emprenderla a las trompadas contra un controvertido personaje de una web platense. Hizo bien en disculparse y asumir que cometió un grave error. Haría bien en calmarse, para beneficio de él y de la política.
