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grandeza

Un Chejov minúsculo

16-4-2023-Logo Perfil
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En Italia, a las piezas cortas de Chejov las llaman “actos únicos”, ya que no son piezas a cuatro actos, como las obras mayores. Esta fuga de la norma a su vez nos ubica en una zona periférica, una que casi siempre me ha interesado más que la verificación de las normas propias de la centralidad.

Veo El oso y Un trágico a pesar suyo en el magnífico Teatro Due, de Parma, montados por Nicoletta Robello. La vuelta a la vida de estos textos del gran autor tenidos por menores (casi toda la dramaturgia de la imagen con la que me he formado nace con él) me reconforta en la incomodidad de un formato nacido contra corriente.

Parece que eran los actores mismos los que le pedían a Chejov estos caramelos ácidos para lucirse individualmente. Y parece que le pagaban directamente de sus bolsillos.

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Son una forma protozooica sorprendente de lo que posteriormente conoceríamos como sketch televisivo, y una reformulación como sketch (como garabato) de los temas que sus obras mayores trataban más de acuerdo con la norma. Son el espejo deformado de una cultura dominada por la norma.

Son además esos textos con los que nos formamos en las escuelas. A veces, ante la imposibilidad de asumir como ejercicio una obra entera, los docentes nos proponen esta docena de breverías en las que el sistema chejoviano está intacto, pero sin la complejidad de la duración o de un montaje farragoso. Son entonces los textos de juventud de casi todo el mundo. Y hay en ellos juventud eterna. No dicen tanto sobre el funcionamiento del sketch, sino más bien sobre lo que refutan: el gran teatro formal. Es como si Sófocles hubiera escrito comedias para rebatir todo lo que le fue dado escribir en las tragedias. Asumen directamente el divertimento como modo de operativo teatral y es evidente que fueron escritos para el goce de los actores, más que para un director o una institución.

El Teatro Due se propone montarlos todos, lanzando un par al mes, como los fascículos de la historia del hombre en la revista Anteojito. La grandeza de este teatro (que cuenta con diez espacios de distinta versatilidad) se reinventa ante el minúsculo propósito: reunir actores y público en un acto contracultural, historizante, metalingüístico, necesario ante la agonía teatral generalizada de los grandes propósitos mesiánicos.