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Sexo y emojis

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Emojis | Unsplash | Count Chris

Hace más de dos años escribí en este espacio sobre una suerte de identidad gráfica impuesta a través de los emojis. No era una idea mía, sino de Carlo, un amigo italiano que se quejaba de no encontrar gestos de su país en un mar de gestos que, para él, se asocia exclusivamente a la cultura norteamericana. Cuando lo hablamos, le dije, para joder, que su observación proviene del resentimiento por haber dejado de ser imperio tantos siglos atrás, pero él clausuró la cuestión alegando que el “imperialismo yanqui” es mil veces más feo e infructuoso que el romano. 

Además de adorar su pasado, Carlo cultiva, como muchos italianos, un catolicismo modernizado y sostenido con prácticas híbridas. En su familia se va a misa en Nochebuena antes de la embriaguez y el desacato general, se casan por iglesia sin necesidad de ninguna clase de virginidad y los prepúberes toman la comunión, mientras se informan sobre anticoncepción y aborto. A través de sus mensajes de WhatsApp, descubrí que hay una buena cantidad de emojis para uso preferencial de cristianos: cruces, iglesias y, por supuesto, los símbolos navideños que hicieron furor durante estos últimos días. A Carlo, obviamente, no le parece que haya suficientes, por lo que reclama un pesebre y un Jesús, aún en falta. En mi caso, el interés apunta a otras omisiones. Y tardé en darme cuenta de una increíble que Carlo también pasó por alto: al ir a la lupita buscadora y tipear “sexo”, no aparece nada. Si, en cambio, escribimos “muerte”, “enfermedad” o “guerra”, hay alternativas, pero de sexo, ni hablemos. Es esperable que un sistema de signos que se pretende universal se aboque a nociones que supone reconocibles por la mayor cantidad de gente posible (aunque a Carlo no le guste), pero es justamente esta pretensión de universalidad lo que contrasta con la ausencia de una imagen capaz de representar al sexo. Atiné a pensar que podría deberse a una suerte de “protección al menor”, pero fue un pensamiento fugaz, rápidamente desactivado por la evidencia: el sexo podría representarse de forma poco explícita, por un lado, y por otro, si la guerra y la muerte están disponibles, es indudable que los niños no son la razón primordial de esta ausencia.

En su visita de 2018 a Buenos Aires, la autora francesa Catherine Millet habló de la pacatería de algunas nuevas corrientes feministas que, a diferencia de sus predecesoras, implementan, según ella, modalidades filorreligiosas que infantilizan a las mujeres y celebran la asexualidad. No sé si hay relación entre este problema y algo aparentemente tan desvinculado como los emojis, pero intuyo que el clima de una época interesada en la depuración de las relaciones humanas y la segmentación social a partir del género pudo haber favorecido a la ausencia de un emoji ¡al menos uno! que grafique algo tan transversal como el sexo. A partir de ahora, bogaré por el cupo sexual en los emojis. Estoy segura de que a Carlo le va a parecer una buena causa. Después de todo, el celibato es una obligación destinada solamente a los curas y a las monjas.

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